Leelee Sobieski, la actriz que renunció al estrellato en Hollywood por su verdadera pasión
A finales de los años 1990s, el público y la industria del cine habían recibido la llegada de una nueva estrella con los brazos abiertos. Leelee Sobieski ni siquiera había cumplido la mayoría de edad que ya contaba con blockbusteres taquilleros en su currículo y acumulaba experiencia tras haber compartido proyectos con expertos como Tom Cruise, Morgan Freeman, Stanley Kubrick, Luc Besson o J.J Abrams.
Con cada película que hacía lograba cautivarnos un poco más, irradiando un magnetismo especial que la hacía destacar con cada personaje. Desde la superviviente carismática de Impacto profundo, a la nerd adorable de Jamás besada, pasando por Juana de Arco, Eyes Wide Shut o su salto al thriller con Paul Walker en Frecuencia mortal. Un cóctel de películas variopintas que entre el Home Video y las emisiones por cable, la colocaron como una figura activa y constante en las pantallas del mundo.
Leelee era, en otras palabras, el prototipo de la vecina de al lado más elegante de comienzo de siglo. Sin embargo, un día dijo basta. Abandonó los rodajes y el mundo del cine por completo para lanzarse al vacío siguiendo su vocación. Una pasión que había mantenido en secreto mientras escalaba peldaños hacia la cima de Hollywood.
A nivel personal me considero de los muchos espectadores que apostaron por Leelee Sobieski cada vez que aparecía en pantalla. Y no creo que sea la única. Más bien al contrario, porque la presencia constante y destacada que tuvo en la cartelera global entre 1998 y 2009, supone el reflejo de ese auge vivido en la industria.
Y es que Leelee Sobieski tenía un aura especial que lograba atraparte. Tanto en películas como a través de su imagen de estrella desinteresada en la fama. Lo hizo tanto con producciones mal ejecutadas como Última sospecha, el remake de El culto siniestro con Nicolas Cage o el thriller 88 Minutos con Al Pacino; o con apariciones cortas, como su breve romance con Johnny Depp en Enemigos públicos o su paso por un episodio de La esposa ejemplar.
A su vez, irradiaba una madurez distintiva para su edad. Su voz rasgada transmitía una sofisticación singular pero no parecía tener ningún interés en seguir el juego de las estrellas. Y así como contaba a Jay Leno que coleccionaba el cabello de las celebridades con las que trabajaba porque "los autógrafos son impersonales", hacía una broma de mal gusto sobre haber compartido la misma tapa de inodoro que Monica Lewinsky en una cena.
Pero entonces, habiendo llegado lejos y con una carrera construida, desapareció. De los programas de televisión, los estrenos y el cine. Y ahora, una década más tarde, intentar encontrarla en redes sociales o buscar información sobre su vida es casi una misión imposible, a no ser que sepas que cambió su nombre artístico. Ahora se llama Leelee Kimmel.
Leelee nació en Nueva York, el 10 de junio de 1983, en el seno de una familia de artistas. Su madre es productora y guionista de cine y su padre es pintor. No obstante, su llegada al mundo del cine surgió por casualidad cuando un cazatalentos la vio en la cafetería de una escuela. El descubrimiento derivó en el casting para el papel de Claudia en Entrevista con el vampiro (1994) que, como bien sabemos, fue para Kirsten Dunst. De todos modos, aunque no lo consiguiera, comenzó a trabajar ese mismo año con otros proyectos, dando el pistoletazo de salida a su carrera como actriz. Fue poco después, en 1998, que Impacto profundo la catapultó al estrellato con una taquilla descomunal de $349 millones y el aplauso de la crítica a su interpretación.
[Fotos] Leelee Sobieski como Sarah Hotchner en "Deep Impact" pic.twitter.com/x9Bjn4ILpm
— Leelee Sobieski (@LeeSobieskiSp) November 17, 2014
Un proyecto siguió al otro mientras que, lejos de los focos, afianzaba su vida personal creando su propia familia. Tuvo dos hijos, Louisiana Ray en 2009 y Martin en 2014, con su marido, el diseñador de moda Adam Kimmel. En 2012 hizo su última película. Desapareció sin dejar rastro, reapareciendo años más tarde en alguna que otra entrevista. Por ejemplo, en 2012 explicó a Vogue que no quería seguir haciendo escenas románticas porque “el 90% de los personajes requieren muchas cosas sexuales con otras personas, y no quiero hacerlo”.
Pero había mucho más detrás de su abandono. Según contó a AnOther en 2018, sentía mucha presión al ser la encargada de pagar el alquiler de sus padres desde los 15 años, mientras las presiones físicas del trabajo la dejaban devastada. “Las cosas se complicaron para mí… Así que cuando pude, lo dejé. Es una industria un poco asquerosa, todas lo son cuando las examinas, pero en la actuación vendes tu apariencia demasiado. Lloraba cada vez que tenía que besar a alguien, no lo soportaba […] ¿Por qué estaba mi beso en venta? Me hacía sentir muy barata”.
Y así… dejó Hollywood atrás enfocándose en su familia y su verdadera vocación. Una que no tenía nada que ver con la interpretación ni el cine. Porque mientras rodaba películas y se paseaba por alfombras rojas, Leelee siempre había estado pintando en su camerino y a espaldas de la industria. Solía cubrir el suelo de sus tráileres con plásticos para poder pintar entre descansos. “Seguí trabajando fervientemente en secreto”, contó en a ArtNet en 2018. “Pintar siempre fue mi meta; seguía distrayéndome con cosas del trabajo y pagando facturas”.
Trabaja como artista profesional desde 2016, pintando sobre lienzos enormes y creando realidad virtual. Suele exhibir sus trabajos en Nueva York, aunque también los llevó hasta galerías en Paris, Shanghái y Corea del Sur.
“En mis pinturas hay mucho sobre la energía y las vibraciones y el mundo entero está conectado”, explicó Kimmel haciendo una comparación con la sensación de control que siente pintando en contraste con la experiencia de un rodaje. “Si estás en un equipo y 150 personas están presionando para que te enamores de otra persona, todos lo están apoyando. Esa es la energía de mucha gente, pero es falsa”.
“Los actores terminan yendo de un papel a otro con toda esta energía detrás de ellos, y te vuelves cada vez más y más vacío, terminas sin tener experiencias reales”, se lamentaba. “Para llorar, terminas recurriendo a las experiencias de otro personaje que interpretaste”. Y en particular, añadía que no quería seguir interpretando romances debido a sus hijas. "No quiero que mis hijos miren Netflix y me vean en la pantalla en los brazos de alguien que no es su padre".
Hace más de diez años que Leelee dejó el cine en el pasado. Aquella jovencita que ilustró las portadas de CosmoGirl o Seventeen como ídolo juvenil en alza, terminó escuchando a su verdadera pasión, centrando su atención, tiempo y esfuerzo en sacarla adelante. Y no parece que le vaya nada mal. Además de las exhibiciones, según el sitio web Invaluable, algunas de sus piezas se subastaron en valoraciones que rondan los $15.000 y $80.000.
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