‘Día de la Independencia’ se ganó su lugar como clásico estadounidense gracias a una jugada secreta

'Día de la Independencia' dirigida por Roland Emmerich (Photo by Rick Maiman/Sygma via Getty Images)
'Día de la Independencia' dirigida por Roland Emmerich (Photo by Rick Maiman/Sygma via Getty Images)

Todavía recuerdo el estreno de Día de la Independencia. Fue en el mes de julio de 1996 cuando la película nos convocó en masa, motivados por una campaña promocional que nos había prometido la invasión alienígena más bestial de la historia del cine y un título que reflejaba toda una declaración de intenciones. El éxito traspasó fronteras, resucitó el interés por el cine catástrofe y convirtió a Will Smith en estrella internacional, pero, sobre todo, justificó su título como sinónimo cinematográfico para cada 4 de julio en EE. UU.

Sin embargo, si no fuera por un truco encubierto que jugaron sus creadores, probablemente no habría conseguido dejar una huella tan profunda.

Al director Roland Emmerich se le ocurrió la idea durante la campaña promocional de Stargate (1994), la cinta de ciencia ficción protagonizada por Kurt Russell que exploraba la teoría de que seres extraterrestres influían en la civilización humana. La lamparita se prendió en Europa cuando un periodista le preguntó al director australiano porqué había diseñado la trama si no creía en la existencia de vida extraterrestre. Emmerich respondió pidiéndole al reportero que imaginara cómo sería despertarse una mañana, descubriendo que naves enormes estaban flotando sobre las ciudades más grandes del mundo. Y en ese mismo instante se giró hacia su coguionista, Dean Devlin, y famosamente le dijo: “Creo que tengo una idea para nuestra próxima película” (EW). Así nació Día de la Independencia.

Comenzaron a escribir el guion y dos meses más tarde lo enviaron a diferentes estudios. El interés fue inmediato. Porque un día después se encontraron en medio de una intensa guerra de ofertas que terminó ganando 20th Century Fox tras prometerles un salario de 7,5 millones de dólares (más un porcentaje de las ganancias) (EW).

El proyecto avanzó a pasos agigantados. Emmerich y Devlin reclutaron a Bill Pullman para el papel del presidente de los Estados Unidos, Jeff Goldblum como un genio de ajedrez que anticipaba los movimientos de los invasores y Will Smith como piloto de combate. En tan solo unos días, tres artistas conceptuales ya habían dibujado los primeros storyboards con los alienígenas de tentáculos.

Y mientras tanto, ambos creadores mantenían la intención de hacer coincidir el título, su historia bañada de clichés y patriotismo estadounidense, con el 4 de julio. Porque Emmerich y Devlin sabían que ahí estaba la clave de su éxito, como lo demuestra la siguiente anécdota.

Porque según recordó Dean Devlin a USA Today, algunos ejecutivos de 20th Century Fox no coincidían con ellos y querían titularla Doomdsay o Invasion Earth ­-que podríamos traducir como Día del juicio final o Invasión de la Tierra -. Para colmo de males, descubrieron que habían perdido el interés de estrenarla cerca del 4 de julio.

Como se pueden imaginar, el temor se apoderó de los creadores, conscientes de la importancia que el titulo y la fecha de estreno planificada tenían para que la película atrajera a la audiencia. Pero en lugar de enfrentarse al estudio, diseñaron una jugada que aseguró la supervivencia del plan original.

Todos recordarán el famoso discurso del presidente interpretado por Bill Pullman, cuando se dirige a los soldados antes de lanzar “la batalla aérea más grande en la historia de la humanidad” contra la invasión extraterrestre. En ese momento refleja la coincidencia forzada por el destino, de que esa lucha tenga lugar justamente un 4 de julio. “Una vez más estarán luchando por nuestra libertad, y no de la tiranía, opresión o persecución, sino de la aniquilación”, continuaba para entonces proclamar a toda voz “¡Hoy celebramos nuestro día de la independencia!”

Sin dudas, es la frase más icónica de toda la película que todavía ahora, 27 años después del estreno, se sigue utilizando como clip celebratorio del 4 de julio entre usuarios estadounidenses de redes sociales. Sin embargo, no formaba parte del plan original sino que Dean Devlin la incrustó astutamente el mismo día del rodaje como truco para convencer al estudio de mantener el título original.

No solo eso. Un empleado del departamento de distribución del estudio le aconsejó que creara un póster promocional con el título y lo colgara en los pasillos donde Rupert Murdoch, el exjefe de 20th Century Fox, lo viera.

"Funcionó a las mil maravillas y pudimos mantener el título", dijo Devlin al medio citado. Y es que con la frase de Bill Pullman elevando el clímax de la historia, no habría dejado lugar a dudas de que el título y la fecha de estreno tenían una conexión directa que justificaba el plan.

Porque Día de la Independencia no será una película de arcos dramáticos profundos o interpretaciones merecedoras de premios Oscar (en realidad, las críticas no fueron nada benevolentes), pero no podemos negar que la producción en su totalidad reflejaba la celebración estadounidense desde toda su pomposidad moderna. Les hablo de ese patriotismo cinematográfico bañado de clichés heroicos, donde las frases breves y la batalla militar se utilizan como fuegos artificiales para crear entretenimientos de acción que conectan con el sentimiento patriótico estadounidense.

Día de la Independencia se estrenó oficialmente el 3 de julio en Estados Unidos, aunque las proyecciones comenzaron un día antes para satisfacer la expectación que circulaba en el ambiente. Y aunque la historia no tuviera nada que ver con la declaración de la Independencia del 4 de julio de 1776, la relación entre el título, la fecha y la historia de salvación planetaria bañada de patriotismo estadounidense, funcionó. Recaudó $50 millones en su estreno nacional, para finalmente convertirse en la película más taquillera del mundo en 1996 con un total de $814 millones.

Pero ¿qué hubiera pasado si los ejecutivos de 20th Century Fox se hubieran salido con la suya? La verdad es que cuesta imaginarse el mismo impacto si se hubiera titulado Día del juicio final o Invasión de la Tierra. Dos títulos apocalípticos que suenan cursis y no generan altos niveles de curiosidad. Tal vez hubiera convocado al público, pero no se habría convertido en la producción que icónicamente quedó relacionada para siempre con la cara más festiva del 4 de julio.

Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine54.

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