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Cómo conservar albahaca, perejil y otras hierbas para que duren hasta un año

Cuenta la mitología que Ulises se quedó por muchos años en la isla de Calipso, encantado por las atenciones y el amor de la hermosa ninfa, pero además de sus virtudes, Calipso contaba nada más y nada menos que con perejil, hierba milenaria a la que se consideraba un afrodisíaco y que explica -para algunos expertos- cómo ella pudo retenerlo durante tanto tiempo.

Y es que el perejil representaba para los griegos la alegría y el triunfo por lo que era frecuente su uso con distintos fines que hoy son legendarios, según comparte Rita Schnitzer en su libro Leyendas y mitos de las flores de Ediciones Elfos. Lo que sí es definitivamente cierto es que el perejil es rico en vitaminas A y C, en calcio y manganeso y sus propiedades lo convierten en un remedio casero tradicional como diurético y como auxilio natural contra el mal aliento.

La albahaca no se queda atrás en virtudes míticas. Tanto los hindúes como los egipcios dedicaban esta hierba a los dioses y cómo no, si su sabor es casi celestial. En salsas y guisos es frecuente, pero además ofrece beneficios para la salud y la belleza: contiene antioxidantes y es una poderosa aliada para fortalecer el sistema inmune.

(Getty Creative)
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Manzanilla, tomillo, romero, lavanda, son muchas las hierbas que nos brindan beneficios que se suman a los que ya ofrecen a las artes culinarias, pero para disfrutarlas todo el año hay que conservarlas adecuadamente para preservar aromas, sabores y propiedades.

Cómo extender su aroma y sabor

El reconocido bioquímico y naturópata Bruno Vonarburg explica dentro de la Guía práctica de las plantas medicinales de William A.R. Thomson, D.M. que al secar las hierbas podemos tener una provisión para todo el año, pues pueden conservarse durante mucho tiempo después de su floración. “Secar es un método natural de conservación por el cual se previene la fermentación y se priva a hongos y bacterias de las condiciones que necesitan para reproducirse: la bacteria necesita para multiplicarse de un contenido del 40-45% de humedad; y los hongos, como mínimo, del 15-20%”, explica.

Para hacerlo, el experto recomienda dos métodos, y para ambos casos hay que lavarlas con mucho cuidado y dejarlas secar. El primer método invita a extender una capa de hierbas sobre una tela de lino y evitar ponerlas en el suelo. El segundo método, muy popular, es atar ramos de cinco o seis tallos y colgarlos boca abajo en un lugar cálido, ventilado, sin luz solar directa.

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Vonarburg recomienda proteger las plantas de la humedad y de insectos, además de que debemos evitar tocarlas con las manos durante o después del secado. Otro consejo del experto es evitar unir las hierbas de olores fuertes con las más suaves, así como también evitar mezclar hierbas frescas con las secas. El tiempo de secado es de entre dos y cuatro semanas.

Otro método más rápido, pero que implica gasto de energía, es el secado en horno, con el cual se ponen las hojas limpias en un bandeja a la temperatura más baja del horno precalentado durante 20 minutos. Se dejan en el horno durante toda la noche y sabrás que están listas porque se desmoronan fácilmente y están crujientes.

Una vez secas, es ideal guardarlas en frascos herméticos muy limpios y secos, identificados y con fecha. Pueden durar hasta un año conservando su sabor y propiedades al ser usadas en infusiones y preparados.

El poder del frío

También es posible preservar el sabor y propiedades de las hierbas congelándolas, lo cual además evita el enmohecimiento y es muy práctico para usar, pero esto también tiene sus métodos y debemos prepararlas con antelación.

Las hierbas son muy frágiles, por lo cual una manera gentil de lavarlas para conservarlas, sea deshidratadas o congeladas, es sumergirlas en un recipiente con agua fría. El chorro de agua directo podría dañar la estructura de sus hojas. Antes de cualquier proceso se recomienda secarlas con papel absorbente para retirar la mayor cantidad de humedad. Hay que poner especial atención en eliminar tierra, insectos y las hojitas estropeadas.

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Pueden congelarse enteras colocándolas en una bandeja con papel encerado, una vez heladas se pasan en una sola capa a bolsas herméticas a las que se les debe extraer el aire. Este método es ideal para hierbas de hojas grandes como la albahaca y el romero.

Otro método conveniente, sobre todo, para las hierbas de hojas pequeñas como el perejil, la menta y el tomillo es congelarlas en bandejas para cubitos de hielo muy limpias. Para esto, una vez lavadas y secas, debemos cortarlas y poner en cada compartimento de la dos cucharadas de hierbas, completar con agua filtrada. Cuando estén congeladas se sacan los cubitos y se colocan en bolsas herméticas identificadas en la heladera. También se pueden poner 5 ó 6 hojas enteras y añadir agua.

Una idea práctica es preparar cubitos helados de infusiones para tomarlas luego, o usarlos como tónicos refrescantes.

Las hierbas se pueden congelar directamente en las bolsas herméticas, extendiendo las ramas limpias y sin humedad muy ordenadas dentro de cada bolsa. Debemos asegurarnos de crear un vacío en las cosas extrayendo todo el aire. Pon las bolsas identificadas unas sobre otras.

Se conservan congeladas por dos meses, pero si se blanquean antes, es decir, se sumergen en una olla de agua hirviendo por dos minutos y se escurren muy bien, pueden llegar a durar hasta seis meses.

Al usarlas, ponlas directamente del congelador a la preparación, o al batido. La desventaja de este método es que no pueden usarse en ensaladas porque al descongelar no se verán bien e incluso su sabor podría cambiar.

Hierbas llenas de belleza

Una manera antigua y eficaz de aprovechar las hierbas son los baños vegetales. Esto consiste en llenar un pequeño saquito con las hierbas y sumergirlo en el agua de la bañera. Según explica Bruno Vonarburg, los baños de hierbas vigorizantes se deben tomar en la mañana y los sedantes por la noche. Así, refiere que el romero es fortalecedor, la lavanda es refrescante y relajante, las flores de valeriana, tilo y el tomillo son calmantes.

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También, el autor recomienda agregar un puñado de hierbas secas a un bol con agua recién hervida para hacer baños faciales de vapor que purifiquen los poros y suavicen nuestra piel. Para ello recomienda manzanilla y el romero, así como también la menta, que no solo aliviará un resfriado sino que vigoriza la piel.

Asimismo, con infusiones se pueden hacer compresas faciales para calmar y tonificar la piel, para ello se sumerge un trozo de lino, tela de algodón o gasa en la infusión tibia y se coloca sobre el rostro. Cuando se enfría la compresa se puede repetir el proceso y luego se lava la cara con agua fría.

La guía de las plantas medicinales de Rita Schnitzer de Editorial Blume nos muestra que son muchas las hierbas que aportan beneficios: el tomillo contiene un aceite volátil que actúa como antiséptico; el perejil es fuente de hierro, potasio y calcio; la albahaca ayuda al sistema inmune; muchas pueden tener nutrientes, pero debemos recordar al ingerirlas que no siempre lo natural es inocuo, por lo cual es recomendable consultar al especialista antes de iniciar la toma regular de cualquier tratamiento casero con plantas medicinales.

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