Es el fotógrafo del momento, lleva apellido ilustre y recuerda la muerte trágica de su padre

De inobjetable parecido físico con su padre, Nacho Lunadei sostiene que, para las generaciones más jóvenes, su apellido no resuena de manera especial
De inobjetable parecido físico con su padre, Nacho Lunadei sostiene que, para las generaciones más jóvenes, su apellido no resuena de manera especial - Créditos: @ALFIERI MAURO

“Arranqué a los 26 años y de casualidad”. Es uno de los fotógrafos más convocados por el mundo del teatro y la música . Gran parte de las piezas gráficas de las obras que se exhiben en Buenos Aires llevan sus imágenes. A pesar de su apellido -que resuena rápido en varias generaciones- su nombre tiene esencia propia, aunque lejos está de ocultar que es hijo del recordado Gianni Lunadei , uno de los actores más versátiles del medio.

Con el querido intérprete lo unió una relación muy estrecha, un vínculo perfecto donde lo lúdico no estaba ausente. “Me proponía bromas todo el tiempo, algunas eran medio pesadas”, recuerda, aún sorprendido por los arranques de su papá, quien decidió terminar con su vida el 17 de junio de 1998 , a sus 60 años, sorprendiendo a todo un país con ese disparo fatal en el living de su domicilio en el barrio de Coghlan. “No era un hombre melancólico” , adelanta el hijo, quien no dudará en desempolvar aquellos duros días en los que debió entender lo inexplicable.

Tiempos felices; el compañerismo siempre acompañó el vínculo entre Nacho Lunadei y su padre
Tiempos felices; el compañerismo siempre acompañó el vínculo entre Nacho Lunadei y su padre

Más allá de apellidos y herencias, Nacho Lunadei es protagonista de su propia historia artística, que tuvo un inicio por demás particular. “Estando en la casa de un amigo que hacía FX, di con una cámara de fotos que era de un hermano suyo”, explica este profesional de la imagen que recibe a LA NACION en su estudio ubicado a metros del Congreso Nacional. Lo que siguió fue puro azar. Ese amigo, ante la fascinación de Lunadei por el “chiche” nuevo, le explicó cómo accionar el diafragma y el obturador del aparato. “Con esas dos indicaciones me ‘colgué' toda la noche sacando fotos, quedé obsesionado, al punto tal de comprarme pronto una cámara y empezar a trabajar con los actores que conocía por estar trabajando en una productora publicitaria. A los tres o cuatro meses, ya estaba haciendo mis propias fotos”.

A los 40 años y con una hija de12, en su cuerpo parece no caber un tatuaje más, pero nada puede ocultar el parecido físico con su padre . De él aprendió unas cuantas osadías y dejarse llevar por el instinto, de modo que sus primeras prácticas con la cámara en la mano se dieron en una locación especial: “Mi escuelita fue el Cementerio de la Recoleta, está buenísimo, aunque me gustaba más sacar fotos en el de Chacarita, pero no me dejaban. Una vez me perdí ahí adentro, pensé que no salía; es demasiado grande y hay lugares donde no hay nadie”.

La cámara y Lunadei, una unidad indisoluble buscando perpetuar la escena perfecta
La cámara y Lunadei, una unidad indisoluble buscando perpetuar la escena perfecta - Créditos: @ALFIERI MAURO

Mundo atípico

-¿Cómo recordás tu infancia?

-Crecí en los teatros, ya que solía acompañarlo mucho a mi viejo. Me encantaba eso. Flasheaba en las salas inmensas, durante las funciones me escapaba a los lugares más insólitos.

Aún recuerda la imponencia de la sala María Guerrero del Teatro Nacional Cervantes, donde Gianni Lunadei protagonizó el vodevil La pulga en la oreja, un clásico del teatro francés rubricado por Georges Feydeau. “Vi esa obra setenta veces y otras tantas me escapaba a jugar por los pasillos”. Cuando su padre falleció, reconoce que “hubo un desapego con todo ese mundo durante muchos años, ya no tenía con quien ir al teatro” . Más de una década después, regresó a las salas ya como fotógrafo y sin la presencia física de su padre cerca. “Fue muy fuerte volver a pisar un teatro vacío, en ensayo, cuando se escucha crujir la madera del piso; era volver a un lugar en el que había estado mucho, pero ahora lo hacía solo”.

-¿Qué fue lo más conmovedor de tu regreso a los teatros ya sin tu papá?

-Fue muy emotivo volver a pisar los camarines donde él había estado años atrás, lugares donde yo había jugado siendo un niño. Me pasó en el Maipo, sala que está muy cambiada, y donde me costó identificar esos pasillos donde pateábamos una pelota con otros hijos de actores. Había otra energía, me quedaba colgado mirando ese lugar y volvían a mí esas imágenes.

Nacho Lunadei reconoce que es muy nostálgico de su infancia. “Me acuerdo la casa donde vivíamos, las películas que mirábamos y la música que se escuchaba en mi familia”. Su padre era fanático de Queen y, por ser el menor de cuatro hermanos, también la influencia de ellos fue construyendo sus propios saberes. “Todo eso me trae imágenes”. De tan nostálgico, habla del “olor del departamento donde vivíamos”. Con sus padres y hermanos, primero vivió en un gran piso en la calle Talcahuano, pegado a la emblemática tanguería Caño 14, luego llegarían algunas mudanzas. “La infancia fue muy feliz, pero la adolescencia no tanto” . Claramente, el fotógrafo se refiere al dolor y a los cambios que trajo aparejado el traumático final de Gianni Lunadei. “Su muerte fue un cambio de paradigma muy grande”.

El fotógrafo transita las calles de Congreso, donde se ubica su estudio y donde vive su mamá, un gran amor de Gianni Lunadei
El fotógrafo transita las calles de Congreso, donde se ubica su estudio y donde vive su mamá, un gran amor de Gianni Lunadei - Créditos: @ALFIERI MAURO

Querido Gianni

-¿Cómo viviste la separación de tus padres?

-Era muy chico, casi no me acuerdo. Tengo la foto mental de cuando tomé conciencia que papá ya no estaba en casa, pero no mucho más.

-Luego de la ruptura del matrimonio, ¿siguió siendo fluido el vínculo con él?

-Sí, jamás dejamos de estar juntos.

-¿Cómo siguió tu vida luego de su muerte?

-Quedé viviendo con mi mamá y mis abuelos, quienes ya estaban muy grandes, fue un momento complicado. Mi vieja la peleaba bastante, tanto económicamente como en la atención de mis abuelos. De golpe, en nuestras vidas todo pasó a ser mucho más pesado, mi adolescencia se convirtió en pura rebeldía y mi vieja ya estaba cansada , porque me había tenido de grande. Empecé a distraerme del colegio y a hacer la mía; luego que pasó lo que pasó era como que no importaba mucho el resto de las cosas .

Inobjetable. A los 15 años, no solo había perdido a su padre, sino que el fallecimiento se había producido de manera traumática. En ese tiempo, el actor estaba en pareja con la exmodelo, animadora y comediante Perla Caron, de quien, tiempo después, poco se supo. “Siempre estudié y laburé, pero siento que tuve que crecer de golpe y no estaba tan listo para eso ”, reflexiona.

Gianni Lunadei construyó una familia unida, con impronta italiana
Gianni Lunadei construyó una familia unida, con impronta italiana

-Si bien, siempre una muerte es dolorosa, las circunstancias que rodearon la de tu padre, ¿agigantó el sufrimiento?

-No deja de ser un suceso trágico, con todo lo que eso implica.

-En ese momento, ¿suponías que algo así podría llegar a suceder?

-No, para nada; además, era muy chico para imaginarme eso.

-Es decir que no había ningún indicio.

-Para nada. Por otro lado, no se puede estar pensando que, una persona que atraviesa un momento de tristeza, en algún momento se la va a mandar. Siempre te toma por sorpresa, pero asumí lo que pasó muy rápido, hubo que seguir.

-¿Te acordás la última charla con él?

-No.

Ciertos manejos del medio, los cambios en la industria del espectáculo y algunas discontinuidades laborales -que hacen a la esencia de la profesión de todo artista- fueron diezmando la comprensión del actor en torno a esa actividad que lo había acompañado toda su vida y que lo había convertido en una figura muy querida de nuestro país. Una posible hipótesis, aunque nunca hay una sola razón que conlleve una determinación tan drástica. Seguramente con él también partió algún secreto.

Gianni Lunadei había nacido el 1° de mayo de 1938 en Roma y, como le sucedió a tantas familias, la suya no fue la excepción, debiendo huir de la hambruna de la guerra. Protagonista de éxitos televisivos como Mesa de noticias y Matrimonios y algo más, pero también responsable de clásicos teatrales rubricados por Carlo Goldoni o films como Allá lejos y hace tiempo, de Manuel Antín, Plata dulce, realizada por Fernando Ayala o Las puertitas del Sr. López, con dirección de Alberto Fischerman.

-¿Eras y sos consciente de lo querido que ha sido tu padre?

-Sí, aunque hoy, a papá lo conoce la gente que arranca de mi generación para arriba, así que el peso del apellido no me atraviesa tanto. Cuando era chico, en cambio, la cosa era diferente.

Revuelo en la escuela

-¿Cómo vivías su popularidad?

-Cuando yo tendría 10 años, mi viejo era Maradona, no me podía ir a buscar al colegio .

-En una oportunidad, las autoridades de la escuela a la que asistías se asustaron ante un revuelo entre los alumnos, pero lo único que había sucedido era que tu padre había llegado.

-Así fue, los chicos salían de las aulas para poder verlo, se les escapaban a las maestras.

-¿Te gusta repasar sus trabajos en cine o verlo en videos subido a diversas plataformas?

-Sí, suelo hacer eso muchísimo, tengo mis momentos favoritos. Hay chistes en Mesa de noticias que no dejo de ver y, hace poco, encontré un capítulo de Alta comedia que busqué durante años, donde hizo un papel muy dramático.

-¿Qué considerás que te dejó y cuál fue su legado artístico?

-No era narcisista, así que casi no tenía imágenes de video guardadas; pero me dejó fotos, que era lo único que tenía de él mismo. Son muy buenas tomas de teatro y cine, en blanco y negro, me pasaba horas mirándolas. No sé si será una casualidad, pero, cuando comencé haciendo fotos de escena, me aparecían aquellas imágenes de papá, con mucha sombra, contraluz y fuerza en la mirada. Esas fotos fueron las primeras que vi, por eso siento que hay una conexión con mi trabajo actual.

Recuerda especialmente una foto de Gianni Lunadei en la obra Arlequino, servidor de dos patrones, el clásico de Goldoni. “Tenía un tamaño descomunal, como de un metro y medio, era más alta que yo”.

Luces y sombras, el universo de Nacho Lunadei; una metáfora de la vida que heredó de su padre
Luces y sombras, el universo de Nacho Lunadei; una metáfora de la vida que heredó de su padre - Créditos: @ALFIERI MAURO

Escenarios

“En mis fotos siempre hubo cierta teatralidad, trataba de encontrarles la luz y la sombra”, grafica, aunque también reconoce la influencia de “las películas que miraba de chico y en la música que escuchaba; podía quedarme horas mirando el arte de los discos”. El metal era el sonido que más le interesaba, acordes barrocos que también se suelen ver reflejados en los diseños de los discos de los artistas del género.

-¿Cuándo tomaste imágenes de teatro por primera vez?

-Fue para la temporada por los 20 años de Drácula, ya que, en ese momento, la mamá de mi hija formaba parte del elenco.

Pepito Cibrián fue muy generoso conmigo, me preguntó qué hacía y me invitó a sacar fotos. Se trataba de teatro, la historia del conde Drácula, era la mía”, aún se asombra ante ese hecho fortuito que le cambió la vida. “Saqué fotos de un ensayo donde ni siquiera estaba la escenografía montada”. El trabajo fue exitoso y, dos días después, luego de un llamado de Ángel Mahler, lo contrataron para formar parte de la compañía y registrar a través de sus ojos -y de su cámara- el proceso hasta el estreno en el Teatro Astral. Entre tantos títulos que le tocó registrar con su lente, recuerda especialmente a Alicia en Frikiland. “Fue mi primer trabajo que se hizo viral en las redes sociales; habíamos encontrado una estética que estaba buenísima”, reflexiona en torno al proceso de la recordada obra dirigida por Diego Corán Oria.

-¿Qué buscás transmitir a través de la fotografía teatral?

-Me interesa plasmar la identidad de los personajes y no necesariamente contar algo. Si se cuenta algo, tiene que ser un aspecto que el espectador, luego de ver el espectáculo, al mirar la foto sienta que ahí hubo algo que encerró la esencia de la obra.

No lee los guiones enteros, sino sinopsis muy cuidadas y les solicita a los directores que, en la sesión de fotos, no busquen recrear escenas puntuales del material. Entre tantas experiencias, recuerda cuando le tomó imágenes a Moria Casán para ilustrar el podcast de la estrella: “Logramos que pareciera un material de la década del 70”, explica y elogia la actitud de la actriz siempre dispuesta al trabajo en equipo. “Fue muy divertido y ella resultó una mujer con los pies en la tierra”.

Lejos de lo que podría suponerse, a los actores y actrices -su materia prima en el campo fotográfico- les cuesta posar frente al lente, aunque Lunadei aclara que “suelen estar inseguros y nerviosos hasta que les muestro el proceso de trabajo y se tranquilizan”.

La vocación por la música lo convirtió en un intérprete amateur y es desde allí donde encuentra gran parte de la inspiración para su trabajo. “Me motiva más la música que el cine; y no soy conocedor de la historia de la fotografía”. Menciona a Stanley Kubrick, Quentin Tarantino y Ridley Scott, realizadores que lo atravesaron y que hasta pueden decodificarse en su propia estética, urbana, algo trash. También menciona a Leonardo Favio y su obra maestra Juan Moreira y hace hincapié en Juan Carlos Desanzo, el director de fotografía del muy logrado film.

Sex, Radojka, El cazador y el buen nazi, Comienzo, algunas de las propuestas que reflejó en los últimos tiempos.

Antes de finalizar la charla, la figura de su padre vuelve a aparecer junto con una seguidilla de amorosas evocaciones: “Me acuerdo cuando íbamos al Italpark y, como era fanáticos de los chascos, podía llegar a comprarse un brazo y hacer bromas con eso”.

-Por lo que contás, era una persona alegre.

-Por supuesto, era el alma de la fiesta .

-¿Qué otra situación recordás?

-A veces, lo confundían con Gino Renni. Cuando viajábamos en taxi, se hacía pasar por otra persona, se ponía a hablar con acento extranjero. Yo me daba cuenta que los taxistas lo reconocían, pero no le decía nada. El chofer no entendía por qué hablaba en chino. En la calle, era una especie de Jackass sin que nadie lo filme, lo hacía sólo por diversión.

-En general, los comediantes suelen ser más reservados, quizás opacos en su humor.

-Él era muy jodón, a los actores de La pulga en la oreja los llamaba para hacerles chistes. Se comunicaba con sus compañeros varones y se hacía pasar por una espectadora que había quedado enamorada luego de verlos actuar. Se mataba de risa con las reacciones de cada uno, y yo lo estimulaba. Me acuerdo las bromas a Cacho Espíndola, Juan Carlos Puppo y también a Claudia Lapacó, a quien llamaba y le inventaba ser espectador de obras que ella jamás había hecho.

-¿Por qué sentís que tomó esa decisión final de quitarse la vida?

-No sé si quiero hablar sobre eso… No estaba enfermo . Tengo mi teoría, pero es solo eso, algo mío y de mis hermanos. Estoy convencido que tenemos la teoría acertada, pero no lo sé, quizás algún día me lo encuentre y le pregunte . Aunque, si eso sucede, creo que no le voy a preguntar nada.