Pezones, guerra y libertad

Las redes sociales son una lente de aumento. En ellas se concentra lo mejor y lo peor de nuestra sociedad, incluyendo la mojigatería de quienes las controlan y la rebeldía de quienes desean hacer de este mundo un lugar más habitable. Para muestra: la guerra contra el pezón de las mujeres, encabezada por Facebook e Instagram; en la defensiva encontramos a más de una organización, como La liga de La Leche y Free the Nipple (liberen al pezón). Ésta última ha ganado bastante popularidad en los últimos días debido a que su líder, Lina Esco, pidió el apoyo de sus conocidos después de que Facebook cerrara su cuenta por mostrar “contenido inapropiado”, léase pezones de mujeres en actitud de protesta. A raíz de ello, numerosas personalidades, diarios internacionales y organizaciones de activistas han apoyado la causa.

La campaña que Lina lidera es similar a la que emprendieron hace unos 70 años los hombres en EEUU después de ser aprehendidos por la policía por pasearse en Coney Island sin camiseta. Los señores se organizaron y consiguieron que la ley no considerara inmoral el que un hombre anduviese por la calle con el torso desnudo. Ahora es el turno de las mujeres, pero el camino para liberar el pezón es más largo y tortuoso debido a una serie de factores sobre los que necesitamos reflexionar.

Los pechos de la mujer, como su útero o cualquier parte de su anatomía, están "regulados" por leyes machistas que en vez de procurar el respeto o la equidad refuerzan la idea de que ciertas partes del cuerpo femenino son peligrosas, obscenas o sucias. Y yo me pregunto en qué medida un pezón puede resultar peligroso. ¿Es sucio para quién, quién exactamente lo considera obsceno y por qué?

Cuando una mujer sube una foto a Facebook amamantando a su hijo y se alcanza a ver el pezón, es censurada. Lo más absurdo es que esta censura es apoyada por usuarios que reportan ese contenido como inapropiado. Algo me dice que esos mismos usuarios son de los que hacen comentarios racistas sin darse cuenta, de los que ponen “jajajaja” en memes de animales torturados, y de los que salivan cuando ven imágenes de menores de edad semidesnudas.

El problema principal de esta sociedad “antipezones” es que es analfabeta. Vemos signos aislados pero no sabemos leerlos en su contexto. Pero ocurre que un cuerpo, como un pezón, nunca está aislado; el lugar, la pose, la mirada, el entorno... todos esos elementos son parte del mensaje.

'No te preocupes, la foto está bien... son pezones de hombre' / Foto: Twitter @freethenipple
'No te preocupes, la foto está bien... son pezones de hombre' / Foto: Twitter @freethenipple

Les propongo un ejercicio: aislemos un pezón. ¿Qué vemos? Lo mismo que si aislamos un fragmento de dedo, una rodilla, un talón: carne y piel. Ahora pongámoslo en contexto. Les sugiero la imagen de una mujer amamantando a su hijo. ¿Qué ven ustedes? ¿Es peligroso, es perverso, es racista, habla de la barbarie humana, fomenta la explotación o la violencia? Ninguna de las anteriores. ¿Entonces por qué censurarlo? ¿Por qué en los Estados Unidos y en centros comerciales de América Latina se prohibe que las mujeres amamanten a sus hijos? Me parece absurda una sociedad que por un lado le tiene miedo al pezón de una mujer y por el otro, permite que los niños vean series racistas o pasen sus tardes jugando videojuegos donde el ganador es el que mata y tortura mejor.

A mi parecer, quien considera obsceno ver el pezón de una mujer amamantando tiene una idea muy torcida de su propio origen, del cuerpo de la mujer y de la función de los pechos. Recordatorio: antes de ser humanos somos mamíferos.

Ahora bien: una mujer exhibe sus pechos en distintos contextos y con diferentes objetivos. Las mujeres de Femen, por ejemplo, protestan con el torso desnudo, muestran sus pechos y no esconden sus pezones detrás de estampillas de lentejuela, como las vedettes.

¿Por qué los pezones expuestos son un arma de protesta y un elemento de seducción en dos contextos distintos? La ecuación es sencilla: la moral machista ha establecido que mostrar los pezones es peligroso, que su aparición en público detona las alarmas del pudor en quienes dictan las leyes y ostentan la moral en turno, sean hombres o mujeres de pensamiento machista.

A nivel simbólico, el que una mujer muestre sus pezones equivale a recuperar el poder sobre su cuerpo, un cuerpo que le fue expropiado a fuerzas de moralinas religiosas y legislaciones hipócritas.

Mostrar los pechos es reapropiarnos del cuerpo que hace muchos siglos nos fue expropiado por la ley del hombre; andar con los pezones al viento es cambiar el valor simbólico del cuerpo. Los pezones serán “armas” hasta que dejemos de considerarlos peligrosos, sucios u obscenos. Como dije el otro día al respecto del vello púbico: la suciedad, como la belleza, está en los ojos de quien la mira.

¿Qué piensan ustedes?

Twitter: @luzaenlinea

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