La frase que Patrick Swayze odió pronunciar en 'Dirty Dancing' y que el público amó

American actors Patrick Swayze (1952 - 2009) and Jennifer Grey star in the film 'Dirty Dancing', 1987. (Photo by /Getty Images)
American actors Patrick Swayze (1952 - 2009) and Jennifer Grey star in the film 'Dirty Dancing', 1987. (Photo by /Getty Images)

POR Teresa Aranguez.- Nunca falla. La trama de amor imposible entre ricos y pobres fue todo un reclamo en 1987, año del estreno de Dirty Dancing. La fórmula era tan perfecta y romántica, que fue inevitable que explotara en taquilla. Sin embargo, mientras el público se quedaba enamorado de la historia, de Patrick Swayze y sus bailes sensuales, en realidad, el actor escondía una gran crisis con el personaje. Más concretamente, con una de sus frases. La que más caló en los espectadores.

A pesar de que la actriz principal, Jennifer Grey, era una completa desconocida para el gran público, la película fue una de las más vistas y aplaudidas de aquel año. Y lo sigue siendo. Un clásico a día de hoy que continuamos viendo con el mismo entusiasmo que la primera vez (está disponible en el catálogo de Amazon Prime). La historia de amor entre una chica de familia acomodada y un buscavidas no era una cualquiera. Lo que la hizo diferente y especial a otras cintas de carácter romántico fueron la música y el baile, casi tan importantes, o más, que el guion, los actores y la propia trama. Sin este vértice, quizá no estaríamos hablando de esto.

Tal es así, que la banda sonora obtuvo dos álbumes multiplatino y un Oscar a la mejor canción por el tema principal, (I've Had) The Time Of My Life. La misma con la que se cierra la película en una coreografía explosiva que nos lleva de la mano y a golpe de música hacia un final feliz. Fue precisamente en esta parte de la cinta que Patrick vivió un momento ciertamente desagradable y por el que mostró su desaprobación a su guionista, Eleanor Bergstein.

Había una línea en la historia que odiaba, que no entendía y que prefería que se suprimiese. No lo consiguió. Y menos mal porque, a pesar de su rechazo, es una de las frases cumbre del musical.

American actors Patrick Swayze (1952 - 2009) and Jennifer Grey star in the film 'Dirty Dancing', 1987. (Photo by /Getty Images)
American actors Patrick Swayze (1952 - 2009) and Jennifer Grey star in the film 'Dirty Dancing', 1987. (Photo by /Getty Images)

En su biografía The Time Of My Life, el actor, fallecido en 2009 tras varios años luchando contra el cáncer de páncreas, describía su disconformidad con unas palabras a las que no les encontraba sentido. Al menos al principio. "Reescribimos mucho la gran escena final, pero hubo una línea que yo odiaba que permaneció. Casi no me salía decir eso de: 'Nadie pone a Baby en una esquina'. Sonaba tan cursi", escribió en dichas páginas. Le parecía previsible y nada adecuada, pero igual tuvo que soltarla.

Grey, su compañera de baile, estaba de acuerdo con él. Tampoco le convencía la famosa frase. "Patrick no quería decirla, ¡y no le culpo!", expresó a Yahoo Entertainment. "Le quedó genial. Por alguna razón, hay cosas que encajan cuando las estás haciendo, pero que ni te imaginas cómo luego van a resonar en el mundo. Esa línea significa muchas cosas para las personas. Hay tantas maneras de que nos pongan en una esquina o que creamos que nos están dejando allí que, a menos que estemos de acuerdo que lo hagan, tú tienes que ser capaz de reconocer que no perteneces allí", prosiguió la hija de Joel Grey (Cabaret).

A Swayze también le costó un tiempo entender el poder de esas palabras y el eco que tendrían en la gente. Hasta que lo asimiló, tuvo cierto resentimiento al momento estrella del celuloide. "Viendo la cinta terminada, tuve que admitir que funcionaba. Y, por supuesto, se convirtió en una de las frases más veces nombrada de la película. De hecho, yo mismo la uso en estos días aplicada a mí mismo: 'Nadie pone el páncreas de Patrick en una esquina', es lo que digo cuando alguien me pregunta cómo estoy llevando el cáncer", escribió en estas memorias realizadas con la ayuda de su esposa, Lisa Niemi.

La frase sucede al final de la película y supone el reencuentro de Baby, la protagonista, y Johnny tras su separación. Él había sido acusado de robo de forma injusta en el resort de vacaciones donde enseñaba a bailar, y se vio obligado a irse, dejando atrás a su amor. Pero en la representación final de despedida a las vacaciones, regresa sin avisar con su chaqueta negra de cuero y la decisión de luchar por su amada frente a las dificultades y la diferencia de clases sociales. "Nadie pone a Baby en una esquina", dice ante la mirada amenazadora del padre de la novia. Y así, en cuestión de segundos, acaban en el escenario bailando la canción que nos ha acompañado toda una vida.

La famosa línea fue tan popular que ocupó el puesto número 98 en los AFI'S de las 100 Mejores Frases del Cine de todos los tiempos. Además, fue parodiada en múltiples programas, shows, comedias televisivas y videos musicales como recurso para atraer a la audiencia. Y, para rematar, Grey tituló su biografía con un juego de palabras que hacía referencia a la frasecita en cuestión: Out of the corner (fuera de la esquina). Así que este famoso puñado de letras ha dado para mucho.

A la icónica frase hay que sumarle otro icónico momento, quizá el primer recuerdo que nos viene a la cabeza cuando pensamos en Dirty Dancing: el famoso salto de Grey en la coreografía donde Swayze sostiene el peso de su cuerpo al aire y en brazos. De esta manera tan rítmica y original se deja un final abierto para que cada uno imagine cómo quiere que evolucione el asunto.

De todos modos, la frase no fue el único momento de sufrimiento para el artista. Siento quebrar las ilusiones de muchos, pero Patrick tampoco se gozó como hubiese querido la deslumbrante escena del salto que nos puso el corazón a mil. Todo lo contrario. Según cuenta Vogue Francia, el protagonista sufrió varias lesiones físicas durante el rodaje. La más fuerte ocurría mientras grababan las escenas de equilibrio sobre el tronco de un árbol. Ahí se dañó la rodilla, algo que nunca terminó de curar y cuyo malestar arrastró todo el rodaje. Para hacer un baile final decente y llamativo de cara a la audiencia, tuvo que rodarse en varias partes. Hacer la coreografía completa era impensable ya que Patrick no resistía el dolor, así que, pedacito a pedacito, fueron haciendo la edición hasta lograr el montaje que todos conocemos.

Unos 36 años después, si uno se fija, te das cuenta de que hay cortes y diferencias en las secuencias. En unas Patrick aparece transpirando, en otras no tanto. Una información que suma aún más puntos a la cinta y a su equipo por lograr, a pesar de los inconvenientes, una escena redonda que supone toda una leyenda del séptimo arte ochentero.

Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine54.

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