El día que la ’Tota’ Carbajal se convirtió en el primer hombre en jugar 5 copas del Mundo

—Pues a mí me gusta más Calderón. Las palabras salieron como balas de la boca de Nacho Trelles.

—¿Estás seguro Nacho?, la Tota siempre nos ha ayudado. ¿Te acuerdas de hace tres años en Chile? Los checos nos hicieron gol al minuto y tú mismo dijiste que si no hubiera estado él, ese partido no lo ganábamos ni con Dios Padre.

El que respondía era Raúl Cárdenas, pasante de entrenador y auxiliar de Trelles, preocupado porque además era cuate de Antonio Tota Carbajal y, avezado, veía que al portero de la selección se le venía un partido contra la desesperanza.

—Pues como sea, Carbajal anda fallando mucho. En una semana es la Copa de Concacaf y el portero será Nacho Calderón.

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La portería de una Selección es un esfuerzo de largo aliento. Llegar a ella no es fácil y la salida casi siempre es dinamitada. El cambio generacional se asemeja a un león viejo en la manada al que le cuesta aparejarse al ritmo de los nuevos.

Fue el 28 de marzo de 1965 cuando Antonio Carbajal se convirtió oficialmente en el león viejo del equipo. Por sus ojos desfilaron la teatrología del Maracaná, los campos suaves de Suiza, el primer punto en Suecia y, por supuesto, la histórica victoria en Chile. Tenía 21 años al empezar ese campo traviesa.

Fatuas curvas de la vida. Cuando Nacho Calderón le arrebató la portería, tenía 21 años. Era un mozalbete espigado, atractivo tapatío, chulo para las fotografías. Usaba patillas calibradas al roce de sus ojazos de plomo verde, pero por encima de todo, era buen portero. El Tubo Gómez lo supo cuando se le aproximaba en las Chivas, “este chamaco me va a quitar el puesto”.

Concentrada la Selección, la camaradería era habitual. Nacho Calderón lo aceptó con la cara de un niño pillado en una travesura (“me sentía como en juguetería. Estaba junto a mi ídolo Antonio Tota Carbajal, jamás pensé que me tocaría luchar con él por la portería. Nunca tuvimos algún problema, al contrario, me daba consejos”).

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Lo de Nacho Calderón era otra cosa. Había participado en la película Las Chivas Rayadas en 1962 y a tres meses de viajar a Inglaterra, recibió la llamada del actor del momento, César Costa, el niño rebelde de México, quien lo invitó a aparecer en ¡Adiós cuñado!

“Trelles me autorizó a grabar en mi tiempo libre. La cinta fue un éxito, en ella mi novia era la actriz Irma Lozano, entonces fue cuando surgió el proyecto de las fotonovelas que hice durante 15 años”, y es que Calderón sólo extendía el brazo y se le colgaban las mujeres.

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Para entonces, Carbajal ya era un viejo león inteligente. Sabía que, aunque corto, el Mundial es un torneo que puede convertirse en eterno. Tenía ya cuatro en sus espaldas. En los diarios de Inglaterra había notas pequeñas de que había llegado un hombre insólito, el único que podría alcanzar las cinco copas.

La Tota no estaba ansioso. Hoy, a carcajadas, recuerda que fue el Mundial que más disfrutó. Cantaba en el autobús las de José Alfredo Jiménez y sabía que el desenlace surge con el destino.

Entonces sucedió: Nacho Calderón se lanzó en un entrenamiento y se lastimó la clavícula izquierda. El dolor agudo no se fue ni con el descanso de esa noche. Restaban tres días para el debut ante Francia.

Pero el entrenador Nacho Trelles era terco, así que le inyectaron lidocaína con lo que el dolor no apareció a pesar del frío crepuscular. El resultado no fue malo para una afición amedrentada con la derrota. Empate a un gol porque Enrique Borja anotó tras el “¡no falles!” de Fernando Marcos que retumbó en los televisores y Gerard Hausser clavó el suyo al robarle el balón a Arturo Chaires.

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El ambiente se distendió. Esa noche La Tota Carbajal y Raúl Cárdenas en el hotel andaban nerviosos. Salieron con sigilo para abordar un taxi, pero Nacho Trelles era más sabio por viejo que por diablo.

—Cuando vi que se iban, los seguí. Fueron a un bar, así que me colé por la puerta de servicio y le pedí a un mesero su moño y saco. Cuando estaban sentados con mujeres que les caigo de sorpresa diciéndoles, “¿qué van a ordenar los jóvenes?”, que se quedan petrificados, me los llevé de regreso de las orejas.

El segundo juego fue la alineación del miedo ante Inglaterra.

La Selección de ese país era una llaga para Trelles porque en 1961 les metió ocho goles, a partir de ahí, Manuel Seyde, periodista de Excélsior, los apodó Ratones Verdes.

Ese año en la cancha estuvieron seis defensas, tres centrocampistas y un delantero. El marcador fue 2-0 con golazo de Bobby Charlton y Roger Hunt al empujar el balón luego del rechace de Calderón, quien se levantó adolorido del hombro izquierdo. Hay quien dijo que se equivocó y de ahí que no apareciera en el tercer partido, pero la verdad es que ya andaba con cabestrillo y no podía porterear.

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Trelles, que a pesar de su disciplina tenía buen corazón, echó una mirada al león viejo al que le daría la oportunidad de ser el primero en jugar cinco Copas del Mundo. La historia dará más valor a La Tota Carbajal que a la Selección. Empate a cero con Uruguay, -el único partido en que no me hicieron gol-.

Se hincó en la línea de meta, como si el larguero fuera el friso de una catedral y se persignó. Al escuchar el silbatazo final, roto en sentimiento, se miró los dedos torcidos por los balonazos de tantos años, igual que un león viejo se mira las cicatrices de tantas heridas por defender a la manada.

De puro macho se aguantó el llanto justo cuando comenzaba a llover y viendo al cielo dijo —Diosito sí lloró. Alguien se acercó a susurrarle: “dice Guillermo Cañedo que quiere tu suéter” y se lo quitó al instante, por lo que llega un momento en que nadie se percató que andaba con el pecho abierto.

De pronto, unas manos piadosas le echan una gabardina encima. Muchos años después recuperó ese suéter y lo envió para subasta a los damnificados de la tragedia en San Juan Ixhuatepec, San Juanico, donde por la explosión de las plantas de gas licuado de Petróleos Mexicanos, murieron alrededor de 600 personas.

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La última noche en Inglaterra hubo fiesta. Se ordenó abrir champaña y todos se juntaron para el adiós del león viejo: La Tota Carbajal dejó el futbol con un brindis. Luego cantó “Cucurrucucú Paloma” y sonrío como mariachi al filo de la madrugada.

Todo era felicidad hasta que Calderón se paró junto a él y lo abrazó. Ahí mismo comunicó que también se retiraba, (“porque mi padre me había pedido un título universitario, estaba en segundo semestre de odontología. Iba a estudiar, pero al volver, una carta del presidente Gustavo Díaz Ordaz al rector de la Universidad de Guadalajara sirvió para que me ayudaran cuando tuviera que faltar, entonces pude continuar con el futbol”).

El león joven estaba listo para escribir su historia; el león viejo se despedía definitivamente de la manada.

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Alineación de México vs Uruguay en Inglaterra 1966

(19 de julio de 1966)

  • Titulares:

Antonio Carbajal

Arturo Chairez

Gustavo Peña (Capitán)

Gabriel Nuñez

Isidoro Díaz

Ernesto Cineros

Guillermo Hernández

Magdaleno Mercado

Aaron Padilla

Salvador Reyes

Enrique Borja

  • Suplentes:

Jesús Del Muro

Ignacio Jáuregui

Felipe Ruvalcaba

Javier Fragoso

Francisco Jara

Ignacio Calderón

José Luis González

Luis Regueiro

Elias Muñóz

Ramiro Navarro

Javier Vargas

  • Entrenador:

Ignacio Trelles