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¿Te estás lavando bien la cara? Los pasos que deberías seguir todos los días

Aunque la piel del rostro es más delicada que en otras zonas del cuerpo, es la que mantenemos expuesta todo el tiempo al sol, a químicos, a contaminación, acumula suciedad y sudor, usamos accesorios como lentes y tapabocas, entre otros, de manera que es ineludible prodigarle cuidados específicos, como un lavado minucioso.

Este hábito debe ser parte de la rutina de cuidado diario, para todos, hombres y mujeres; y seguirlo para toda la vida. Así como bañarnos, cepillarnos los dientes, lavar bien el rostro es un mandamiento no tanto de belleza, como de salud y bienestar. Seguramente muchos lo saben, pero quizás cometen errores muy comunes y que pueden hacernos perder el efecto de esta práctica e incluso ocasionarnos irritaciones en la piel.

(Getty Creative)
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Aunque es una práctica de higiene personal que tenemos interiorizada, detalles como la temperatura correcta del agua pueden hacerla más o menos eficiente. La temperatura, por ejemplo, puede ser un error común: no debe ser caliente, ni tampoco helada, sino tibia para favorecer la disolución de las impurezas. Hasta aquí suena muy sencillo, pero la cosmetólogo y asesora de consumidores de productos de belleza, Johana Méndez alerta sobre otros pasos que debemos revisar.

Productos adecuados

Sí. Sabemos que en la mañana lo más fácil y rápido es tomar la barra de jabón disponible hacer un poco de espuma, lavar y listo. El rostro quedará con esa sensación tirante, por ya se solucionará con un poco de hidratante. En la noche, aplicamos el mismo método, luego de limpiar el rostro con toallitas desmaquillantes. Lo sentimos, esta no es la vía.

Desmaquillar el rostro y lavarlo no es lo mismo. Primero debe desmaquillarse de la manera adecuada y luego se lava con un producto que tiene detergente, o surfactante. La razón, es que el maquillaje está compuesto por sustancias que no se quitan solamente con jabón, y luego de aplicar productos que lo disuelven debemos aplicar un limpiador que elimine la grasa.

(Getty Creative)
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“Muchos de los productos que usamos en cosmética tienen detergentes necesarios para que la limpieza sea efectiva. Una clave importante para mantener el balance del pH de la piel y evitar que la barrera de la piel se rompa por un abuso químico, es usar surfactantes adecuados para esta zona: por ejemplo, no es lo mismo lavarse la cara con lavaplatos que con gel limpiador. Dependiendo de lo que necesitamos, nuestro tipo de piel, sus condiciones, la edad, escogeremos el producto de limpieza adecuado para nuestra piel, pero es fundamental que esté diseñado para la piel del rostro”, asegura la cosmetólogo.

Por otra parte, estos productos están disponibles en distintos formatos y cada uno de ellos es más o menos conveniente para satisfacer nuestras necesidades. “El limpiador en gel tiene mayor cantidad de agua y favorece en cuanto al aporte sensorial. Es recomendable para pieles grasosas, porque ayudan a retirar el exceso sin dejarlas deshidratadas; mientras que los limpiadores con emolientes, son convenientes para las pieles secas, de modo que no corrompan la superficie de la piel. Cuando usamos maquillaje, protector solar, y otras sustancias que contengan fijadores, es necesario usar surfactantes más poderosos que el que está destinado a quitarte el sudor de la noche en la mañana”.

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Mendez especifica que, por otra parte, los jabones en barra tienen un porcentaje graso muy alto, son de moléculas grandes, tienden a dejar una película en la piel; si son muy alcalinos, pueden desbalancear pH de la piel, y además, con este tipo de jabones, se hace muy difícil controlar las cantidades de detergente que usamos con lo cual se suele barrer el manto hidrolipídico dejando la piel desprotegida -la sensación tirante-. En consecuencia, la piel reaccionará y tratará de compensar generando más grasa, lo cual puede generar brotes, acné y otras reacciones indeseadas.

La experta asegura que la glicerina, como ingrediente frecuente en muchos jabones faciales, es excelente hidratante, es económica y flexible, sin embargo, si un producto tiene una concentración de glicerina mayor del 30% se vuelve higroscópico, es decir, absorbe agua, con lo cual se reseca mucho mas la piel.

“Es ideal que geles, cremas, lociones, y espumas estén dirigidas a tu tipo de piel, pero debemos ir más allá de las denominaciones mixta, seca o grasa, porque hay quien tiene la piel grasa pero deshidratada, o eres de piel sensible, o tienes daño solar y esto suele causar confusión a la hora de comprar los productos. Allí radica la importancia de consultar con el especialista estas características de nuestra piel”.

Detalles aparentemente insignificantes, pero determinantes

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Lavar nuestras manos antes de lavarnos la cara

Primero lavamos las manos y luego procedemos a lavar el rostro, no todo a la vez porque podríamos trasladar a nuestro rostro y las mucosas microorganismos, poniéndonos en riesgo de infecciones. “Cualquier contacto que vayas a tener con tu piel, tiene que hacerse con higiene. Sean tus manos, sea una esponja, un cepillo facial, todo debe estar pulcro”, advierte Méndez, quien incluye en esta lista esponjas, pinceles y toallas.

La toalla áspera

Las toallas deben estar limpias, secas y preferiblemente deben ser suaves y de algodón que resistan 60 grados o más en el lavado. “Secar el rostro arrastrando la toalla es otro error frecuente, debemos hacerlo con suaves golpecitos on una toalla que sea exclusiva para el rostro”.

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Cepillarnos antes o después

“En la noche, solemos retirarnos el maquillaje, lavarnos el rostro y luego cepillamos los dientes. Recomiendo hacerlo al revés: primero lavarnos los dientes, pues si sale la pasta dental de la boca, tendrá contacto con la película de maquillaje antes que con tu piel. Si la pasta de dientes cae en el rostro después de haberte retirado el maquillaje y lavado, la piel podría irritarse fácilmente”.

Dentro fuera de la ducha

No importa tanto si es fuera o dentro, como el orden en que lo hacemos. Lavarnos el rostro antes de aplicarnos los productos para el cabello, como aceites y mascarillas, evitará que enjuaguemos eficientemente los restos que caigan en la piel. La recomendación de Méndez es que si lavamos el rostro en la ducha, lo hagamos al final e incluso será muy buena idea tener la crema humectante, el serum o cualquiera de los productos que usamos después de lavar el rostro para aplicarlos sobre la piel húmeda.

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