Emily Watson, un supuesto culto y Hollywood: los recuerdos que la llevaron a huir de la meca del cine
Entrar a Hollywood por la puerta grande es una meta para muchos artistas. Es la cima de la industria del cine, donde la fama, las oportunidades y los salarios millonarios van de la mano. Sin embargo, no todos quedan encandilados con los brillos del negocio. Fue lo que vivió Emily Watson en su aterrizaje a la meca del cine. Tenía 29 años y había comenzado a recibir ofertas después del éxito de su primera nominación al Oscar, pero el aire de la industria hollywoodense le recordaba sensaciones claustrofóbicas que conocía de sobra: las que había sentido como miembro de una organización que muchos libros y expertos señalan de culto.
La actriz londinense llevaba varios años triunfando en el circuito teatral británico cuando el cine tocó a su puerta. Fue con Breaking the waves (conocida como Rompiendo las olas), un drama psicológico desgarrador de 1996 que consagró al danés Lars von Trier, y en donde Emily Watson interpretaba a la esposa religiosa de un trabajador de una plataforma petrolera que le pedía que mantuviera relaciones sexuales con otros hombres después de quedar paralizado. El trabajo de Watson fue tan sublime y arrollador que le valió su primera nominación al Oscar. No lo ganó (el premio fue para Frances McDormand por Fargo) pero eso no afectó su llegada a la cima del negocio. Las ofertas comenzaron a llover en su mesa pero, según contó a The Guardian en una reciente entrevista, enseguida supo que Hollywood no era un lugar seguro y decidió quedarse en Londres.
“Mi formación fue en el teatro. Era un poco snob sobre todo el universo del spandex y desconfiaba de Hollywood. Fui y dije: 'Esto simplemente no huele bien'. Y creo que se ha demostrado que tenía razón" dijo en referencia a las revelaciones de abusos sexuales expuestas por decenas de actrices a raíz del movimiento #MeToo.
Recuerda claramente haber sentido una “sensación de no poder ser una misma y libre". Un sentimiento que conocía y le recordaba a su infancia. "Creo que mi radar para detectar la m*erda está bastante alerta” añadió explicando que es algo que lleva encendido desde sus años en School of Economic Science (SES), una organización influenciada por el hinduismo ortodoxo.
Sus padres, un arquitecto y una maestra de inglés, eran miembros de esta organización que imparte cursos no-académicos sobre prácticas filosóficas. Fundada en 1937 por el abogado Leon MacLaren con la idea de formar un "grupo de expertos" centrado en reformas económicas, con el tiempo y reuniones con el Yogi Maharishi Mahesh (conocido como el "gurú" de los Beatles) pasó a ser una organización filosófica. Según la historia de un exmiembro publicada por Daily Mail en 2012, debían seguir un código estricto mientras eran aislados del mundo del moderno. Por ejemplo, no podían ver televisión o escuchar música compuesta después del siglo XVIII, mientras les enseñaban que "la sexualidad de la mujer debía ser reprimida".
A su vez, en 2005 hubo una investigación en la misma escuela donde se movía el SES y habían asistido Emily Watson y su hermana, que encontró evidencias de agresiones criminales contra alumnos a finales de la década de 1970 y 1980. Los niños de la escuela habrían sido golpeados con borradores, recibido puñetazos en la cara mientras los maestros les arrojaban pelotas de cricket "violentamente".
"Había un comportamiento extremo, crueldad y un desagrado que fue muy dañino para algunas personas”, dice Watson sobre el SES y que ella misma describió en 2019 como "una organización/culto cuasi-religioso" (Financial Times). “Estoy segura de que es un lugar muy diferente ahora, pero [el SES ] era una organización muy joven que no tenía protección incorporada para el bienestar de los niños" añade.
“También hay cosas muy hermosas a su alrededor que aprendes a medida que creces. Me sentía bastante en conflicto. Creo que esas organizaciones mantienen a la gente unida a través del miedo. Muchas religiones funcionan de esa manera" explica al recordar el SES.
Sin embargo, en aquel momento en que llegaba a Hollywood bajo un baño de elogios, premios y aplausos, acababa de ser expulsada por el SES. La organización no estaba de acuerdo con el contenido explícito que protagonizaba en la película de Lars von Trier, hubo una discusión y la echaron. "Si no hubiera sido por eso, había sido otra cosa. Esto era algo que desaprobaban enérgicamente”.
Emily Watson, 'Breaking the Waves' (Best Actress, 1996) #Oscars #oscarsclip pic.twitter.com/ODUBHop5lS
— oscarsclip 🎀 (@oscarsclip) December 23, 2021
“Me defendí, y eso fue todo. Fue un momento difícil en mi vida, pero un momento decisivo y un momento muy fortalecedor. Aprendes de estas cosas” explica a la publicación. No obstante, según sus palabras, su pasado creciendo dentro de una organización de estilo religioso y estricta, y ser expulsada cuando abrió sus alas siguiendo su instinto personal y artístico, crearon en ella un "radar" para la desconfianza. Solo con llegar a Hollywood, y sin conocer la industria lo suficiente, sus historias de abusos y de pasillo, supo que no era un lugar seguro para ella. Y volvió a la seguridad de su casa, rechazando durante los años siguientes varias superproducciones que la habrían convertido en figura del cine comercial.
Como el papel de Bridget Jones, que fue para Renée Zellweger y el de Elizabeth, que protagonizó Cate Blanchett. Hasta dijo que no a Amélie, que su director Jean-Pierre Jeunet había escrito pensando en ella. Pero Emily no se arrepiente de rechazar grandes producciones con aires hollywoodenses. "El mundo del espectáculo es una puerta giratoria" explica. "Helena Bonham Carter rechazó Breaking the waves . Es una de esas cosas".
En su caso, Hollywood no le hizo falta. Su radar la mantuvo segura en los confines del cine independiente y personajes desafiantes en proyectos interesantes. Como Hilary y Jackie (1998) -que le valió su segunda nominación al Oscar- o películas como The Boxer (1997), Embriagado de amor (2002), Miss Potter (2006), o series como Chernobyl o Apple Tree Yard.
El tiempo pasó y su elección siguiendo su instinto la convirtieron en una actriz de renombre que, a sus 56 años, mantiene una carrera variopinta. Watson se siente feliz con los cambios que está viviendo la industria, reconociendo la valía femenina sin prejuicios forjados en el edadismo machista. “Ha habido algunas cosas realmente sustanciosas en mis últimos años. Solo quiero ir a donde suceden las cosas interesantes y ver si puedo abrirme paso” sentencia. Y prueba de su camino son su próximo estreno, God’s Creatures, un drama sobre una madre que sobreproteje a su hijo -Paul Mescal (Aftersun)- acusado de abuso sexual, que está siendo aclamado por la crítica. Mientras acaba de ser elegida como una de las protagonistas de Dune: The Sisterhood, la serie-precuela al remake de Denis Villeneuve.
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