José Angel Trelles (1943 -2022): adiós a una gran voz del canto popular

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José Angel Trelles - Créditos: @Virtual Press

“Pepe Trelles, buen viaje”. Con estas breves y sentidas palabras una de las mejores voces de la música popular argentina despidió a otra de las grandes voces de la música de acá. En la madrugada de hoy murió José Ángel Trelles un cantante sin par que ocupará un lugar especial dentro de la historia del espectáculo argentino. Tenía 79 años y acarreaba desde hace un tiempo problemas de salud.

“Buen viaje”, escribió Julia Zenko, en sus redes, porque se dice que cuando un artista parte es porque “sale de gira”. Y Pepe Trelles fue un artista con interesantes aristas. Fue la voz de las canciones de Astor Piazzolla; fue protagonista de obras como El diluvio que viene, que estrenó en 1979, en el teatro Nacional, y estuvo en cartel durante varios años, y de El patio de la morocha, en el San Martin. Acopió un catálogo de una veintena de discos que incluyeron desde temas propios hasta versiones y las bandas sonoras de los espectáculos en los que participó. Y también compuso temas que llegaron a las voces de algunos de sus grandes amigos, como Sandro.

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José Angel Trelles - Créditos: @Archivo

Trelles nunca manifestó divismo en el modo de pensar su carrera, pero para sus seguidores seguramente pueda ser considerado como un artista de culto, que si bien jugó, en algunas épocas, en las primeras filas de la industria de la música, prefirió muchas veces una producción artesanal y los caminos más independientes.

Había nacido en Buenos Aires, como José Ángel Amato, el 28 de agosto de 1943. Su entrada al mundo de la música, o, en realidad, su decisión de dedicarse al espectáculo, la recordaba con una humorada. Un día “fui a ver un cantor maravilloso que cantaba con Osvaldo Pugliese, que se llamaba Alberto Morán. Tenía una pinta infernal, y las mujeres se sacaban los corpiños y se los tiraban. Sí, sí. Esos corpiños que se usaban antes armados y duros. Entonces me dije: «Yo tengo que laburar de esto». Después, gracias a Dios, tuve el apoyo de mi viejo, sobre todo como no quise ir al secundario, no quise ir a estudiar, empecé a cantar y me dijo: «Si pensás que vas a ser feliz yo te ayudo». Empecé a trabajar en una fábrica de jabón, tenía 16 años, trabajaba de cinco de la mañana a una de la tarde. Iba a mi casa, comía como un desaforado, dormía, y después cantaba en un cabaret hasta las cuatro de la mañana y de ahí me iba a la fábrica”.

Así definía sus comienzos este hombre que un día fue bendecido por Astor Piazzolla, y que, con el tiempo, le puso un sabor especial a esas obras que el bandoneonista había escrito junto a Horacio Ferrer. En la década del 70 fue convocado por Astor para el nuevo conjunto que estaba armando. Trelles hizo giras con Piazzolla y volvió a trabajar con él en varias oportunidades. Incluso se sumó al trabajo de aquellos que decidieron seguir abordando su obra, a partir de 1992, luego de la partida de Astor.

Con la llegada del nuevo siglo Trelles hizo varias versiones de la operita María de Buenos Aires, en distintas partes del mundo, y con los más variados interpretes. La antesala de eso fue la convocatoria que le hizo la italiana Milva para representar la obra en 1999, con una orquesta dirigida por Daniel Binelli, en el teatro Massimo, de la ciudad de Palermo. Ya comenzado el nuevo milenio hizo versiones dentro y fuera del país con proyectos como el del pianista Pablo Ziegler o en producciones donde participaron cantantes como Juan Vitali y Patricia Barone.

Juan Vitali escribió para su despedida: “Ahora, me quede sin letra. La música se ahogara en el alma por un rato pero el negro Juárez saca de un bolsillo del cuore loco, el bandoneón blanco y en 11 compases troileanos traerá a la barra en orquesta sublime y tu bienvenida es de tribuna colosal. Te afanan sonrisas y tu gola brilla como nunca, Astor te guiña un ojo. Y vos, ya sin enojo, la clavas en un angulo y a cantar. Claro. Declaran feriado celestial”

El profundo reconocimiento lo había obtenido de un público selecto, tanto como de sus propios pares. Que valgan algunos datos que aparecieron en redes sociales cuando los músicos se enteraron de su muerte. “Día de pena inmensa. (...) partió José Angel Trelles, extraordinario cantor, compositor, autor y personaje irreemplazable. Queda, para los que quieran aprender, testimonio discográfico del estupendo recorrido de este artista irrepetible”. No pasan inadvertidas las palabras que escribió Pepo Ogivieki, sobre todo las que dicen “para los que quieran aprender”. Que a nadie llame la atención si muchos vuelven ahora sobre sus discos y lo descubren aquellos que nunca lo escucharon cantar.

Solo por dar dos o tres ejemplos, se puede comenzar por un álbum llamado Astor Piazzolla “Balada para un loco” canta José Angel Trelles, con registros de 1975. En realidad, es una compilación de 1998, que muestra el recorrido que Pepe hizo por la obra de Astor, pero también por temas que había grabado en Mi canto y mi tiempo, con composiciones propias, de Mario Trejo, Dino Saluzzi y Daniel Piazzolla, entre otros. De ahí se puede ir a discos más recientes, de clásicos tangueros, como Solo para dos, de piano y voz, que grabó con el pianista Juan Carlos Cirigliano, o El cantor de Buenos Aires, donde repasa tradicionales como “Volvió una noche”, “Uno”, “Patio mío”, “Tal vez será su voz” o “Jacinto Chiclana”.

Trelles cantó en espectáculos intimistas, de piano y voz, y delante de orquestas sinfónicas, incluida la Estable del Teatro Colón. La música y el teatro se alternaron durante toda la carrera de este artista que, ya para 2013, la Legislatura porteña lo declaraba Personalidad Destacada de la Cultura.

A los 24 años, terminada la década del sesenta, apareció por primera vez en la pantalla chica. Fue en el programa Siete y medio. En 1970 cruzó las fronteras de nuestro país para dar actuaciones en Brasil, en shows donde participaron Elis Regina y Ney Matogrosso. En el 75 se sumó a las filas de Octeto Electrónico de Piazzolla, con el que recorrió los escenarios más diversos, incluido el del Carnegie Hall.

El diluvio que viene fue la pieza teatral con la que más se lo identificó, por los años que estuvo en cartel y con sus reposiciones, a lo largo de la década del ochenta. Pero más tarde llegaron otras, como El Patio de la Morocha y Juana Azurduy. Mientras tanto, participó en programas televisivos como Querido Sandro, y en capítulos del ciclo Dónde estás, amor de mi vida, que no te puedo encontrar dirigido por Juan José Jusid.

Su vida privada llegó a las páginas policiales de muchos medios cuando uno de los varios asaltos que sufrió alcanzó una gran repercusión. En enero de 2014 su esposa fue herida de bala cuando ingresaron a su casa para robarle. Afortunadamente, las consecuencias no fueron graves. En ese momento Trelles habló sobre la cantidad de veces que había sido víctima de delincuentes. “Es el asalto número veintinueve. En el anterior entraron a mi casa y todavía estoy pagando las consecuencias físicas porque me destrozaron un brazo”, recordó en ese momento.

Seguramente en las canciones habrá encontrado el refugio que no tuvo en lo más cotidiano de su vida. De hecho, son los registros que ha dejado los que hoy lo trascienden. Y es por esto que es tan bien recordado por su colegas y su público, en los testimonios que se ven en la redes.

“Querido Pepe, hermano, me dejás completamente huérfano. No voy a redundar en tus virtudes artísticas porque espero, que de eso se encarguen los especialistas, a quienes les sobran detalles para contar quién sos y quién fuiste para la música argentina. Para mí, además de eso, se que fuiste el primer tipo que, ya siendo el fenómeno de artista que por entonces ya eras, me abrió las puertas de su casa, me alentó a escribir mis primeros tangos, al tiempo que, sin protocolos ni mezquindades, me presentabas a uno por uno los grandes cantores, los músicos y poetas que frecuentaban el viejo Café Homero”. Así lo despidió Alejandro Szwarcman, uno de los más destacados letristas del tango de las últimas décadas.