King Diamond y Overkill encendieron a sus seguidores dentro y fuera del 'pit'

Está atravesando por una buena racha y, además, por un periodo de intensa actividad. Luego de haber reunido a la mitica agrupacion danesa Mercyful Fate para una serie de conciertos mundiales que incluyeron el que se hizo en el YouTube Theater del Sur de California en octubre del 2022, King Diamond (conocido por sus fans hispanohablantes como ‘el Rey Diamante’) se ha embarcado en “Saint Lucifer’s Hospital 1920”, una gira internacional completamente dedicada a su labor como ‘frontman’ de la banda que lleva su nombre, aunque no se trata supuestamente de un proyecto solista.

El éxito que viene teniendo con estas presentaciones, que llegarán el 10 de diciembre a la Explanada del Estadio Azteca de la Ciudad de México, va más allá del aspecto coyuntural, ya que el combo no ha lanzado un álbum desde el 2007, pese a que ha venido prometiendo la salida de uno desde antes de la pandemia. Lo que sí ha hecho, sin embargo, es presentar tres sencillos que vendrán supuestamente en dicha placa, uno de ellos de manera formal (es decir, a través de una grabación en estudio) y dos de ellos durante sus actuaciones en vivo.

A estas alturas, con las 12 producciones de material inédito que tiene en su haber bajo el rótulo de King Diamond, Kim Bendix Petersen (el verdadero nombre del cantante) es perfectamente capaz de sostener un concierto sin temas nuevos y, por supuesto, sin la ayuda de Mercyful Fate, cuyas composiciones han brillado por su ausencia durante los repertorios que ha venido ofreciendo desde hace ya buen tiempo, aunque no ha sido siempre así.

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En todo caso, fue interesante poder escuchar las piezas recientes en medio del show que se realizó el viernes pasado en el mismo YouTube Theatre, sobre todo en el caso de “Masquerade of Madness”, que no es en realidad tan reciente (se lanzó en noviembre del 2019) pero que sigue sonando estupendamente, secundada por unos teclados que no le quitan potencia a la combinación habitual de riffs poderosos y melodías pegajosas dentro de un marco siniestro.

En realidad, de las composiciones “nuevas”, la que menos nos convenció fue “Spider Lilly”, que además de no ser muy entretenida en el plano instrumental, se apoya en un juego vocal de tonos agudos entre Diamond y Myrkur (la invitada especial en los coros y en los teclados) que no termina de cuajar, pese a que, en todos los demás momentos, el respaldo que esta le dio a Diamond fluyó perfectamente, sobre todo cuando se considera que, a los 68 de edad, el veterano cantante es todavía capaz de reproducir casi a la perfección los impresionantes falsetes que lo llevaron de inmediato a la cima hace cuatro décadas.

Le fue mejor a “Electro Therapy”, que no es deslumbrante en términos compositivos, pero tiene partes instrumentales realmente destacadas, con arranques de furia y aires progresivos. Fue simpático escuchar la canción con la ambientación adecuada, incluyendo a un Diamond que se acercaba de manera amenazante al ataúd transparente en el que se encontraba metida la actriz que suele acompañarlo en sus shows, y que simulaba ser la víctima de una brutal sesión de electrochoques.

Pasiones desmedidas

Cualquiera que esté mínimamente familiarizado con lo que hace este grupo sabe perfectamente que, además de la música, King Diamond ofrece espectáculos sumamente atractivos en términos visuales y de puesta en escena. Pero no se trata de escenografías con referencias sangrientas ni despliegues de ‘gore’, sino de ambientaciones sugestivas que recuerdan frecuentemente lo que se puede ver en las películas clásicas de terror.

De ese modo, la actriz citada participó en escenas que la mostraban como una niña que arrastraba muñecas espeluznantes, apareció como una suerte de espíritu del Más Allá y asumió la personalidad de una anciana poco simpática que aparece postrada en una silla de ruedas; y Diamond lució no solo el maquillaje facial que lo ha distinguido desde siempre, sino que se colocó diferentes máscaras para asumir el papel de personajes aterradores, incluyendo al malévolo doctor de un sanatorio.

Bajo estas circunstancias, la atmósfera resultaba ideal para la apreciación de unas canciones que incursionan constantemente en temáticas oscuras y sobrenaturales sin perder por ello la elegancia, como es el caso de la mentada “Halloween”, “A Mansion in Darkness” (un rápido y efectivo heavy sobre una casa embrujada), “Voodoo” (una cadenciosa y entretenida pieza ambientada en un cementerio de Baton Rouge) y “Eye of the Witch” (un medio tiempo con una curiosa tendencia sinfónica que habla de un collar mágico).

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En términos de audiencia, era razonable esperar que el público enloqueciera, porque Diamond es prácticamente una figura de culto a la que sus feligreses rinden adoración. Lo único que resulta incómodo para los asistentes que tienen cierta edad (y que, naturalmente, son muchos en un evento de esta clase) es la insistencia de algunos por generar sesiones de ‘slam’ descomunales incluso para canciones que no las ameritan, y que, al salirse a veces de control, terminan produciendo encuentros físicos indeseados.

En el plano musical, el Rey estuvo acompañado por Andy Larocque, el guitarrista sueco que ha estado a su lado desde el inicio de esta etapa y que, pese a tener cualidades absolutamente notables, estuvo opacado en esta ocasión por la labor de su compatriota Mike Wead, quien formó parte de la era tardía de Mercyful Fate y que, además de haberse sumado a la reunión del mismo grupo en el 2019, ha estado tocando con Diamond desde el año 2000.

Sea como sea, en Inglewood, Wead dejó en claro que es un gran músico, más allá de la justificada polémica que se dio cuando fue elegido para regresar a Mercyful Fate en lugar de Michael Denner, quien era un miembro mucho más emblemático de la agrupación.

Las previas, también de lujo

En los últimos años, los grandes artistas del metal que se han presentado en Los Ángeles han colocado frecuentemente en sus conciertos a actos de apertura menores o que no responden ni por asomo a las expectativas de los asistentes; por fortuna, en este caso, los promotores tuvieron el tino de elegir cuidadosamente a los ‘teloneros’, empezando por el segundo de la partida, Overkill, el mítico grupo neoyorquino de thrash que merece siempre la atención que se le pueda brindar.

Pese a los numerosos cambios de integrantes que ha sufrido a lo largo de sus 44 años de carrera, la banda sigue teniendo al frente a Bobby “Blitz” Ellsworth, uno de los mejores vocalistas de la escena, y al bajista D.D. Verni, quien es también un miembro fundador y un maestro de las cuatro cuerdas.

Ellsworth, que sufre de cáncer a la nariz y tuvo un infarto hace algunos años, ha dejado de moverse en el escenario como lo hacía antes, pero conserva en perfecto estado la voz raspada, aguda y agresiva que lo caracteriza, mientras que Verni mantiene la energía y la precisión de costumbre, como soporte de una base rítmica que, desde hace solo unos meses, incluye al excelente baterista Jeramie Kling, ex Massacre y ex Venom Inc.

Completado por los guitarristas Dave Linsk y Derek Tailer, quienes se unieron a la formación hace más de dos décadas, el Overkill actual se mostró en el YouTube Theater como una maquinaria poderosísima que contó con excelentes condiciones de sonido mientras desgranaba temas como “Rotten to the Core”, “Hello From the Gutter”, “Elimination” y el inevitable ‘cover’ de “F… You”, original del combo británico de hardcore punk The Subhumans.

Tampoco desentonó la participación de Night Demon, una banda que, a pesar de su reciente creación (se fundó en el 2022), se dedica a tocar heavy metal tradicional, lo que le permite insertarse sin problemas en conciertos protagonizados por artistas que le llevan varias décadas de delantera. El lado entretenido de su set se plasmó en la introducción de una mascota en forma de diablo que, sin estar ni por asomo a la altura del gran Freddy, generó sin duda curiosidad.

Constituido actualmente como un ‘power trio’ conformado por Jarvis Leatherby (voz y bajo), Armand John Anthony (guitarra) y Brian Wilson (batería), el conjunto de Ventura, California, recurrió a un repertorio que se inclinaba a veces por los temas de medio tiempo con inclinaciones melódicas, como fue el caso de “Outsider” y “Dawn Rider”, pero que pisaba luego el acelerador para coquetear con el speed en cortes como “Screams in the Night” y “Ritual”. Cuando las cosas se hacen así, vale la pena llegar temprano en lugar de quedarse en el estacionamiento tomando cerveza.

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Este artículo fue publicado por primera vez en Los Angeles Times en Español.