Estrenos de teatro. El tipo, el inquietante unipersonal sobre un hombre solo

Lisandro Penelas, en El tipo
Lisandro Penelas, en El tipo

Autor e intérprete: Lisandro Penelas. Iluminación: Soledad Ianni. Escenografía y vestuario: José Escobar. Asistente de dirección: María Laura Tavacca. Dirección: Ana Scannapieco. Sala: Moscú Teatro, Ramírez de Velasco 535. Funciones: sábados, a las 20. Duración: 50 minutos.

Se presenta como un ser aparentemente indefenso, solitario, un buen muchacho que es policía. Aporta algunas pistas sobre su infancia y la relación que mantenía con su abuela. Un tipo simple que, por su trabajo, está rodeado de hombres que exacerban su masculinidad y si bien él parecería preferir mantenerse al margen de ese universo machista, no le resulta sencillo escapar de él.

Un buen día el protagonista conoce a una joven empleada de un negocio por casualidad. Y ese momento comienza a resultar determinante a la hora de desarrollar una conducta extraña. Reconoce estar apasionadamente enamorado de ella. Dentro de su hogar, para él la muchacha comienza a adquirir una entidad irreal. Un día decide pasar por la puerta del local en el que ella trabaja pero no se detiene, apenas la observa rápidamente, logra ingresar a sus redes sociales y comienza a conocer sus gustos musicales y unas lecturas que él, obstinadamente, empieza a consumir. El tipo logra recrear internamente un perfil de esa mujer que termina no solo conmoviéndolo profundamente sino también corriéndolo hacia un lugar que lo convierte en un acosador.

Lisandro Penelas se planta en escena desarrollando un relato distanciándose de los hechos de los que habla. Su personaje deja de lado toda emocionalidad y de esa manera las situaciones que describe se tornan más intensas y repulsivas. El tipo describe sus pensamientos sin omitir pequeños detalles, a veces apelando al humor.

El intérprete, bajo la dirección de Ana Scannapieco, logra dar forma a una trama que provoca conmoción en el espectador y no solo por los hechos que describe sino porque su juego corporal, la forma en la que habita el espacio y su manera de llevar adelante la narración poseen un tono tan impersonal, desprejuiciado e inconsciente, que terminan exponiendo al personaje como un ser extremadamente desafiante y pernicioso. En apenas 50 minutos, el espectáculo resulta una experiencia casi asfixiante.