Gonzalo Gavira, el mexicano que sin hablar inglés elevó el terror de 'El exorcista' y ganó un Oscar

El mexicano Gonzalo Gavira hizo los sonidos que aterrorizan y estrujan en escenas de posesión de 'El exorcista'.  (Photo by FilmPublicityArchive/United Archives via Getty Images)
El mexicano Gonzalo Gavira hizo los sonidos que aterrorizan y estrujan en escenas de posesión de 'El exorcista'. (Photo by FilmPublicityArchive/United Archives via Getty Images)

El reestreno comercial de El exorcista en noviembre de 2023 para conmemorar el 50 aniversario de la película se dio en un contexto especial: William Friedkin, su director, falleció en agosto de ese mismo año. El realizador murió dejando un sinfín de anécdotas, entre ellas su acercamiento al técnico de sonido mexicano Gonzalo Gavira para crear los efectos del filme.

El puente para que Friedkin lo descubriera y trabajaran juntos fue Alejandro Jodorowsky en su faceta de cineasta. Para 1973 ya se habían filmado escenas de la película, pero Friedkin buscaba a especialistas que supieran traducir sus ideas del terror al sonido con efectos específicos. Quería imprimir una sensación de horror en el plano sonoro con las secuencias de posesión.

En 1973 Jodorowsky era conocido a nivel internacional por sus propuestas teatrales (teatro pánico), sus guiones en comics (principalmente por fábulas pánicas) y su atracción por el psicochamanismo. Friedkin sentía atracción por su obra, así que vio las películas El Topo (1970) y La montaña sagrada (1973).

Gracias a que vio esos filmes pudo encontrar a la persona indicada para plasmar en sonido lo que quería contar con la posesión diabólica de Regan (Linda Blair). Quedó cautivado con los efectos sonoros del técnico de Jodorowsky. No lo pensó dos veces y pidió a la producción que contrataran a ese hombre, Gonzalo Gavira.

"Su diseño sónico me pareció sensacional. El crédito era de Gonzalo Gavira, un técnico que no vivía en Los Ángeles, sino en un pequeño pueblo a las afueras de la Ciudad de México. Gavira no hablaba inglés, por lo que un primo tuvo que explicarle lo que se decía en la cinta. Fue clave para varios efectos sonoros de El exorcista. Casi todos los sonidos los generó con una cartera vieja y unas tarjetas, incluidos los huesos que tronaban cuando el demonio realizaba un movimiento al momento en que poseía el cuerpo de la chica. Una vez que terminamos, Gavira se regresó a su pueblo. Un personaje fascinante: callado, efectivo, auténtico. Ni siquiera usaba zapatos", narró Friedkin en una entrevista que retomó Letras Libres.

Junto a otros profesionales, Gavira fue el encargado de dotar del toque terrorífico a las escenas más densas y traumáticas del filme, como cuando Regan se transforma en un ser deformado y poseído. Lo hizo sin hablar inglés, entendiéndose únicamente con el lenguaje del cine. Y no sólo eso, pues en sus antecedentes prácticamente no tenía vínculos con el cine de terror. Lo más cercano a ese género fue su colaboración en El imperio de Drácula (Federico Curiel, 1967), una de las tantas versiones mexicanas del famoso vampiro; Lucha Villa y Eric del Castillo (como Draculstein) la protagonizaron.

Gavira venía formándose y desarrollándose en la comedia con películas de Cantinflas. Fue por su trabajo en filmes de Mario Moreno que se colocó en el mapa sonoro de Alejandro Jodorowsky. El técnico mexicano llegó a El Topo luego de haber hecho El padrecito (Miguel M. Delgado, 1964), El señor doctor (Miguel M. Delgado, 1965) y Por mis pistolas (Miguel M. Delgado, 1968). En 1967 lo hizo con Don Juan 67 (Carlos Vela, 1967) con Mauricio Garcés, otro de los comediantes estelares de la época.

Que entendiera el idioma cinematográfico de Jodorowsky y Friedkin no fue cuestión de casualidad. En sus comienzos, Gavira participó en producciones de Luis Buñuel como Subida al cielo (1952), Ensayo de un crimen (1955) y Nazarín (1959). Lo hizo como asistente en el departamento de sonido, área en que comenzó a mostrar su talento como efectista y donde aprendió a observar el trabajo de los directores en turno.

Si bien su labor fue sonora, Gavira ponía a funcionar su imaginación para construir las escenas en su mente y así dotarlas de los sonidos que le pedían o que proponía de acuerdo al argumento. En algunos casos se respaldó en fotografías y bocetos que le proporcionaban.

La ruta Luis Buñuel-Cantinflas-Alejandro Jodorowsky lo llevó a ascender como técnico especializado y a obtener su crédito estelar. Asimismo, ese recorrido lo guió a incursionar de una manera impensable en Hollywood, sobre todo en una película que se convirtió en historia del cine y que es considerada la más terrorífica de todos los tiempos. Formó parte del equipo que ganó el Oscar a Mejor Sonido en 1974. Y todo porque William Friedkin se sentó a ver El Topo y La montaña sagrada.

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