El lado oscuro de la fama: César Costa tenía dinero y éxito pero no era feliz

Cesar Costa speaks  during a press conference to promote the concert 'Los Grandes del Rock'  at Auditorio Nacional on August 22, 2019 in Mexico City, Mexico (Photo by Eyepix/NurPhoto via Getty Images)
César Costa durante la conferencia de prensa del concierto Los grandes del rock en 2019 (Foto: Eyepix/NurPhoto vía Getty Images).

¿Habrá alguien que pudiera decir algo malo sobre César Costa? Desde que inició su carrera artística en aquel lejano 1958, el famoso logró imponerse en la rígida sociedad conservadora mexicana con una imagen pulcra, fresca y juvenil, un niño bien portado que también gustaba del "rebelde" rock & roll.

Razones para considerarlo "niño bien" hay varias: por respeto a su padre, un abogado muy reconocido en ese entonces, decidió cambiar su apellido paterno Roel por el de "Costa" pues, el nuevo género musical no era bien visto por la sociedad de ese entonces y el cantante no quería perjudicarlo laboralmente.

"Costa" surgió gracias a la sugerencia de un amigo que vio el nombre del arreglista Don Costa en un disco de Paul Anka, cantautor a quien posteriormente disuadió de demandarlo al hacerle ver que los éxitos en inglés que él tenía y que el mexicano interpretaba en español, eran la puerta de entrada al mercado centro y sudamericano al que no podía llegar el canadiense.

La estrategia le funcionó y en agradecimiento, Anka le llegó a regalar canciones inéditas para mantener la estrategia que nadie le había planteado y que les había beneficiado. En colaboraciones que han llegado a tener, a veces bromean al nombrarse el César Costa canadiense y el Paul Anka mexicano.

Una prueba más de su don de buena gente fue cuando hizo la transición a la televisión y en lugar de buscar un rol protagónico, decidió que su papel ideal era el de un patiño, "para que se luzcan diferentes artistas", y gracias al apoyo de Humberto Navarro pudieron dar vida a La carabina de Ambrosio con un elenco de grandes cómicos como Alejandro Suárez, Xavier López, Judith Velasco, Lucila Mariscal, y varios más. "Todos los que participaban eran buenísimos, la verdad yo aprendí de ellos, de ver cómo lo hacían".

Además, en su perfecta carrera en la que también ha hecho conducción, fue el primer mexicano en recibir el título de embajador de Unicef en 2004 por los derechos de la infancia. Durante la pandemia, el artista dio voz al cuento Los días en que todo se detuvo, una narración que explicaba a las niñas y niños por qué fue necesario el confinamiento y acrecentar las medidas de higiene.

Pero...

Llegó un momento en que cumplía con todos los requisitos que la sociedad te exige de alguna manera: estaba ganando dinero, tenía popularidad, familia, carrera, y sin embargo no era yo feliz, ¿por qué si tengo todo esto y estoy insatisfecho?César Costa

El artista encontró la respuesta en el psicoanálisis y descubrió que en su vida había vivido a través del personaje y producto, es decir, 'César Costa', y del hombre que en realidad es, César Antero Roel Schreurs. "Suena muy ligero, pero la línea divisoria entre la realidad y la ficción que vive un artista, un deportista, una celebridad, quien sea, es muy delgada y es muy difícil darte cuenta cuando ya estás de lado de la ficción y estás perdiendo la realidad. La fama, la popularidad, todos son bienvenidos, pero hasta ahí, no te la creas, no te la creas. Si no entiendes eso desde antes, te puede llevar a grandes depresiones, inclusive a la muerte. Es difícil conocer esa división de lo que es real y de lo que es ficticio".

Entendido esto, el conductor desea regresar a la televisión. Le encantaría volver con algún proyecto en el que se sienta útil, o con su hija crear un programa de pláticas sobre sus experiencias. "Estamos viviendo momentos muy difíciles en México, en todo el mundo, y yo creo que es cuando más debe haber este tipo de comunicación directa, personal, íntima, con los pies en la tierra".

Una vez más, César Costa busca el bien de los otros.

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