Él dice que estoy loca
El otro día en un café me tocó escuchar a una pareja discutiendo. Ella le pedía a su novio que fuera más consciente, porque algunas de sus reacciones le hacían daño y estaban minando la relación. A lo que él respondió: "¡Estás loca!, imaginas problemas donde no los hay, sólo lo haces para molestarme". No pude más que revolverme por dentro, porque me reconocí en ella.
Hace algunos años, tuve una relación en la que mi novio solía descalificarme cada vez que yo decidía romper el silencio y confrontarlo. Él reaccionaba diciéndome cosas como: "Otra vez vas a empezar con tu drama y tus tonterías; eres una caprichosa, quieres salirte con la tuya". Por fortuna, tomamos la decisión de separarnos. Después, en terapia, comprendí que yo no estaba loca, sino que él me descalificaba para controlar la relación.
La descalificación es una forma de manipulación psicológica para hacer que uno dude de la realidad o de su propia experiencia, de manera que uno sienta que su percepción y sus emociones no son válidas. En este proceso, el otro se planta con tal certeza que pone en duda nuestro sentido de realidad, sacándonos de nuestro centro progresivamente, hasta que terminamos por creer que, efectivamente, estamos locas. Es una estrategia que se hace muy evidente en las relaciones de pareja, pero está presente en otros ámbitos de la vida a través de diferentes mecanismos.
1. Miedo a perder la ventaja
La descalificación aparece con mayor facilidad cuando hay un ejercicio de poder desigual. El agresor puede ser un jefe, un padre de familia, una persona idealizada. Incluso hay guías (terapeutas, entrenadores o profesores) que llegan a cometer descalificaciones cuando el aprendiz o el paciente manifiesta que se siente listo para volar solo. Eso se debe a que los guías se encuentran en una situación de poder mientras el alumno o el paciente cree en ellos. Y los guías no quieren perder esa ventaja.
A veces la descalificación aparece con un rostro ambiguo, como el sarcasmo, la burla o la conmiseración. En ese caso, la falta de confianza en uno mismo se carga de culpa: "algo malo habré hecho, no soy suficientemente bueno/eficiente/agradable/inteligente, nadie más me va a querer así". Entonces surgen las preguntas: ¿por qué mi maestro habría de llevarme por el camino equivocado?, ¿por qué mi terapeuta, —o la persona que me ama— me mentiría? Así, uno renuncia a su percepción de la realidad, aceptando la que el otro propone.
2. Micromachismo
El psiquiatra y psicoterapeuta Luis Bonino Méndez identifica a la descalificación como una de tantas formas de micromachismo, entendido como un conjunto de comportamientos "invisibles" de violencia y dominación, que algunos varones realizan en el ámbito de las relaciones de pareja. Dichos comportamientos, considerados "normales", han sido legitimados y ejecutados sin consecuencias debido a que las mujeres, al ignorar su funcionamiento, las aceptan y perpetúan de manera inconsciente.
Los micromachismos en la pareja comprenden una serie de maniobras interpersonales que se manifiestan como formas de presión de baja intensidad, con las que los varones intentan imponer y mantener el dominio o la supuesta superioridad sobre la mujer, reafirmar o recuperar dicho dominio ante la mujer que se "rebela", resistirse al aumento de poder de la mujer con la que se vincula, o aprovecharse de dichos poderes.
3. Entre la soledad y la libertad
Paula tenía menos de un año casada, pero no era feliz. Intentó de muchas maneras resolver la situación, hasta que llegó a la conclusión que debía separarse: necesitaba aprender a hacerse cargo de su propia vida, porque de otra manera no podría formar una pareja más o menos equilibrada. Cuando le planteó a su marido la situación, él ignoró los motivos de Paula y le dijo: "lo que pasa es que estás deprimida, necesitas ayuda, has entrado en un proceso autodestructivo". Ella dudó de sí misma y se quedó con él varios meses más.
En ese tiempo, él trató de ganar cómplices para su causa: habló con la familia de Paula para decirle que ella estaba muy mal, pero que él la estaba cuidando. Sin embargo, cuando se acercó a los amigos más cercanos de Paula, la estrategia no funcionó. La conocían muy bien y sabían que ella estaba en un punto crucial de su vida, que no necesitaba más guías o tutores, que era momento de tomar las riendas de su vida; tenían claro que él no lo hacía por "maldad", simplemente era un mecanismo de defensa, que no quería quedarse solo, y por eso estaba recurriendo a una posición paternalista que, sin embargo, la descalificaba. Sólo después de algunos meses de separación, Paula pudo ver la situación con claridad.
Recuperar la confianza
En una situación donde somos descalificados continuamente, lo mejor es hacer un alto, tomar distancia y volver a ponerse en contacto con uno mismo a través de algunos ejercicios:
Escucha el cuerpo, ve sus reacciones, interpreta sus mensajes. Cada quien tiene zonas del cuerpo más sensibles que otras; ahí suelen expresarse malestares relacionados con dolencias emocionales. Dicen que cuando el alma calla, el cuerpo grita. (Aquí hay un libro que puede ser de utilidad).
Revisa tus sueños. El inconsciente trabaja para ti, cada noche, dándote un coctel de imágenes que, aisladas, no tienen mucho sentido. Pero si las ponemos en relación con nuestro día a día, es posible que encontremos algunas pistas hacia lo que realmente nos inquieta y nos motiva.
Una decisión, una pregunta. Parece una obviedad, pero cuando se trata de recuperar la certeza y la confianza, es muy útil hacerse preguntas ante cada elección, por pequeña que parezca: ¿esto me gusta o no?, ¿cómo me hace sentir?, ¿necesito quedarme o marcharme?, ¿qué quiero hacer, qué es lo mejor para mí?
Entre amigos. Quienes te conocen bien y te quieren, te dirán la verdad. Bajo el tamiz de su mirada, se puede reconstruir el puente de regreso a uno mismo.
Crea tus herramientas. Una buena terapia te ayudará a reconocer cómo es que ese mecanismo de descalificación se activa; a su vez, te ayudará a crear las herramientas emocionales para lidiar con ello.
Comprende y suelta. Cada quien construye su realidad a partir de historias, perspectivas y experiencias. Cuando hay diferentes percepciones, es importante reconocer que ambas son correctas, que no hay una que sea más verdadera que otra. Reconocer cuál es la realidad del otro te ayudará a reconocer la tuya.
Este ejercicio puede ayudarnos, en primer lugar, a reconocer el problema, porque cuando la gente abusa físicamente, uno puede mirar el golpe y saber que es un comportamiento reprobable, pero cuando se trata de cuestiones emocionales, es difícil saber dónde está el daño.
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