La casualidad que llevó a Christopher Reeve a dejarnos un mensaje de humildad inolvidable

Christopher Reeve durante la gala del 50 aniversario del Instituto Kessler en honor a Christopher Reeve en el New Jersey Performing Arts Center en Newark, Nueva Jersey, Estados Unidos. (Foto de Ron Galella/Colección Ron Galella a través de Getty Images)
Christopher Reeve durante la gala del 50 aniversario del Instituto Kessler en honor a Christopher Reeve en el New Jersey Performing Arts Center en Newark, Nueva Jersey, Estados Unidos. (Foto de Ron Galella/Colección Ron Galella a través de Getty Images)

Siete días después de estrenar una de sus películas, Christopher Reeve comprobó en su propia piel que, a veces, es cierto que “la realidad supera a la ficción”. Se había preparado para interpretar a un policía parapléjico en el thriller Sospecha fatal (1995), visitando centros de rehabilitación, conociendo a pacientes y aprendiendo a utilizar una silla de ruedas. Y lo hizo con la certeza absoluta que otorga la buena salud, creyéndose inmune a este tipo de trastornos físicos. Sin embargo, el destino lo cambiaría todo porque una semana después del estreno en HBO, sufrió el accidente de equitación que lo paralizó para siempre del cuello hacia abajo.

El actor que pasó a la historia como el Superman más emblemático del cine había comenzado a cabalgar en 1985, después de aprender la disciplina para el rodaje de Anna Karenina. Diez años más tarde participaba en eventos y competencias ecuestres. Pero el 27 de mayo de 1995 su caballo de repente se detuvo durante un concurso con saltos de obstáculos. Reeve cayó de cabeza, fracturándose la segunda y tercera vértebra cervical y seccionando la médula espinal. Se despertó cuatro días más tarde en el hospital, descubriendo que no podía respirar por su cuenta y que había perdido la movilidad total de su cuerpo. Tenía 42 años.

"Mi cabeza estaba desconectada del cuerpo y solo los músculos del cuello estaban aguantando. La cirugía que hicieron cinco días después fue un milagro", explicó en 1998 a Oprah Winfrey.

Superman, interpretado por el actor estadounidense Christopher Reeve (1952 - 2004), sostiene un cristal verde en la Fortaleza de la Soledad, en una imagen promocional de 'Superman', dirigida por Richard Donner, 1978. (Foto de Silver Screen Collection/Getty Images)
Superman, interpretado por el actor estadounidense Christopher Reeve (1952 - 2004), sostiene un cristal verde en la Fortaleza de la Soledad, en una imagen promocional de 'Superman', dirigida por Richard Donner, 1978. (Foto de Silver Screen Collection/Getty Images)

“Estás en shock”, añadió al recordar el momento en que tomó consciencia de su nueva realidad. “No puedes creer que tu vida tomó este camino porque tienes un mapa, tienes una idea hacia dónde quieres ir, tienes metas y aspiraciones. Realmente pensaba a los 42 que estaba en mi mejor momento, tanto personal como profesional. Que solo vendrían cosas buenas y, de repente, que te pase esto es un golpe. Piensas en todo lo que podrías haber hecho diferente, te culpas..."

En esos momentos consideró que era mejor dejarse morir. Pero su esposa le aseguró que seguía viéndolo con los mismos ojos, que seguía siendo él mismo a pesar de las circunstancias. Y así, entre el apoyo de Dana y sus hijos, aceptó someterse a la arriesgada operación que conectaría el cráneo con su columna vertebral. Es más, una noche, poco antes de la cirugía, apareció un doctor con acento ruso y guantes quirúrgicos diciéndole que era proctólogo e iba a realizarle una prueba rectal. Pero era su amigo Robin Williams imitando a su personaje de Nueve meses (1995). Se conocieron en los años '70 cuando estudiaban en la prestigiosa escuela Juilliard. Fue la primera vez desde el accidente que Christopher Reeve volvía a sonreír.

ESTADOS UNIDOS - 07 DE MAYO: El cómico Robin Williams besa la cabeza de su amigo Christopher Reeve mientras la esposa de Reeve, Dana, y su hijo mirarán antes de una proyección del Festival de Cine de Tribeca de

Sin embargo, a pesar del amor que le rodeaba, su vida había cambiado literalmente por completo. Había perdido la capacidad de caminar y respirar por su cuenta, mientras se veía forzado a dejar la interpretación y sus sueños de dirigir películas a un lado. Pero, además, había perdido toda la sensibilidad física. No podía abrazar a sus hijos ni a su esposa. Y si ellos lo hacían, no los sentía. “Llevo 3 años sin darles un abrazo y eso me duele más a mí que a ellos”, detallaba en la misma entrevista.

A pesar de todo, Christopher Reeve se convirtió en un símbolo de resiliencia y supervivencia, reconstruyendo sus pensamientos en torno a su experiencia con una humildad que no deberíamos olvidar nunca. Él mismo relató lo vivido en Still Me, un libro autobiográfico publicado en 1998 donde detallaba los pensamientos negativos que había tenido después del accidente, imaginando a diario todo lo que podría haber hecho diferente para evitar la tragedia. Pero con el tiempo había aprendido a desterrar esos pensamientos porque no le permitían seguir adelante. Incluso había llegado a una conclusión maravillosa en torno al golpe cruel del destino.

Porque prepararse para interpretar un personaje parapléjico y luego terminar viviendo la misma condición es una de las casualidades más inesperadas y terribles que cualquiera podría imaginarse. Sin embargo, Christopher Reeve no se aferró a la crueldad del destino ni a la terrible casualidad que le tocó vivir, sino que encontró otra manera de recordarlo, convirtiendo la experiencia en una lección de humildad para todos.

"Cualquier cosa le puede pasar a cualquiera. Recuerdo la última película que hice. Interpreté a un parapléjico. La película se llamaba Sospecha fatal, fui a un centro de rehabilitación y trabajé con la gente allí para poder similar ser un parapléjico. Y cada día me subía a mi auto, manejaba y decía 'gracias a Dios que no soy yo' y siete meses más tarde estaba en esta condición”, explicaba a Oprah.

Recuerdo lo engreído que fue aquello, como si hubiera sido un privilegiado en cierto modo. Pero el punto clave es que todos somos una gran familia. Y cualquiera puede lastimarse en cualquier momento”.

“Nunca deberíamos pasar al lado de alguien en silla de ruedas y tenerles miedo o pensar en ellos como un extraño. Podríamos ser nosotros. De hecho lo somos”, sentenciaba.

A su vez, también expandió su declaración en el programa de David Letterman el mismo año, explicando: “Miro hacia atrás a lo engreído que fui pensando que eso no podía pasarme nunca. Pero lo importante es que estamos todos conectados y cualquier cosa puede pasar en cualquier momento. Lamento la actitud que solía tener”.

En Sospecha fatal, Christopher Reeve interpretaba a un policía que se quedaba en silla de ruedas tras recibir un disparo. Se trataba de un thriller de venganza donde su personaje utilizaba su condición para vengarse de su esposa (Kim Cattrall) y su hermano (Edward Kerr) por el affaire que mantenían a sus espaldas.

Después del rodaje, el estreno y el accidente apenas siete días más tarde, el actor aprendió con el tiempo a conectar la relación macabra del destino entre su película y su nueva realidad, desde una visión humilde que habla del reconocimiento de las víctimas de este tipo de lesiones que viven un golpe vital que, efectivamente, le puede pasar a cualquiera. Que por estar sanos y erguidos no significa que tengamos la salud asegurada. Él mismo reconocía haber observado a los pacientes con los que trabajó para crear su personaje desde un plano engreído, sintiéndose inmune a la condición. Pero no lo era. Nadie lo es.

Al final, Christopher Reeve no dejó que su condición lo frenara para siempre. Aprendió a reconocer la cercanía emocional que había desarrollado con sus hijos al no poder darles atención física, descubrió que podía “ser más verdadero con la gente” y a valorar más su experiencia como ser humano. “Intento pasar mi tiempo de una manera que valga la pena”, decía a Letterman. “Solía ser bastante egocéntrico, con ambición y todas esas cosas que tienen los actores. Ahora estoy más relajado al respecto”.

En aquellas entrevistas de 1998, Christopher Reeve hablaba con esperanza de una cura en el futuro, asegurando que estaba convencido de que volvería a caminar en “2 o 3 años” gracias a los avances médicos. No fue el caso, pero su intensa disciplina física ayudaron a alcanzar ciertas mejorías. En el año 2000 había conseguido realizar pequeños movimientos con los dedos y otras partes del cuerpo, y dos años después sentía la diferencia entre el frío y el calor en el 65% de su cuerpo (Fuente: The Guardian). Además, fundó varias asociaciones a favor de la investigación de lesiones en la columna vertebral e hizo campañas para pasar legislaciones que ayuden a pacientes con la misma condición. Incluso volvió a actuar y dirigió un largometraje para HBO (In the gloaming).

Christoper Reeve falleció en 2004 a los 52 años a raíz de un ataque cardíaco, consecuencia del deterioro que su organismo estaba sufriendo desde el accidente. Pero dejó un legado que no solo encontramos en su figura como el Superman del cine, el activismo o sus campañas, sino también en mensajes como estos que nos hablan de apreciar la vida sin prejuicios ni dándola por sentada.

Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine54.

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