A mi niño no le gusta desayunar
Como madres nos preocupamos porque nuestros retoños tengan una alimentación equilibrada y sana, para que crezcan fuertes y con todos los nutrientes que necesitan. Pero proponérnoslo no siempre es sinónimo de lograrlo. Por ejemplo, son complicados cuando encuentran algo verde en su plato, muchos discriminan cada ingrediente como si estuvieran contando moneditas y algunos otros no quieren saber nada a la hora del desayuno.
Las mamás de hoy sabemos que el desayuno es la comida más importante del día. Sin embargo, nos rendimos porque no hay manera de que él ingiera nada cuando se levanta. El problema es que luego debe comenzar con sus actividades diarias y no tendrá otra oportunidad durante la mañana para alimentarse correctamente. Entonces, en esta nota te contamos algunos trucos para que su desayuno se vuelva el placer de sus despertares.
Estas son las mañanitas
La mañana es el momento del día en que nuestro cuerpo absorbe mejor los alimentos para transformarlos en energía, y así distribuye de una manera más correcta las calorías. Esto es aún más importante en los chicos, porque están en la etapa de desarrollo y necesitan ingerir mayor cantidad de nutrientes. Por otra parte, los buenos hábitos hay que enseñárselos desde que son muy pequeños, para que en un futuro puedan repetirlos por propia iniciativa.
Los niños que no desayunan no sólo presentan más dificultades para afrontar sus tareas físicas e intelectuales, sino que además tienen más riesgo de padecer obesidad por su mala alimentación. Una de las razones es que, seguramente, cuando a media mañana comienzan a tener hambre arremeten contra lo primero que tienen a mano (como dulces, galletas o snaks). Esos no son precisamente los alimentos que necesitan y en cambio, si les faltan otros como las vitaminas o los minerales.
Pero desayunar no se trata sólo de una necesidad sino de un hábito. Es cierto que mucha gente cuando se despierta no tiene apetito ni voluntad de ingerir nada, pero crear una buena rutina es posible.
Primero, es necesario dedicarle un tiempo especial. Por eso, cuando despertamos a los chicos debemos calcular también ese momento. Alcanza con 20 minutos para que tengan la posibilidad de sentarse tranquilos a desayunar. Si los tiempos no son suficientes, es mejor despertarlos antes.
¿Y si no tiene hambre? Un dato interesante es que un vaso de agua o de sumo natural puede ayudarlos a abrir el apetito. Asimismo, trata de que su plato sea atractivo para él, si hay algo que les gusta especialmente, como por ejemplo la banana, el huevo o una barra de cereales, es recomendable incluirlos. Eso sí, como parte del menú y no como única opción. Tampoco es necesario hacer porciones muy grandes, con que haya un poquito de cada cosa es suficiente. Si no le gusta la leche, el calcio puede ser reemplazado por una porción de queso o un yogur.
Otro punto importante por tener en cuenta es que no esté solo en la mesa. Es lindo compartir esta hora del día con la familia, ya que luego no se verán nuevamente las caras por unas largas horas. Los niños tienen que sentir que es un momento especial.
De todas formas, si aún empleando todas las tácticas no puedes convencerlo (quizá su sistema digestivo necesite un tiempo más largo), una opción es hacerle un snack para que lleve a la escuela y pueda echar mano cuando comience a tener hambre. Es imprescindible que sea sana; acá unos ejemplos: yogur, manzana y barrita de avena, o sandwinch de queso, jugo de frutas y cereales, o yogur, ensalada de frutas y un muffin de banana.
Un desayuno en equilibrio
¿Qué debería tener el desayuno ideal de un niño? No pueden faltar los lácteos, los vegetales (tanto frutas como verduras), los hidratos de carbono y las grasas (mejor si son de origen vegetal). Dentro de estos grupos de alimentos, hay que ir variando, pero sin dejar de ofrecerle una dieta equilibrada que, en lo posible, contenga algo de cada uno.
Y ahora, el consejo final: recuerda que él dispone a la hora de alimentarse, pero esto tiene mucho que ver con lo que tú le propongas.
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