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Mateo, la víctima marcada del lamentable pleito sin fin que les da fama a Marjorie de Sousa y Julián Gil

MEXICO CITY, MEXICO - OCTOBER 11:  Julian Gil and Marjorie de Sousa attend the second day of Mercedes-Benz Fashion Week Mexico Spring/Summer 2017 at Maria Isabel Sheraton hotel on October 11, 2016 in Mexico City, Mexico.  (Photo by Victor Chavez/WireImage)
Julián Gil y Marjorie de Sousa en una foto de 2016. (Foto: Victor Chavez/WireImage)

Por Luis Moreno

A diferencia de lo que ocurría en otras generaciones, en la sociedad actual los divorcios están ya completamente normalizados. No obstante, hay casos que saltan los niveles mínimos de civilidad hasta convertirse en situaciones lamentables. Así ocurre con Marjorie de Sousa y Julián Gil, cuya separación y pleito por la custodia de su hijo Mateo, de apenas tres años, pasó de ser una telenovela en la vida real a convertirse en una verdadera historia traumática que es incómoda de ver.

En un principio la situación fue capitalizada por los medios de comunicación que encontraron carne de cañón en la penuria de una de las parejas más atractivas en el mundo de la actuación. Ambos se dejaron llevar y al poco tiempo la audiencia de la prensa rosa conoció hasta el último detalle de la ruptura.

La historia creció y creció. A ella se unió la hermana del actor que no escatimó en declaraciones sobre el que, a su juicio, era un mal comportamiento por parte de su excuñada. Marjorie de Sousa fue acusada de actuar como “loca” por arrebatos que incluyeron lanzar las pertenencias de Julián Gil por la ventana y de ser una “descarada, oportunista y vividora” luego de pedir el 50% de los ingresos del actor para la manutención del hijo. El último dardo fue una ironía sin pizca de piedad: "Si el 2020 fuera mujer se llamaría Marjorie de Sousa", aseguró la hermana de Julián.

La madre de Marjorie también entró a la ecuación y fue acusada de haberse entrometido en la relación hasta romperla, por no saber darle espacio a ambos, lo cual subió el calor de los ánimos y los titulares.

Previamente la actriz venezolana había atacado a su expareja asegurando que tenía problemas psicológicos. Marjorie incluso pidió, nuevamente en el ámbito del escándalo, que Julián se realizara un diagnóstico mental debido a que cometía actos “violentos” y consumía sustancias prohibidas, además de pedir que cualquier encuentro entre Julián y su hijo estuviera mediado por una enfermera.

Desde entonces el enfrentamiento entre ambos se ha disputado tanto en el plano jurídico como en el mediático.

El asunto no para. El bombardeo ha sido tan grande que la prensa y el público han tomado partido, la mayoría, hay que decir, en defensa del actor. Periodistas como Daniel Bisogno y hasta el diputado Sergio Mayer han arremetido contra Marjorie acusándola de causar un distanciamiento entre el bebé y su padre, priorizando el plano económico sobre el sentimental.

Brenda Torres, una expareja de Julián Gil también metió cuchara, defendiendo al actor, aunque ofreciendo algo de sensatez, refiriendo las posibles afectaciones que podría tener el bebé ante este prolongado e incivilizado choque que, implícitamente, atribuyó a Marjorie, mismo que ha dejado a Julián sin acceso a su hijo.

"Lamentable que ese niño se pierda de poder compartir y disfrutar de su familia paterna, como cualquier niño normal que aunque sus padres se separan, comparten los momentos más importantes de sus hijos. Los problemas de adultos se resuelven entre adultos, y uno como persona racional no quiere que sufran. Gracias a Dios mi hija Nicole Gil puede decir que tiene un excelente padre que ha estado para ella, y es quien es, porque siempre ha contado con su mamá y su papá presentes en todo momento de su vida", aseguró Brenda Torres quien, cabe destacar, se casó con Julián hace cerca de veinte años, siendo aún menor de edad. Con él procreó una niña con la que Julián sigue tratando y conviviendo, pese a la separación.

Julián Gil (Getty Images)
Julián Gil (Getty Images)

En un panorama así es fácil inclinarse para uno u otro lado. Y aunque es cierto que en este contexto Julián parece el más desfavorecido ya que en la última semana trascendió que perdió la patria potestad del niño y ha sido presionado para desembolsar una parte considerable de sus ingresos, hay que apuntar que bajo este escenario todos pierden, especialmente Mateo.

Las relaciones de pareja no son un partido de futbol ante el que uno deba de posicionarse a la ligera. Y aunque Mateo quizá ahora no entienda nada debido a que apenas es un bebé, sus padres deberían ser conscientes de que todas sus declaraciones y bravatas mediáticas quedan registradas para la posteridad, algo que eventualmente podría pegarle a quien menos lo merece.

Cierto, la polémica ha ayudado a que ambos, tanto Marjorie como Julián, estén en portadas de revistas, programas de televisión y en boca de todos, lo cual les da vigencia y notoriedad. Pero el precio que pagan es altísimo y ambos deberían tomarlo en consideración antes de seguir echando más leña al fuego.

El público comienza a rechazar a Marjorie

La animadversión que la actriz causa entre el público mexicano quedó patente ayer durante su expulsión del programa ¿Quién es la máscara? de Televisa, en donde participaba como 'Banana'. Las redes sociales no perdonaron, tanto Instagram como Twitter se llenaron de mensajes ofensivos contra Marjorie que, con razón o no, se ha hecho de muchos detractores entre la audiencia, aunque también tiene a quienes la defienden. Esta polarización no es lo mejor para ninguna carrera.

Su caso recuerda al de Paulina Rubio y Colate, otro pleito prolongado dentro del medio que ha trascendido a los juzgados para jugarse en la prensa. Por desgracia las consecuencias en esta otra relación son más tangibles debido a que Nicolás, el niño que Paulina tuvo con el español, tiene casi diez años y es más consciente de lo que pasa a su alrededor. Un juez de hecho declaró que la separación rijosa y turbulenta de los padres ha afectado la salud mental del menor. Por eso ordenó que el pequeño reciba terapia.

Casos como el de Paulina con Colate y también el de Marjorie con Julián Gil muestran que las separaciones ríspidas traen serias consecuencias, no tanto para ellos (aunque igualmente salen afectados), sino para sus descendientes.

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