La escena de 'Spider-Man' que llevó 156 tomas y todavía sigue sorprendiendo

Tobey Maguire llega para el estreno de 'El Hombre Araña' en Mann Village en Westwood, California, el 29 de abril de 2002. foto de Kevin Winter/ImageDirect
Tobey Maguire llega para el estreno de 'El Hombre Araña' en Mann Village en Westwood, California, el 29 de abril de 2002. foto de Kevin Winter/ImageDirect

La perfección lleva su tiempo y en el mundo del cine supone la repetición constante de escenas hasta conseguir el efecto deseado. A veces puede dar como resultado esos bloopers que tanto nos divierten a raíz de bromas, risas o fallos inesperados. Sin embargo, en otras ocasiones albergan historias de perseverancia increíbles.

Por ejemplo, Stanley Kubrick mantiene el récord Guinness a la escena dialogada con más tomas necesarias cuando hizo que Satman Crothers y Danny Lloyd repitieran la misma conversación hasta 148 veces en El resplandor. Mientras David Fincher es conocido por obligar a sus actores a repetirse hasta la saciedad con la intención de lograr actuaciones sinceras.

Sin embargo, nada se asemeja al esfuerzo que hizo Tobey Maguire en El Hombre Araña (2002) con una secuencia que llevó 156 tomas.

El director Sam Raimi quería una representación realista con la que el público pudiera sentirse identificado con Peter Parker, y después de reunirse con diferentes actores, terminó encontrando lo que buscaba. “Necesitábamos a alguien que no fuera Christopher Reeve, que no fuera extraordinariamente alto y atractivo, o que atrajera miradas. Necesitábamos a alguien con un corazón y alma que la audiencia reconociera en ellos mismos” contó tiempo después a Variety. Y ese candidato ideal fue Tobey Maguire, un actor que no destacaba por ser gimnasta como Tom Holland ni cumplía el estereotipo clásico de superhéroe, sino que definía precisamente esa imagen cercana y creíble que estaba buscando. Después de todo, Peter Parker es un adolescente común y corriente que se enfrenta a la difícil tarea de equilibrar la responsabilidad de asumir tanto poder de repente.

El legendario director quería plasmar esa realidad y credibilidad más allá de la figura protagonista, sin abusar del CGI en cada secuencia, e hizo todo lo posible diseñando momentos basados en lo artesanal. Y el resultado se nota en una escena legendaria en la que Tobey Maguire tuvo que armarse de paciencia y hacer malabares. Literalmente.

Les hablo de la escena que transcurre en la cafetería del colegio cuando Peter utiliza sus habilidades recién adquiridas para salvar a Mary Jane (Kirsten Dunst), atrapándola justo cuando se resbala y todo lo que lleva en la bandeja vuela por los aires. Ese momento, en donde Tobey Maguire atrapa todos los objetos a la perfección con la bandeja en una mano mientras sostiene a MJ con la otra, se hizo sin GGI. Es decir, se rodó unas 156 veces hasta conseguirla sin errores.

La historia la reveló el jefe de VFX, John Dykstra, en los comentarios extras del DVD, confirmando que Tobey Maguire hizo los malabares todas las veces que hizo falta hasta conseguir atrapar todos los objetos en la bandeja. “No hubo CGI” añade Kirsten Dunst. “Lo hizo Tobey, lo que es muy impresionante. Utilizaron un pegamento para pegar su mano a la bandeja”.

La práctica y perseverancia son claves en la superación de los obstáculos y Tobey Maguire se habría armado de toda la paciencia posible para conseguir lo que su director estaba buscando. Según The Independent, Sony Pictures no estaba muy interesado en gastar tantos esfuerzos en una secuencia tan breve y de alta dificultad física, pero Sam Raimi habría insistido. Al final, hicieron falta 156 tomas y una jornada de 16 horas para conseguir la secuencia que finalmente usaron en la película.

Y el esfuerzo mereció la pena porque la escena se convirtió en una de las más recordadas del éxito de 2002, sirviendo como ejemplo para demostrar la importancia de la acción artesanal a la hora de crear momentos que transpiran credibilidad ante la atenta mirada de la audiencia.

Lamentablemente, este tipo de esfuerzos ya no son tan frecuentes en el mundo del cine. Por un lado debido a las herramientas que otorga el CGI, añadiendo, cambiando o completando cualquier tipo de secuencia en postproducción. Pero, sobre todo, por el coste que requiere cada jornada de rodaje. 16 horas y 156 tomas para una escena tan breve puede parecer un gasto innecesario a los grandes estudios cuando invierten cientos de millones de dólares en sus blockbusteres. Sin embargo, la pura realidad es que lo artesanal, tangible y real aporta una magia diferente en la gran pantalla, creando un puente de conectividad entre la historia y el espectador que deriva en momentos icónicos como este.

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