Detrás del rodaje: una dolorosa escena de sexo, trompadas a traición y un protagonista ofendido, entre las más leídas del 2024
Dos películas marcadas por el erotismo y la controversia, que intentaron aprovecharse de ello para revalidar su propia mediocridad. El regreso recurrente de Hollywood a las viejas fórmulas, que a veces sale bien y a veces no. Un clásico de cine, en cuyo rodaje nadie se soportaba. Y tres éxitos modernos que entendieron a la pasión de manera muy diferente, al mismo tiempo que aportaron nuevos conceptos narrativos, renovando lo que se conoce como cine contemporáneo. Siete historias que revelan los secretos que se esconden “detrás del rodaje”.
Acosada: el mito del eterno retorno
Uno de los muchos problemas que tuvo Acosada (mucho más conocida por su título original, Sliver) fue que compartió protagonista y guionista con Bajos Instintos, estrenada un año antes. Comenzaba la década del 90, y los thrillers eróticos estaban de moda. El impresionante éxito del film de Paul Verhoeven (que había seguido la estela dejada la década anterior por Nueve semanas y media) puso en valor a una película que no se lo merecía.
El entusiasmo de la platea por volver a ver a su femme fatale favorita, se desinfló al enfrentarse a una historia menor y sin gracia. Sharon Stone se la vio venir y aceptó participar solo si le daban un porcentaje de las ganancias. Encima, con su coestrella, William Baldwin se llevaban horrible. Tanto, que el guionista Joe Eszterhas contó que durante una de las escenas de sexo, Stone le mordió la lengua a Baldwin tan fuerte, que el actor no pudo hablar por varios días . Terminado el rodaje, llegó el turno de la censura: se debieron realizar 110 cortes, además de volver a filmar algunas secuencias, lo que aumentó el malestar entre sus protagonistas. Con el despropósito estrenado, su director, Phillip Noyce declaró: “Sharon nunca lo quiso hacer, tenía miedo de quedar encasillada”. Y cuánta razón tuvo.
Infidelidad: adulterio a la francesa
Antes se mencionaba a Nueve semanas y media. Con los años su director, Adrian Lyne, se entusiasmó con esto de llevar romances turbios a la pantalla grande. No se lo puede culpar: con Atracción fatal y con Propuesta indecente le había ido muy bien. Para Infidelidad se apoyó (por decirlo de alguna manera) en La Femme infidèle, film de Claude Chabrol de 1969. La historia de una mujer que le es infiel a su marido con un desconocido, provocando un vendaval de consecuencias entre risibles y fatales, quedó a mitad de camino por reparos de sus propios protagonistas.
A Richard Gere no le gustaba el papel, ni tampoco el estilo del director: “Hablé con él antes de empezar porque soy actor, pero también soy un ser humano. Hay límites que no pienso cruzar a ningún precio. Era consciente de que tenía por delante un futuro y una carrera, así que hablé con Adrian sobre cómo pensaba encarar las escenas de sexo. Le dejé en claro, desde el principio, que no quería ir demasiado lejos. Por ejemplo, no actúo completamente desnudo”. Un tibio. Diane Lane, su coequiper, le puso más voluntad, y a raíz de eso terminó con una hernia en el cuello . Infidelidad quedó a mitad de camino, y hoy apenas se la recuerda. Por algo será.
Troya: el talón de Aquiles de Hollywood
Troya nació a la sombra de Gladiador, y por más de un motivo. Para empezar, la épica de Ridley Scott había aggiornado un género olvidado por Hollywood. Al mismo tiempo, Wolfgang Petersen había rechazado dirigir el film de Russell Crowe, así que cuando le ofrecieron hacer esta, que encima iba a terminar siendo protagonizada por Brad Pitt, aceptó inmediatamente. Estaba cantado que un rodaje con semejante despliegue y semejantes batallas, iba a tener sus problemas, y Troya los tuvo. Especialmente con el accidente que derivó en la muerte del fisicoculturista George Camilleri. El especialista se rompió una pierna durante una secuencia de pelea, y debió ser sometido a una cirugía de emergencia; poco después murió.
Igualmente, hay que decir que el rigor del rodaje tuvo su lado lúdico: decididos a no usar dobles, Pitt y Eric Bana hicieron una apuesta por la cual cada uno debía pagarle al otro, por cada golpe accidental, cincuenta dólares (si era suave), o cien (si era más fuerte). Al terminar la tarea, Bana recibió 750 dólares de su despiadado compañero, que le había dado de lo lindo. A pesar de sus graves imprecisiones históricas, Troya fue un éxito para todos, menos para algunos de sus responsables. Peter O´ Toole nunca vio la película completa y criticó duramente el trabajo del director; Orlando Bloom no la pone en su CV -”Creo que, por cierto, borré esa película de mi mente. (...) No quería hacer la película. No quería interpretar a este personaje”- y Diane Kruger no entiende por qué la criticaron y la critican tanto por su papel, además de considerar a la película “muy comercial”. Y sí, era la idea.
El puente sobre el río Kwai: la teoría del caos
Aunque la memoria emotiva inmediatamente relaciona El puente sobre el río Kwai con la inolvidable tonada de la “Colonel Bogey March”, la película alcanzó muchos méritos para convertirse en un clásico del cine. Inauguró tanto el formato Cinemascope, como la carrera de su director, el inglés David Lean, en Norteamérica.
Luego de Cary Grant, Laurence Olivier, Charles Laughton y Spencer Tracy, apareció el nombre de Alec Guinness para el rol protagónico. El director lo recibió personalmente en el aeropuerto de Ceilán y, según el artista, lo primero que le dijo fue: “Me imagino que sabes que yo quería a Charles Laughton”. Esto generó un estado de furia, que continuó durante todo el rodaje, con diversos enfrentamientos. Lo que se dice: tacto cero.
Este fue el primero de una enorme cantidad de problemas que rodearon la filmación. Sin embargo, todo aquel caos redundó en un clásico de la historia del cine. Ocho meses de rodaje, tres millones de presupuesto, varias cámaras para filmar la explosión del puente, 30 millones de recaudación, siete premios Óscar, entre ellos mejor película, mejor director y mejor guion. No está nada mal.
Cuatro bodas y un funeral: la peor película de la historia
Los protagonistas dijeron: “Pensamos que habíamos hecho el peor film de la historia del cine”. Pero no: Cuatro bodas y un funeral fue y es un referente de la comedia romántica refinada, de esas que no se olvidan. El guionista Richard Curtis se basó en una historia más o menos personal, para construir un relato, al que le terminó de dar forma el director Mike Newell.
El siguiente paso fue encontrar el reparto, y a Hugh Grant no lo quería nadie. Parece ser que a la hora del casting, el actor mandó el video de su discurso en el casamiento de su hermano, y esto se entendió como una falta de compromiso. Aunque el actor atribuía la decisión a otra cosa: “ Richard Curtis hizo hasta lo imposible para que no me dieran el papel porque pensaba que era demasiado lindo y que Charles tenía que verse como un nerd ”. La sangre no llegó al río, y la película marcó para ambos el comienzo de una hermosa amistad, que continuaría en Realmente amor, Un lugar llamado Notting Hill y El diario de Bridget Jones. La película fue un éxito, su estilo marcó al cine que vino después, y de la noche a la mañana colocó a Hugh Grant en la cima de Hollywood. ¿Qué más se puede pedir?
Diario de una pasión: un negocio redondo
Ni Hayden Christensen, ni Britney Spears, ambos considerados para los papeles principales. Gracias a todos los dioses, los protagonistas de Diario de una pasión no fueron ellos, sino Ryan Gosling y Rachel McAdams. Con el diario del lunes, se podría decir que la película no habría sido lo mismo sin ellos. Y sin embargo, arrancaron el rodaje como perro y gato.
Recordaba el director Nick Cassavetes: “ En una ocasión, Ryan se me acercó y me pidió filmar una escena con otra actriz porque no podía trabajar con ella, y nos tuvimos que reunir con los productores . En esa charla, ambos empezaron a gritarse y yo me fui. Cuando terminó esa conversación, los vi salir más aliviados. Ryan la respetó por la forma en la que ella defendía a su personaje, se dijeron todo lo que pensaban el uno del otro y la filmación siguió adelante sin inconvenientes desde ese momento”. Tanto así que luego fueron pareja durante dos años.
Con un rodaje que estuvo signado por la creatividad y el compromiso que ambos actores pusieron en el proyecto, y en el desarrollo de sus personajes, Diario de una pasión se convirtió en el decimoquinto drama romántico más visto en la historia del cine. Y en el camino recaudó casi cien millones de dólares más de lo que salió . En otras palabras, un negocio redondo.
El club de la pelea: fue la lucha, su vida y su elemento
Ya el libro en el que se basa El club de la pelea se transformó en una novela de culto apenas se lanzó. Por eso no llamó la atención, que el cine enseguida se interesara en ella. Después de que Peter Jackson y Danny Boyle dijeran que no, se pensó en el director David Fincher. Este todavía tenía la garantía de confianza que le había dejado Pecados capitales (apenas salpicada por el fracaso de The Game), así que se dio el gusto de hacer lo que quería; entre otras cosas, contratar a Brad Pitt para el papel del desaforado Tyler Durden. También Fincher puso el ojo en Edward Norton, y lo defendió con capa y espada ante el pedido de los estudios para que pensara en un Matt Damon o Sean Penn.
Durante todo el rodaje fueron dos bombas a punto de explotar agitadas por el director, que sabía que cualquier reacción iba a ser beneficiosa para la película. Así, se dieron situaciones como una en la que Norton le pegó a Brad Pitt una trompada real solo para hacerlo enojar, o que los responsables de la producción pusieran el grito en el cielo por frases del guion. También en la historia detrás de El club de la pelea se habla de espectadores que se retiraron ofendidos de la premiere, o que cometieron actos criminales emulando a sus ídolos de ficción; o de trailers publicitarios que indignaron a su director. En otras palabras, una serie de condimentos que fueron en línea con la ficción y que, de otra manera, no habrían colocado a la película en el sitial que, 25 años después, todavía conserva.