Cristina del Valle y Patricio Coutoune, de la pasión por el arte a la tragedia que los unió
Cristina del Valle y Patricio Coutoune no son solamente madre e hijo. También comparten la pasión por la actuación, por entregarse a un personaje, vivir la vida de otro y recibir los aplausos con emoción. Nunca compartieron un escenario , pero hay una posibilidad de hacerlo en el futuro y en eso están trabajando con ansias. LA NACIÓN compartió con ellos una charla y habló sobre el gran proyecto que comparten, la relación que tienen y los dolorosos recuerdos que tienen de la muerte de Claudio Levrino, una etapa muy difícil, pero luego los unió más.
-Cristina, ¿qué pensaste cuando Patricio te dijo que quería ser actor?
Cristina del Valle: -Me lo dijo hace muchos años atrás. Y lo esperaba. Le dije que era una carrera muy difícil y que tenía que saber que un día se comía la gallina y otro día, las plumas.
Patricio Coutoune: -Me dijo: “No seas actor, estudiá”.
Del Valle: -Sí, le dije que estudiara. Me contestó que iba a estudiar abogacía y después cambió a medicina. Se puso el guardapolvo para ir a la facultad y cuando volvió se lo sacó y me dijo: “Voy a ser artista”. Después, cuando hizo David el rey, en 1998, pensé que tenía que ser artista porque estaba maravilloso. Casi me muero cuando dejó todo y se fue a vivir a Miami , pero sé que todo llega cuando tiene que llegar y nadie hace nada en su víspera. Siempre le dije: “¿por qué dejaste, tendrías que haber seguido y hoy serías Ricky Martin? [Risas]. Porque además canta como los dioses...
-Mamá orgullosa...
Del Valle: -Mucho, de mis dos hijos, Patricio y Federico (director artístico de programación de Telefe). Trabajó mucho como actor en Miami con su mujer Pamela Jordán, que es una actriz y escritora maravillosa, y cuando volvió empezó a hacer cosas con (Rodolfo) Graziano, que es muy bueno.
-Es una familia artistas que iniciaste vos Cristina...
Del Valle: -Sí. Inclusive yo hice famoso a (Claudio) Levrino porque hice Un mundo de veinte asientos cuando era muy chiquita, con Arturo Puig y los protagonistas eran Sergio Renán y Dora Baret. Le dije que llamara a la autora, Delia González Márquez. Y no solo eso, también le enseñé a manejar todo. Y fue un exitazo. Hasta entonces Claudio hacía papelitos chicos... No tuvo tiempo de hacer mucho porque sino el mundo hubiera sido de él. Claudio fue la persona más generosa que tuve a mi lado.
Coutoune: - Cuando murió yo tenía 10 años y mi hermano, 2. Fueron años difíciles. Éramos muy bravos con Fede; nos llevamos unos años y éramos tremendos.
Del Valle: -Mal o bien los saqué adelante...
Coutoune: -Claudio tuvo un papel importante cuando me reconcilié con mi papá (Alberto Coutoune). Me crio Claudio , éramos una familia. Cuando mi mamá empezó a salir con él, yo tenía 2 años; mi papá no estaba porque se había ido a vivir a Brasil y cuando volvió, Claudio intercedió para que nos reconciliáramos... porque había algunos rencores y distanciamiento. Eran papá Claudio y papá Tito. Y para Fede también. Y al final tuve tres padres con Rubén (Green , pareja durante muchos años de Cristina del Valle) y diría que cuatro, porque mi abuelo materno estaba muy presente, sobre todo cuando Claudio falleció y mi mamá trabajaba mucho.
-De alguna manera Patricio, tu destino estaba en el escenario porque lo mamaste de los dos.
Coutoune: -Yo acompañaba a Claudio cuando trabajaba en ATC, en Canal 9, al teatro. Me sabía las obras enteras. Me encantaba. El otro día Fede vio una foto de Claudio haciendo una de las primeras películas, El fortín quieto, y tenía una espada que guardé yo durante muchos años. Se lo conté y se la ofrecí porque tiene que tenerla él que es su hijo de sangre. Y al final se la di a su hijo, Salvador, porque ama las espadas. ¡Qué alegría tenía cuando se la di! Le dije que era la espada que había usado su abuelo en una película.
-Tu mamá tuvo una continuidad laboral que no es usual en el mundo del espectáculo, ¿alguna vez tuviste miedo de no tener esa suerte o de que no alcanzara el talento?
Coutoune: -Cuando volví de Miami puse un restaurante y me dediqué a la gastronomía durante muchos años. Recién volví [al mundo de la actuación] el año pasado, después de 20 años. En realidad, antes hice La importancia de llamarse Ernesto y también teatro leído en radio, con Nora Cárpena, pero la vuelta fue con Gayola en París. Nunca dejé de cantar, empezó a gustarme mucho el tango y en la pandemia volví locos a todos en casa; un día empezamos a intervenir canciones de tango con Pamela, y una de ellas se viralizó, y decidimos que ella escribiera un unipersonal relacionado con el tango y yo iba a hacerlo. Y así fue. Estoy muy feliz de haber vuelto a actuar.
-Las relaciones entre madres e hijos no siempre son fáciles, ¿cómo se llevan?
Del Valle: -Nos hemos peleado mucho [Risas]. Lo que sufrí cuando se fue a Miami no se lo puedo decir a nadie. Me acuerdo de que fui con mi hermana a Aruba un día antes de que él viajara; no podía verlo ir. Y me enfermé en Aruba, tuve una neumonía tremenda. Después Federico también quiso irse, pero yo sabía que en 20 días volvía y volvió al día 21 [Risas].
Coutoune: - Cuando nos quedamos solos con mi mamá fue un momento de mucha unión ; éramos muy chiquitos y fue duro; nos costaba la vida social; por ejemplo, el colegio porque todos preguntaban y opinaban. Y eso nos unió mucho como familia. Con el tiempo le elegíamos los novios a mamá ; le hemos echado a varios [Risas]. Y a Rubén le dijimos que sí; era un pan de Dios que para Fede fue lo que Claudio fue para mí. Lo conocimos en una temporada de teatro en Santa Teresita y él se enganchó primero con nosotros y después con mi mamá. Nos llevaba a jugar al tenis. Teníamos muy buena relación. También tuve mucha conexión con mis abuelos maternos porque mamá trabajaba y mi abuelo venía todos los días a cuidarnos a la tarde, miraba los cuadernos, hacía un par de preguntas y mirábamos Bonanza. Hasta que un día, ya estaba Rubén, se dio cuenta de que no hacía falta que viniera todos los días. Confiaba en Rubén, él era muy buena persona.
-¿Cómo son los encuentros familiares?
Coutoune: -Hablamos un poco de todo, especialmente de nuestra historia, de lo que sucedió, de lo que vivimos, de lo que nos pasa. Somos muy unidos.
-¿Quién cocina?
Coutoune: -Ni mi mamá ni Pamela cocinan mucho.
Del Valle: -Les cociné siempre de chicos, pero ya no tengo ganas.
Coutoune: -A veces vamos a comer afuera y si no nos juntamos en mi casa, y ahora en la casa de mis hijos, que ya viven solos. O en lo de mamá. A la novia de mi hijo le gusta cocinar y lo hace muy bien. También yo cocino, y Fede.
-Nunca trabajaron juntos, ¿les gustaría?
Coutoune: - Estuvimos buscando una obra y nos gusta una que había hecho Claudio, Jardín de otoño. La vi cuando yo tenía 8 años y es una linda obra. Hay dos protagonistas, que en ese momento eran Chela Ruiz y Rosa Rossen.
Del Valle: -Hubo otras versiones en las que ellas desnudaban al galán y Claudio no quiso saber nada; solamente permitió que le sacaran la camisa. Yo quiero volver a trabajar . Lo último que hice fue la novela Golpe al corazón, en 2018; entré por una semana y me quedé casi hasta el final, una semana antes de que terminara.
Coutoune: - Ojalá se dé. Mi mujer, Pamela, está haciendo una adaptación de Jardín de otoño.
-Patricio, este año protagonizás tres obras, ¿de qué se tratan?
-El 5 de marzo vuelve la segunda temporada de Gayola en París, con la dirección de Pablo Gorlero, todos los miércoles en el Complejo Ítaca. Estamos con el mismo equipo, nos fue muy bien, gustó mucho, tuvimos cinco nominaciones y ganamos dos, al Mejor unipersonal musical y, yo, a la Revelación masculina. También nos nominaron para el premio ACE y fue una sorpresa. Además, el sábado 5 de abril estrenamos un musical de tango que se llama Como dos extraños, de Damián Lencina y que dirige Irrute. Somos 20 en escena, entre actores, cantantes y bailarines, y vamos a estar en el Atroden Club, en San Telmo. Es una historia de desamor en la que interpreto al dueño de Marabú, en los años 40
Del Valle: -Yo le conté que su abuelo paterno iba mucho al Marabú.
Coutoune: -Mis abuelos eran muy tangueros, mi tía Marta lo baila y mi papá me hacía escuchar muchos tangos. Y mi abuelo, además de podólogo, era representante de artistas de varieté y le gustaba ir a los boliches y a los cabarets. Era íntimo amigo del dueño de Marabú, que es el personaje que hago yo. Increíble. Pero el gran desafío de este año es una obra de Arthur Miller, Incidente en Vichy, que dirige Pablo Gorlero, y se hizo solamente una vez en nuestro país, en los 70. En Vichy, en el norte de Francia, hicieron un pacto durante la Segunda Guerra Mundial, de no llevarse a los judíos; somos 15 actores en escena y vamos a estar en el Espacio Callejón, a partir del 5 de junio. Estoy muy entusiasmado.