Estrenos de teatro. Conurbano cotidiano, la belleza de lo simple y reírse de eso

Victoria Baldomir, Nicolás Giménez y Sabrina Zelaschi, en Conurbano cotidiano
Victoria Baldomir, Nicolás Giménez y Sabrina Zelaschi, en Conurbano cotidiano

Autor y director: Santiago Gobernori. Intérpretes: Sabrina Zelaschi, Victoria Baldomir y Nicolás Giménez. Escenografía: Micaela Sleigh. Vestuario: Paola Delgado. Iluminación: Ricardo Sica. Coreografía: Manuel Attwell. Música: Julián Rodriguez Rona. Sala: El Galpón de Guevara, Guevara 326. Funciones: miércoles, a las 21.Duración: 70 minutos.

La hazaña, nada simple, de querer contar la vida cotidiana en el teatro nos acompaña desde el siglo XIX con el surgimiento del realismo y tiene a Ibsen, Chéjov y Strindberg como sus máximos exponentes. Cada uno buscó la forma de llevar algo del mundo doméstico a la escena. Lograr ese pasaje tiene una cuota de misterio y en cada época hay que encontrar su tono. Buenos Aires es heredera de esa tradición europea y ahora cuenta con un nuevo y vital ejemplo: la pieza Conurbano cotidiano, escrita y dirigida por Santiago Gobernori, se suma a esa cartografía tan potente de documentar las huellas de lo real.

Gobernori (actor, director y dramaturgo de otras piezas valiosas como La verdad efímera y Pobre Daniel) parte de una pregunta: ¿A quién le puede interesar una historia simple? Tal vez haya cierta ironía en su interrogante, pero el espectáculo prueba distintos géneros para contar algo que tiene su cuota de amor. En Conurbano cotidiano, tres amigos en la mitad de los 30 años pasan sus días mientras trabajan en un programa de radio en Luján, padecen la falta de dinero, las frustraciones amorosas y algo del vacío existencial. Tienen la imagen de la Capital Federal como las tres hermanas de Chéjov miraban a Moscú. Entre la fantasía y la resignación, mucho de su existencia se define por ir o no a la Capital. Por momentos, los 70 kilómetros de distancia parecen un detalle y, en otros, un abismo imposible. “¿Cómo voy a ir con la moto? ¿Y si llueve?”, dice una de las chicas.

La poética de Gobernori está atravesada por el humor y bien lejos de cualquier lugar común. La mezcla de recursos es la potencia de la representación: una voz documental se corta con una canción, el relato sobre un desamor termina en una ironía, de las consecuencias de una fiesta descontrolada se pasa un show de títeres delirante. Los días pasan entre los hechos reales y los discursos que rodean a esta generación sobre el tipo de vida que tendrían si vivieran en un monoambiente en la Capital.

Sabrina Zelaschi, Victoria Baldomir y Nicolás Giménez son los tres artistas que juegan a la perfección el código de actuación que pide esta obra: un trabajo a público, un registro performático, una salida musical y un cuerpo muy activo.

Los fragmentos de esta vida en Luján se muestran como si fueran diapositivas. La vida se baraja entre conformarse con los pequeños gustos o dar un salto. La obra se hace y se piensa a sí misma. Los personajes enuncian: “Esta es una historia simple” y la belleza de ver esa simpleza y reírse de eso, es el gran aporte al misterio del realismo que Gobernori logró pintar sobre su propio tiempo.