Crítica de Locas en apuros: un viaje de negocios a China es el punto de partida para una comedia con muchos altibajos y lugares comunes
Locas en apuros (Joy Ride, Estados Unidos-Reino Unido/2023). Dirección: Adele Lim. Guion: Adele Lim, Cherry Chevapravatdumrong, Teresa Hsiao. Fotografía: Paul Yee. Edición: Nena Erb. Elenco: Ashley Park, Sherry Cola, Stephanie Hsu, Sabrina Wu, Debbie Fan, Kenneth Liu. Calificación: No disponible. Distribuidora: BF Paris. Duración: 92 minutos. Nuestra opinión: regular.
Las historias de viaje y desenfreno ya han transitado por todas las combinaciones posibles. Despedida de soltero, altas dosis de alcohol e inconsciencia (¿Qué pasó ayer?). Despedida de soltera, descontrol y amistades impensadas (Damas en guerra). Despedida de soltera, Miami y strippers (Hasta que el cuerpo aguante). El molde siempre parece estirarse para habilitar un nuevo desvío, una excusa mejor o peor para el caos y las risas. Locas en apuros despeja la despedida de soltera como punto de partida y elige un viaje de negocios a China como pretexto para fiestas, borracheras y malentendidos. Las viajeras son mujeres, algunas nacidas en China y emigradas a los tados Unidos, otras desorientadas o en busca de su origen, todas empujadas por la euforia del guion antes que por el propio anhelo de diversión. Un poco de comedia, otro de melodrama lacrimógeno, una travesía algo accidentada con más altibajos de ritmo que buen humor.
El prólogo presenta a Audrey y Lolo en su niñez, en su primer encuentro en una plaza. Audrey es hija adoptiva de padres blancos, Lolo es hija de inmigrantes chinos en los Estados Unidos. Juntas afrontarán la adolescencia y forjarán un vínculo de amistad y resiliencia pese a sus personalidades dispares. Audrey es disciplinada y estudiosa, Lolo está siempre a un paso de la sanción. En el presente, Audrey (Ashley Park) es una abogada responsable y trabajadora, a punto de convertirse en socia de un estudio importante si logra cerrar un acuerdo en China. Lolo (Sherry Cola) es artista free lance, vive en el garaje de Audrey y espera triunfar con sus esculturas genitales. Pese a las diferencias, son las mejores amigas. Y la oportunidad de celebrar esa amistad llega con el viaje de trabajo a China, en el que Lolo oficiará de traductora y llevará como mascota a ‘Ojitos’ (Sabrina Wu), una prima algo antisocial que trae a Audrey malos recuerdos. En Pekín el trío se convierte en cuarteto cuando Audrey suma a Kat (Stephanie Hsu), su compinche de la universidad, ahora convertida en estrella de telenovelas.
Lo que parece un grupo heterogéneo se convierte en una sumatoria de arquetipos equilibrados para llevar adelante el caos prometido. Por ello desde que desembarcan en China pasará de todo: extravío de pasaportes, líos con un narcotraficante, vómitos y desmayos, sexo de a uno, dos y tres. Lo que China aporta como contexto no es más que una serie de tópicos usuales que refieren a la comida, el rol de la familia y las inmensas planicies del país sin trascender de la condición de decorado como en otras películas fueron Miami o Las Vegas. La identidad como eje de exploración que propone la veta melodramática no alcanza a desarrollarse más que en algunas escenas sensiblonas, que se tramitan con los reencuentros esperables y un constante reinicio de la fiesta interrumpida. Si bien varios de los gags resultan divertidos y la idea de chicas experimentando el sexo y la diversión sin tabúes ni pudores puede resultar liberadora, la amalgama entre comedia escatológica y melodrama maternal termina forzada dentro de un esquema ya desgastado al que se termina vistiendo con falsas emociones.