Cigarrillo electrónico y sus incógnitas

Los cigarrillos electrónicos funcionan así: el dispositivo cuenta con una boquilla en la que se sitúa un cartucho recargable que contiene una mezcla de propilenglicol y/o glicerina vegetal, diferentes concentraciones de nicotina y como opción, sabores y aromas varios. Pero, ¿sirven realmente para dejar de fumar?

En España todavía se usa poco el cigarrillo electrónico con respecto a la media europea. (Getty Images)
En España todavía se usa poco el cigarrillo electrónico con respecto a la media europea. (Getty Images)

Según un estudio de la Escuela de Salud Pública de Harvard (HSPH) publicado en 'Tobacco Control', jóvenes, fumadores y aspirantes a dejar de serlo son los principales consumidores de los e-cigarrillos.

Los investigadores analizaron datos de una encuesta del Eurobarómetro 2012 sobre las actitudes ante el tabaco y la prevalencia del consumo del cigarrillo electrónico en Europa, todo para analizar quién tiene más probabilidades de consumirlos entre los europeos, incluyendo a 26.566 jóvenes y adultos de 27 países europeos.

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Los resultados indican que uno de cada cinco fumadores actuales (20.3%), uno de cada veinte exfumadores (4.4%) y uno de cada cien (1.1%) de los que nunca han fumado han probado los e-cigarrillos al menos una vez.

Estos datos vienen a confirmar que desde 2012 más de 29 millones de adultos europeos han probado los cigarrillos electrónicos.

Por otra parte, el perfil del usuario del 'e-cigarrillos' corresponde en su mayoría al de un joven de entre 15 y 24 años, fumador de más de 20 cigarrillos (tradicionales) al día y que además ya ha intentando dejarlo al menos una vez en el último año.

De esta forma, a los expertos no les sorprende que quienes están intentando dejar de fumar recurran al uso de los vapeadores, ya que siempre se ha considerado el cigarrillo electrónico como una alternativa viable y aparentemente sana. Y en cierto modo tenían razón, pues el cigarrillo electrónico desprende vapor en lugar de humo al no haber combustión alguna.

Así, en un principio se pensó que podían servir para este fin y que eran menos tóxicos que el tabaco, una cuestión que aún no ha sido resuelta debido a la falta de estudios que demuestren que el vapeo es superior a otros métodos, como los parches o los chicles de nicotina.

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Pero las expectativas se tornaron en críticas al poco tiempo. Por ejemplo, empezaron a circular rumores preocupantes como que podrían causar cambios en los pulmones a corto plazo muy parecidos a los del tabaco o que su consumo podría provocar adicción. Porque la realidad es que sus usuarios continúan inhalando nicotina (más del 90 por ciento de los que se comercializan contienen este compuesto).

Además, al igual que la OMS aconseja que no se usen los cigarrillos electrónicos para dejar de fumar, la legislación prohíbe su uso a menores y en sitios públicos. Y a todo esto hay que sumar el análisis elaborado por el Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo donde se explica muy bien la actualidad sobre el tema. "Después de unos años de boom en España estamos viviendo un cierto decrecimiento", afirma.


Muchos españoles creen que es perjudicial para la salud. (Getty Images)
Muchos españoles creen que es perjudicial para la salud. (Getty Images)

Las declaraciones de los expertos tampoco han ayudado mucho, pero entre ellas destaca sobre todo la del presidente de la Organización Médica Colegial, Juan José Rodríguez Sendín, quien no duda en explicar que "el cigarrillo electrónico es una trampa muy peligrosa y engañosa".

Pero la realidad es que no está demostrado que los cigarrillos electrónicos no produzcan daños para la salud, porque contienen elementos tóxicos, como la nicotina y otros cancerígenos en concentraciones menores al tabaco convencional, aunque “nada despreciables”.

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Asimismo, los e-cigarrillos contienen sustancias lipídicas, tanto para disolver el glicerol, que es un alcohol, como los componentes que se utilizan para darle sabor, que están autorizados para su consumo alimentario por vía oral (para comerlos) pero no para inhalarlos.

Por eso, cuando se utilizan en concentraciones muy elevadas como ha sido el caso del paciente de A Coruña que fumaba hasta cinco cargas diarias (equivalente a cinco cajetillas de tabaco convencional), conlleva riesgos para la salud.

Por otro lado, según una investigación realizada por la American Heart Association, las emisiones de cigarrillos electrónicos no son "vapor de agua inocuo" como se afirma con frecuencia, y puede ser una fuente de contaminación del aire en interiores.

En este sentido, los especialistas alertan de la existencia de un “vapeo pasivo”, ya que la nicotina y otras sustancias tóxicas como el benceno o formaldehído se quedan en el ambiente a través del vapor que se exhala, lo que es más preocupante en espacios reducidos, como el habitáculo de un vehículo, en bares y en restaurantes.

Todo parece indicar que los e-cigarrillos no son la solución al tabaquismo. Desde la CNPT advierten que cada vez hay más evidencias y se acentúan más las dudas sobre su utilidad, seguridad y potencial peligrosidad. Y no podemos ignorar que estos dispositivos generan

intereses comerciales que se mezclan con los científicos y sanitarios.




Fuente: Yahoo España: El cigarrillo electrónico, un invento con muchas incógnitas aún por resolver