El "ketchup challenge": la trampa para los hombres en casa que solo nos perjudica

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En el "ketchup challenge” una mujer le pide a su marido que limpie salsa de tomate derramada en el mostrador de la cocina. (Getty Creative)

Una nueva prueba de relaciones se ha hecho viral. Se trata del “ketchup challenge” en el cual una mujer le pide a su marido que limpie salsa de tomate derramada en el mostrador de la cocina. Por supuesto, algunos hacen un desastre y las señoras orgullosas se muestran con cierta superioridad al demostrar que sus parejas son un poco inútiles por no lograr limpiar con eficiencia el manchón. "Él me estresa, por eso yo hago la limpieza", dice la que se cree que fue la primera tiktoker en compartir el experimento.

A muchos les causa mucha gracia y pueden leerse comentarios hilarantes, pero sin ánimo de darle demasiada seriedad al asunto, no parece una propuesta edificante en un mundo en el que las mujeres seguimos batallando con la desigualdad en todas las áreas, incluyendo la doméstica.

No importa lo que digan algunos. No es igual la participación de hombres y mujeres en las tareas domésticas, no hay equilibrio. La mayor parte de la carga física y mental de lo que al hogar corresponde recae en la mujer. Somos nosotras quienes tenemos una agenda permanente en la cabeza que sabe y organiza los horarios de toda la familia, los de clases, los de actividades extracurriculares de los niños, las fechas de pago de las tarjetas de crédito, las citas médicas y además, hay que sumar todo lo referente a sus propios trabajos y sus ocupaciones personales, sean muy exigentes o no.

No es una exageración, es un hecho comprobado con encuestas, estudios y demás que este desequilibrio sigue existiendo. Por ejemplo, según datos del Instituto Nacional de Estadística de España, el 45,9% de las mujeres se encargan de la mayor parte de los quehaceres domésticos, frente al 14,9% de los hombres.

Incluso esto es un problema grave en las relaciones de pareja, tal como se ha demostrado recientemente en discusiones en redes sociales acerca de la incompetencia estratégica, que es cuando se manipula toda una situación para evitar realizar tareas indeseadas de manera consciente. ¿Te suena?

Sí, es cuando tu pareja dice que mejor tú dobles la ropa que sacó de la secadora porque él no sabe hacerlo; o cuando le cuesta horrores lavar el baño y cuando lo hace le queda mal, con lo cual terminas encargándote siempre de todos los quehaceres del hogar y teniendo que pedir “ayuda” cuando en realidad es un trabajo en el que todos deben participar. ¿Pero cómo no se van a perpetuar los estereotipos que indican que la mujer es la que debe ocuparse de las tareas domésticas, si existen cosas como el ketchup challenge?

Pareciera que algunas mujeres necesitan ser reconocidas por tener el talento de limpiar mejor que la pareja cuando en realidad lo que debería plantearse es que, en estos menesteres, funcionen como una sociedad. Cada uno tiene su parte, cada uno tiene sus responsabilidades y debe ser eficiente ejecutando sus labores.

Para mí, el ketchup challenge es seguir haciendo un chiste y eco de la supuesta inutilidad del hombre para hacerse cargo de la limpieza. Es mostrar que “realmente” para ellos es imposible limpiar y tener orden, con lo cual reafirmamos que es a las mujeres a las que nos corresponde hacerlo. No nos ayuda, deja a los participantes mal parados, y sobre todo desmerece el trabajo de aquellos que sí se remangan la camisa para ocuparse del hogar en la misma medida que sus parejas.

Y no estoy perdida en el asunto, pues algunos expertos han manifestado que realmente esta prueba puede ser problemática. “Para mí, es sólo una forma de generar resentimiento”, dijo la trabajadora social y educadora sexual Rebecca Coopersmith, al programa Today, y señaló que esto es una dinámica de poder en la cual, en cierto modo, se deja ver que una persona controla a la otra y que le impone una manera de hacer las cosas. “A decir verdad, si queremos la ayuda de nuestros socios, debemos aceptar que podrían hacer las cosas de manera diferente a como las haríamos nosotros y eso tiene que estar bien”, apunta.

Pensando en que sería gracioso o viral, nos ubicamos quizás sin querer en el lado de la balanza donde nos perjudicamos a nosotras mismas, mientras menospreciamos a quien nos acompaña en el camino. Quizás, enfocarnos en cuánto podemos hacer por cambiar esos paradigmas, por ampliar el alcance de los roles de hombres y mujeres, incluso desde la infancia, puede ser provechoso y también divertido.

Un buen ejemplo para concluir es la sugerencia que hace la experta Anne-Marie Slaughter, en una nota del New York Times, donde dice que “enseñemos a nuestros hijos a cocinar, limpiar y cuidarse: a ser igual de competentes en la casa como esperamos que lo sean nuestras hijas en una oficina”.

Este artículo tiene como finalidad ofrecer información general y educativa sobre temas relacionados con la salud y el bienestar. Sin embargo, esta información no debe ser considerada como un reemplazo del consejo de su doctor ni debe ser utilizada para realizar tratamientos sin supervisión médica. Yahoo no se hace responsable de ningún diagnóstico hecho por un usuario basándose en este contenido. Si usted está preocupado por su salud, siempre consulte a su médico de cabecera u otro profesional calificado de la salud antes de tomar cualquier acción.

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