Steven Spielberg eliminó una escena aterradora de 'Tiburón' que lo hubiera arruinado todo

En el set de Tiburón, dirigida por Steven Spielberg. (Photo by Sunset Boulevard/Corbis via Getty Images)
En el set de Tiburón, dirigida por Steven Spielberg. (Photo by Sunset Boulevard/Corbis via Getty Images)

Tiburón es una de las películas más influyentes de la historia del cine. A estas alturas, 48 años después, es un hecho incuestionable. No solo redefinió el concepto de marketing con una de las campañas más costosas en los años 1970s, sino que también provocó un fenómeno global empapado de pánico y placer cinematográfico que dejó huella para siempre. Steven Spielberg creó una obra maestra del suspense y con ayuda de la inolvidable banda sonora de John Williams. Sin embargo, una escena eliminada lo hubiera arruinado todo.

De vez en cuando, las redes sociales nos recuerdan historias olvidadas de la cultura popular a través de vídeos o anécdotas resucitadas. Y, en esta ocasión, les traigo el caso de Tiburón con un vídeo que probablemente muchos espectadores desconocen, pero que podemos encontrar en YouTube o Twitter.

El vídeo surgió hace unos años y a raíz de una foto en blanco y negro que mostraba a un ser humano en la boca del tiburón protagonista. Muchos fans de la película la conocen pero fue recién en 2007 que conocimos su origen gracias al documental The shark is still working.

El vídeo incluye esas fotos de archivo, así como una comparativa con la escena del ataque a Alex Kintner, el niño que muere casi al comienzo del metraje, y la secuencia de la muerte siguiente desde dos perspectivas: la que Steven Spielberg incluyó en la película y la que eliminó del metraje final. Dos versiones muy distintas y por una razón en particular. Y es que la secuencia eliminada hubiera sido más sangrienta, impactante y reveladora de lo que vimos en realidad.

La escena ocurre después de una hora de metraje, cuando el jefe de policía Martin Brody (Roy Scheider) y el pueblo ficticio de Amity Island se encuentran en estado de alerta. Todos tienen miedo en la orilla del mar y gritan alarmados cada vez que aparece una aleta asomándose, pero en ese momento un hombre y un grupo de niños caen al agua a raíz de la fuerza del tiburón cuando pasa por debajo de sus botes. Y es entonces cuando el animal ataca al adulto, viendo cómo una pierna mordida cae en el fondo del mar mientras uno de los niños observa en estado de shock.

Es la primera secuencia de la película donde vemos al tiburón después de más de una hora de tensión acumulada, incitada por el misterio que produce la aleta sobre el agua y la música de John Williams. Sin embargo, Steven Spielberg había diseñado la escena de manera más extensa con el tiburón arrastrando al hombre moribundo sin una pierna, y con el mismo niño colgado de él ensangrentado y pidiendo ayuda hasta que el escualo terminaba de llevarse a su presa.

El director terminó eliminando la secuencia del metraje final, favoreciendo una versión más breve que cumplía el propósito de mostrar al tiburón por primera vez, pero sin herir sensibilidades extremas con el sufrimiento del menor y detalles gore. Después de todo, el escualo ya se había comido a otro niño al principio del metraje, sacudiéndolo lo suficiente como para dejarnos traumatizados mientras la sangre borboteaba alrededor.

Y si bien la secuencia forma parte de la historia del cine, transmite un límite de violencia que habría descuadrado a la MPAA (la organización que otorga la clasificación por edades en EE. UU.) que le dio una calificación PG (que sugiere guía parental), en lugar de la R (cuando menores de 17 años requieren compañía adulta) que habría obtenido de incluir la secuencia, limitando así el amplio rango de público que la vio y sus opciones en taquilla. Pero, sobre todo, habría dejado de ser un blockbuster veraniego para convertirse en una película de terror sangrienta que dejaba a un lado el tono de suspense y misterio que tanto la caracterizó.

Viendo la escena podemos deducir que el tono no funciona. Básicamente porque la experiencia que ofrece Tiburón es la de una película que condiciona a los espectadores a través del terror sugerido. La primera mitad del filme creaba esa conexión a través de la tensión in crescendo, manteniendo al animal bajo el agua y con la música como pronóstico auditivo de su llegada. No era una película que centraba su valía en la sangre y el impacto visceral de la brutalidad del escualo, sino en el terror de lo que habita en las profundidades.

Cuenta la anécdota (según medios como Cracked) que Spielberg tomó la decisión de eliminar la versión extensa porque la audiencia invitada a una proyección de prueba habría pasado 20 minutos hiperventilando. Y no me extraña. La película completa lo consiguió en gran medida traumatizando a toda una generación.

De haber incluido la escena eliminada, Steven Spielberg habría desconectado al espectador de la intención primaria, cayendo en un derroche de exceso de sangre e impacto dramático que no hubiera permitido que la película jugara con nuestra imaginación como lo hace. En otras palabras, un hombre ensangrentado, moribundo, atrapado en la boca del asesino de dientes afilados, arrastrando a un niño en sus brazos, habría arruinado la magia, conexión e intención final que hizo de Tiburón una obra maestra.

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