El día que la mamá de Angélica María movió los hilos para sacar a José Agustín de la cárcel
Hablar del recién fallecido José Agustín es hablar del escritor que introdujo a la literatura a muchos mexicanos gracias a novelas como La tumba (1964). Pero es hablar también de un hombre que vivió episodios dignos de un personaje de ficción y de los cuales escribió. Por ejemplo, sobre su estancia en prisión acusado de pertenecer a un grupo criminal y su liberación por intervención de Angélica Ortiz, mamá de Angélica María.
En su relato autobiográfico El rock de la cárcel (1986), el literato narró el periodo de su encarcelamiento en la antigua penitenciaría de Lecumberri, cárcel igualmente conocida como ‘el Palacio negro’. A través de sus letras nos aproximó además al contexto de la denominada “Guerra sucia” en México, es decir, la etapa de represión militar, policíaca y política contra movimientos sociales y expresiones de oposición al régimen.
Su detención corrió a manos de uno de los personajes más oscuros de la historia nacional en materia de seguridad y criminalidad, Arturo ‘el Negro’ Durazo. El 14 de diciembre de 1970, José Agustín fue arrestado durante un operativo arbitrario en la vivienda del compositor Salvador Rojo. Lo acusaron de traficar marihuana y ser miembro de una banda internacional que operaba el trasiego de estupefacientes en la región.
El escritor y el compositor habían fumado un poco de la hierba, misma de la cual guardaron 60 gramos en un bote. Durazo y sus agentes -que en ese entonces ejecutaban acciones encubiertas como integrantes del grupo ‘Brigadas blancas’, agrupación gubernamental clandestina para disolver y reprimir “amenazas” contra el orden del gobierno en turno- los incriminaron con 17 kilos para señalarlos como elementos activos de una célula de narcotraficantes.
No era de extrañarse que Durazo se fuera contra escritores y artistas, pues era sabida su animadversión hacia ellos por considerarlos “comunistas” y por su complejo de inferioridad, esto como consecuencia de su enojo por el rechazo y desprecio que sufría de superiores y mandos con altos niveles de intelectualidad. Otro de sus perseguidos fue Alejandro Jodorowsky, a quien le efectuó la famosa redada que el periódico La Prensa tituló en su portada como Redada en una orgía hippie.
José Agustín ingresó a Lecumberri en la misma etapa que Juan Gabriel. Allí adentro, así como el cantautor aprovechó el encierro para componer las canciones que convertiría en éxitos al salir, el literato escribió su novela Se está haciendo tarde (final en laguna), publicada en 1973. No coincidieron conociéndose como internos, pero fueron seres destinados a la creación artística tras las rejas en esos años.
“(Lecumberri) me regresó a la literatura que es mi vida. Realmente en la cárcel escribí todas estas circunstancias. La cárcel es lo más espantoso que me ha ocurrido, pero por otro lado fue un empujón grandísimo”, declaró el autor de La panza del Tepozteco (1992) a la revista El Búho acerca de su estancia en ‘el Palacio Negro’.
La liberación de José Agustín sucedió el 7 de julio de 1971 luego de que la productora Angélica Ortiz fungiera como intermediaria ante las autoridades para abogar por su libertad. Ella conocía muy bien al escritor debido a que fue pareja de su hija, la actriz y cantante Angélica María.
Ortiz acudió con el secretario de Gobernación en turno, Mario Moya Palencia, para solicitarle la revisión del caso e intervenir para recortar la sentencia. Por la estima que le tenía a la productora y la admiración que sentía por Angélica María, el funcionario atendió la petición y ordenó la liberación del prisionero injustamente acusado de narcotráfico.
De nuevo fuera, José Agustín comenzó a escribir junto a José Revueltas el guión cinematográfico de El apando (1975), de Felipe Cazals, una película que recrea la crudeza de lo que se sufre al interior de una cárcel como Lecumberri. Uno de los mejores filmes en la historia cinematográfica de México.
El gesto de Angélica Ortiz fue el gesto de una madre por su hija
En 1961 la productora no se quedó con ganas de entrometerse en la relación sentimental de su hija para aconsejarle que no se casara con Enrique Guzmán. Auguraba un mal futuro a su lado ante la fama que él tenía de mujeriego. Angélica María hizo caso a su sugerencia y después de perdonar algunas infidelidades terminó su noviazgo con el cantante.
Seis años después, en 1967, leyó la novela De perfil y se enamoró del autor, José Agustín. Sin conocerlo y sin saber cómo era él, se cautivó con su estilo narrativo. Decidió contactarlo con la intención de platicar y plantear la posibilidad de adaptar el texto a guión cinematográfico. Se reunieron. Del encuentro no surgió ningún libreto ni película alguna, pero sí un flechazo entre ambos.
José José, Angélica María, Kiki Herrera Calles y José Agustín. pic.twitter.com/87od457p8C
— Memorabilia Urbana (@Memorabilia_Urb) March 23, 2019
Como ocurre en las ficciones románticas, se prendaron a primera vista. Sin embargo, tal como sucede en la realidad, no todo puede ser tan lindo. El escritor era casado. Haber conocido a Angélica María y gustarle fue una revolución en su vida. Se separó de su esposa. No obstante, el idilio inicial con ‘la novia de México’ se transformó en un tórrido romance que fue de la miel a la amargura.
“(Fue una relación) intensa, extenuante, frustrante, masoquista: buscarse herirse, negarse, no dejarse ir”, escribió el literato tiempo después para reconocer también su inmadurez en aquellos ayeres para entender que Angélica María fue educada con valores que le impedían hacer vida de pareja fuera de los estándares establecidos, como el matrimonio.
Posteriormente, José Agustín y su exesposa se reencontraron, se dieron una nueva oportunidad y hasta el momento de su muerte seguían juntos. Su noviazgo no quedó en el olvido para Angélica Ortiz, quien como madre vio llorar a su hija de amor por el escritor pero también la vio feliz junto a un hombre como él. Por algo decidió intervenir para que saliera de Lecumberri.