Señales de que podrías tener una deficiencia de vitamina D (no se ven, pero sí se sienten)
Nunca entenderé la capacidad (casi superpoder) de las abuelas para calcular el nivel de hemoglobina y deficiencia de vitaminas y otros nutrientes de sus nietos solo por su aspecto. En su abanico de frases frecuentes suelen estar “estás anémico”, “esa debilidad es falta de hierro”.
La mía, por lo menos, era así. Y algo de razón tenía porque ella misma vivió más de 90 años sin haber sido nunca hospitalizada ni intervenida quirúrgicamente. Así que si amenazaba con un batido de naranja, remolacha y zanahoria, lo mejor era resignarse y tomarlo sin quejas porque de alguna extraña manera sabía de lo que estaba hablando. Entre sus múltiples diagnósticos estaba la falta de vitamina D y la receta era programar 10 minutos de sol en la rutina diaria, además de la inclusión de más zanahoria “porque es buena para todo”. Quizás los remedios caseros no eran tan eficientes, pero lo que es cierto es que es sí posible determinar la deficiencia de vitamina D en el organismo a través de ciertas señales no necesariamente perceptibles a la vista.
Síntomas con D mayúscula
No se ve en un color de piel diferente o en un sarpullido, pero alguien que sufre de déficit de vitamina D se cansa con facilidad, puede presentar fatiga, debilidad muscular, sufrir de insomnio, así como también ser propenso a estados depresivos. Incluso también se puede sufrir de caries o gingivitis.
En los niños, la deficiencia de vitamina D puede causa raquitismo, enfermedad con la cual los huesos no se desarrollan correctamente, se debilitan y deforman, y los adultos pueden sufrir de osteomalacia, que provoca dolor óseo y debilidad muscular, según Medline Plus, publicación de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, que además afirma que se están llevando a cabo investigaciones para determinar la relación entre la vitamina D y varias afecciones como diabetes, presión arterial alta, cáncer y enfermedades autoinmunes como la esclerosis múltiple.
Por otra parte, según publica la Oficina de Suplementos Dietéticos del Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos, son distintas las razones por las cuales podemos sufrir de deficiencia de esta vitamina. Entre ellas no consumirla o no absorber suficiente de los alimentos; exponernos muy limitadamente a la luz solar; o que, por alguna deficiencia en los riñones, no se convierta a su forma activa en el organismo.
Además, este organismo especifica algunos grupos personas que son más propensos a tener dificultades para obtener la cantidad adecuada de esta vitamina. En primer lugar, los lactantes porque la leche materna no es rica en este nutriente; los adultos mayores, porque su piel ya no es tan eficaz produciéndola al exponerse al sol y sus riñones tienen una menor capacidad de convertirla a su forma activa; las personas de piel oscura, porque su piel tiene menor capacidad de producirla; quienes padecen de algunos trastornos como la enfermedad de Crohn o los celíacos, cuyo organismo no controla adecuadamente las grasas necesarias para la absorción de la vitamina; y las personas obesas porque la grasa del cuerpo impide que la vitamina D llegue a la sangre.
En estos casos, es necesario consultar a los médicos los tratamientos adecuados para proporcionar el equilibrio necesario al organismo, y es que la labor fundamental de la vitamina D es absorber el calcio, uno de los componentes principales de los huesos. Asimismo, esta sustancia también interviene en el buen funcionamiento de los sistemas nervioso, muscular e inmunitario, y además, según refiere un artículo del Huffington Post, un estudio de la Universidad de Bristol, mostró que la vitamina D, y posiblemente la K y la A podrían contribuir en la lucha contra el covid-19.
Fuentes de salud
Para obtener vitamina D, la recomendación de la abuela es válida. Exponerse directamente a la luz solar durante máximo 10 minutos. Esto implica hacerlo con protector solar y tomando las medidas adecuadas para evitar quemaduras y aparición de enfermedades a largo plazo.
Además, podemos incorporar y aumentar la ingesta algunos alimentos que son fuente de esta vitamina, pero no son muchos: las mejores fuentes son pescados grasos, como el salmón y el atún; el hígado de res, el queso, la yema de los huevos y los hongos tienen menores cantidad, pero además, hoy en día hay muchos alimentos que son fortificados con este nutriente, tal es el caso de la leche de vaca y las leches vegetales.
En todo caso, no vale solo confiar en el criterio de las abuelas, sino visitar frecuentemente el médico para que nos indique qué hacer y cómo alcanzar los niveles adecuados de esta y otras vitaminas para prevenir la aparición de enfermedades. Cabe destacar que, en cualquier caso, lo más recomendable es siempre obtener los nutrientes necesarios a través de una alimentación balanceada y que si se requieren cantidades adicionales deben ser los especialistas quienes recomienden cuáles y cuántos suplementos ingerir, porque hasta con las vitaminas los excesos pueden ser contraproducentes.
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