Maniquíes suecos causan polémica

Mujeres de todo el mundo han celebrado la iniciativa de una tienda de ropa en Suecia, y todo gracias a una foto que Women's Right News viralizó a través de su página de facebook. En la fotografía aparecen dos maniquíes de mujer que, para sorpresa de muchos, no son talla "cero".

Los maniquíes de la tienda Åhléns muestran dimensiones más realistas / Foto: Imgur
Los maniquíes de la tienda Åhléns muestran dimensiones más realistas / Foto: Imgur

Las figuras femeninas aparecen vestidas con lencería, no tienen el estómago plano, tampoco tienen muslos de hilacha o cintura de avispa. En comparación con los maniquíes que vemos en la mayoría de los aparadores, estas muñecas suecas tienen proporciones más realistas (por lo menos de acuerdo a la anatomía europea).

La imagen se conviritó en meme en cuestión de horas. Y, como pólvora, también corrió el rumor de que la foto había sido tomada recientemente en la tienda H&M. Para desmentirlo, Jeff Yang, colaborador de National Public Radio, mostró que la foto había sido tomada del blog de Rebecca Silvekroon, Becka.nu, y tomada en 2007 en el almacén Åhléns, competencia directa de H&M en Suecia. La bloguera le comentó a Jeff Yang que no le interesa recibir ningún crédito, puesto que su objetivo inicial había sido generar una reflexión al respecto de las tallas y las presiones sociales que la moda ejerce sobre la mujer. Rebecca incluso se manifiesta satisfecha de que la foto esté circulando por medios de mayor penetración, pues ha reactivado la discusión sobre el cuerpo y los estereotipos.

La imagen de los maniquíes ha circulado por blogs, páginas de facebook y decenas de diarios internacionales, recolectando todo tipo de comentarios, desde aquellos que celebran la iniciativa: “Ya era tiempo de que alguien lo hiciera”, pasando por los comentarios hostiles: “Les faltó ponerle la celulitis”, hasta aquellos que confunden la gimnasia con la magnesia: “Este tipo de maniquíes alientan la obesidad, quienes lo celebran tienen una percepción muy torcida de lo que debe ser un cuerpo saludable”.

Al revisar los comentarios, encontré uno en el facebook de Women's Right News que llamó mi atención. La usuaria Karina Brozinic dice que hace años encontró en Venezuela maniquíes de todas las tallas, y compartió la fotografía, pero en el aluvión de comentarios la imagen pasó desapercibida. Sin embargo, me dejó pensando en cómo las mujeres latinoamericanas vivimos el conflicto del cuerpo.

Latinas: ¿todas "curvilíneas"?

Las mujeres latinoamericanas hemos sido estereotipadas por Hollywood como curvilíneas y “calientes” (tipo Eva Mendes o Salma Hayek), porque a los productores les conviene vender esa imagen. Pero está más que claro que no todas las mujeres en América latina somos así. Nuestros cuerpos llevan en su anatomía las huellas de un sinfín de mestizajes que en el cine y la televisión son relegados a personajes secundarios, servidumbre, extras, relleno. Lo mismo ocurre en el campo de la moda: los fabricantes de ropa y maniquíes no están interesados en apreciar esa diversidad (donde, por supuesto, también caben los cuerpos cuvilíneos y estilizados de las estrellas de cine).

A la industria de la moda no le importa darle un lugar a la diversidad anatómica porque ellos lo que hacen son negocios. Salvo muy honrosas excepciones, el negocio de la industria del vestido se enfoca en hacer dinero. Y el camino más corto para lograrlo es repetir fórmulas probadas y legitimadas por las economías desarrolladas.

La industria del vestido en América Latina copia los moldes europeos para ahorrarse dinero en los procesos. Y con ese mismo criterio establece medidas y tallas estandarizadas. Así, lo que vemos en los aparadores de Bogotá, México DF o Lima, son piezas de ropa cada vez más estrechas y maniquíes esqueléticos. A la industria no parece importarle el impacto psicológico, social, emocional y cultural que hay detrás de sus procesos. Y si no le importa es porque casi nadie se queja. De este lado del mundo hemos aceptado irreflexivamente que la industria de la moda imponga un solo tipo de cuerpo como legítimo o deseable.

Publicistas, diseñadores y productores de moda se justifican diciendo que las imágenes de la moda son “fantasías”, modelos “aspiracionales”, incluso interpretaciones “artísticas”. Y cuando quieren hacer gala de “diversidad étnica”, recurren a la misma estrategia que con las Barbies, una estrategia que de tan ingenua hasta parece cínica: toman el mismo molde de cuerpo y de cara y le cambian el color. Y ahí estamos, años después, entregándole a las niñas ese tipo de muñecas, sin pensar que es una forma de entrenarlas para que acepten lo que en la etapa adulta verán en los aparadores.

Las imagenes moldean nuestra percepción e impactan positiva o negativamente en el autoestima. Afortunadamente, el proceso también funciona en sentido contrario. En la medida en que cambiemos nuestra percepción de nosotras mismas, seremos capaces de modificar los modelos a partir de los cuales se han construido las imágenes que nos excluyen.

Pero no nos vayamos por el lado equivocado: no se trata de legitimar un tipo de cuerpo por encima de otro, eso no es más que un acto de revanchismo (“ojo por ojo, diente por diente”). Abordar el conflicto del cuerpo no es cosa fácil, cuestionar los parámetros de belleza tampoco; ambos han sido impuestos a través de muchos mecanismos sociales, políticos, económicos e incluso religiosos. Es importante hablar de ellos, cuestionarlos y, después de reflexionar, decidir si seguimos consumiendo ese tipo de modelos o no. Me gusta ser optimista y pensar que, al final, las consumidoras tenemos la última palabra.

Twitter: @luzaenlinea

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