Es arrogante y explosivo, pero Eduardo Yáñez tiene todo el derecho de criticar a AMLO sin que lo denigren
No es nuevo que Eduardo Yáñez sea una figura de controversia. Lo que es más, me atrevería a decir que, en cierta forma subconsciente, al actor le gusta la polémica, aunque él, muy convencido, no lo admitiría. Y está bien, es una figura pública, y está acostumbrado a no tener pelos en la lengua. Esto lo ha llevado a protagonizar episodios como aquél en que se moqueteó a un reportero en una alfombra roja (de infausta memoria).
Lo que sí es nuevo, y hasta espanta, es el nivel de los ataques que ha recibido el protagonista de 'Destilando amor' por parte de usuarios de redes, al haberse atrevido —al igual que otros colegas suyos como Claudia Ramírez, Luis Gatica, Azela Robinson o Rafael Inclán, entre muchos otros— a manifestar en sus redes, textual y verbalmente su descontento con las medidas, acciones y decisiones tomadas por el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien recibe diariamente una oleada de críticas por su actitud y por las escandalosas pifias y corruptelas de miembros de la llamada "Cuarta Transformación".
Y digo "espanta", porque los fanáticos defensores del gobierno —tanto los que son pagados, como los "bots" (programados) como el público en general que defiende al partido Morena de manera espontánea — se volcaron de una manera altamente agresiva y verbalmente violenta en contra de Yáñez luego de que este utilizara su plataforma de Instagram para publicar un video en el que abiertamente criticaba a AMLO y a su gobierno.
Ya anteriormente, en Twitter y otros espacios, Yáñez había externado su opinión (que es suya y personalísima, no hay que olvidarlo) acerca del presente gobierno de México, haciendo comparativos, a veces exagerados, pero no por ello carentes de validez, entre lo que está haciendo Obrador y los regímenes autoritarios en Cuba y Venezuela. De este modo, Yáñez ha sido muy claridoso y no vacila en señalar que teme se avecine una situación semejante para su país.
Hemos visto en numerosas ocasiones cómo se puede perder toda proporción en redes para cometer ataques precisamente con el cobijo que proporciona el anonimato; cuando hace unas semanas Claudia Ramírez cuestionó a una de las numerosas 'voceras' de la 4T y se volvió tendencia, llegando incluso a recibir Ramírez amenazas de muerte y la revelación de datos privados, algo que es realmente aberrante (y también ilegal).
El caso de Yáñez ha sido igual de escandaloso por la intensidad de los comentarios, que iban desde recordarle el incidente antes mencionado, hasta mensajes brutales acerca de su relación con su madre fallecida y con su hijo, lo que lo llevó, siendo ya de por sí de mecha corta, a responder al ataque de una manera que muchos encontrarían desproporcionada, pero que personalmente, encuentro justa y hasta adecuada, considerando la ralea de los fanáticos a los que encaró.
Tomando como herramienta la misma red social, Yáñez señaló (y cito): "Hoy quiero mandar a mis HATERS a la Ch*&%da, porque me insultan cuando subo algo que no les parece. Pues primero estoy aplicando mi derecho de expresión y segundo no es necesario insultar, tercero este es mi espacio y publico lo que quiero. Al que no le guste, no lo visite. Así que hagan sus maletas que la Ch*&%da queda lejos".
Todo lo que dice, de manera estridente (pero efectiva) el actor, es verdad. Hasta el sol de hoy, en México existe una ley que defiende la libertad de expresión y no sucede como en Cuba o Venezuela, que por manifestar su enojo o insatisfacción con el régimen, las personas son enviadas a prisión, o —en casos extremos, desaparecidas sin dejar rastro. ¿Es lo que hace Yáñez imprudente? No. Está ejerciendo su derecho. Podremos no empatizar con su carácter explosivo o arrogante, pero de ninguna manera se puede negar su derecho a decir lo que piensa, del mismo modo en que no se podría censurar al objeto de su encono por las opiniones que cotidianamente emite en sus conferencias matutinas el líder de Morena y presidente de la nación.
Lo que es inadmisible son los ataques ad hominem por parte de un público que no conoce los regímenes totalitarios en Cuba o Venezuela (que son los ejemplos más fehacientes), hacia cualquier figura, pública o no. Y si a estos niveles estamos llegando, hay razón para temer que la cosa empeore, y no solo para los famosos que se opongan al régimen.
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