'El sexto sentido' y el final que definió a una generación (y no se dice)
Pocas películas logran el impacto imperecedero de El sexto sentido, el clásico del terror psicológico que lanzó a M. Night Shyamalan al éxito internacional y nos hizo temer ir al baño en mitad de la noche durante una larga temporada. Se estrenó hace casi un cuarto de siglo, en 1999, un año considerado como de los mejores para la historia del cine debido a la cantidad de obras ejemplares que arrasaron en la taquilla (Matrix, El club de la pelea, Belleza americana, entre otras).
Sin embargo, por mucho que pase el tiempo, todos recordamos el día que la vimos por primera vez. Sobre todo recordamos la experiencia de sentirnos vulnerables, entregados por completo y con el alma cinéfila boquiabierta cuando la historia revelaba su gran sorpresa. Un giro que definió el alerta de spoilers porque no se puede decir en voz alta. Ni ahora, ni nunca… Y no solo lo digo yo, es palabra de Shyamalan.
“Nunca. Jamás en esta vida”. Es la recomendación que todavía ahora, décadas más tarde, el director mantiene para quienes quieran hablar de final de una de sus películas. Shyamalan se encuentra promocionando su nueva producción de género, Llaman a la puerta, y durante su paso por el programa de Graham Norton habló de la importancia de mantener un pacto de secretismo como sociedad cinéfila siendo considerados con las generaciones venideras.
“Estaba en el estreno [de su nueva película] y había influencers jóvenes que me decían ‘recién vimos tu película Señales, es increíble’. Es decir, la vieron ayer. Hay una generación nueva que va a ver estas películas. Así que ¡no digan nada! ¡No le cuenten nada a sus hijos, déjenlos verlas!”. Sin embargo, no todo el mundo aplicó esta lección a lo largo de todos estos años. Sarah Michelle Gellar, la eterna Buffy, estaba sentada a su lado en el show y representó de manera espontánea a todos esos despistados que arruinaron la experiencia de ver El sexto sentido por primera vez.
La actriz, que también está promocionando su nuevo trabajo -Wolf Pack-, contó que metió tanto la pata revelando a su marido Freddie Prinze Jr. la gran sorpresa del filme, que pasó mucho tiempo sin ver una película con ella. “Llevábamos 20 minutos de película y dije algo sin darme cuenta. ‘Ah, ese está…’ y mi marido no vio una película de nuevo conmigo en 15 años”.
“Y con toda la razón del mundo”, le respondió el director con cara de pocos amigos.
La decepción que vivió Freddie Prinze Jr. fue algo que experimentaron muchos espectadores a lo largo de los años. Porque no todo el mundo tuvo el cuidado que pide Shyamalan a la hora de hablar de la película.
Cómo olvidar aquel fenómeno ¿verdad?… El sexto sentido generó conversación en oficinas, colegios, programas de televisión, radio, a pie de calle… Cualquiera que la hubiera visto en cines, allá por 1999, sentía la urgencia de hablar de ese final. Y a más de uno se le escapó la revelación, por entusiasmo, egoísmo o despiste.
O ¿quién no escuchó que alguien dijera la frase: “me arruinaron el final” porque algún desconsiderado soltó el desenlace sin tener en cuenta la experiencia del otro? ¿O que una película como Como si fuera la primera vez con Drew Barrymore y Adam Sandler lo desvelara sin anestesia en una secuencia? Es más, existen foros de Reddit y otras plataformas donde se discute qué serie, programa o persona arruinó el final de El sexto sentido. Yo misma recuerdo estar en una conversación por entonces y sentir la urgencia de frenar a alguien que casi lo suelta frente a un grupo que no la había visto todavía.
Hablar de El sexto sentido supone un ejercicio de conciencia generosa. Y es que si bien existen muchas películas con sorpresas finales que nos exigen la misma cautela -Sospechosos comunes (The Usual Suspects), Seven, La verdad desnuda, El club de la pelea, Los otros, El origen y tantas otras- El sexto sentido definió el alerta de spoiler callejero.
Fue la película que a toda una generación nos hizo más conscientes que nunca de la importancia de mantener el secretismo. Incluso todavía, tanto tiempo después. De seguir este pacto de silencio universal que sellamos (y sin saberlo) el día que la vimos por primera vez. Personalmente creo que, si bien muchos despistados arruinaron la experiencia de cientos de espectadores, El sexto sentido definió cómo hablamos de spoilers y revelaciones. No solo con la práctica periodística de añadir disclaimers (o advertencias) en artículos, sino también aplicando una pregunta de rigor antes de hablar de una película o capítulo en su totalidad: “¿ya lo viste?”
Estoy completamente de acuerdo con M. Night Shyamalan. Jamás será buen momento para hablar del final de El sexto sentido, a menos que nos aseguremos que aquellos que pueden escucharnos ya la vieron.
Lamentablemente, redes sociales como Twitter amenazan constantemente esta práctica, habiéndose convertido en un campo minado de spoilers del que tenemos que huir cada vez que se estrena una serie popular en servicios streaming. Son muchos los usuarios que sienten la urgencia de volcar las sorpresas, revelaciones y tramas -con fotos y videos incluidos- a la hora de haberse estrenado un capítulo, sin tener en cuenta la experiencia del resto. Una consecuencia de la inmediatez moderna. La urgencia de formar parte de la conversación. De ser el primero, de hacerse viral. Y esto nos pasó a muchos. Desde la revelación del destino trágico de Jon Snow en la quinta temporada de Juego de Tronos, a la sorpresa del final en la segunda temporada de Only murders in the building, a todo lo que va aconteciendo en The Last of Us. Los spoilers son constantes y sin ningún tipo de advertencia. Y, en consecuencia, hemos tenido que adoptar la práctica de evitar entrar en esta plataforma hasta que vimos el nuevo capítulo de nuestra serie favorita.
Por eso, aprovechando las palabras de Shyamalan es buen momento para recordarnos a los que vivimos el fenómeno de El sexto sentido a finales de los 90s, que tenemos una experiencia clave para pasar la lección a generaciones futuras. La lección de callarnos o al menos preguntar primero, como cortesía de cinéfilo a cinéfilo.
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