A Matthew Perry lo salvó la claridad de conciencia que sintió frente a la muerte

NUEVA YORK, NY - 26 DE ABRIL: El actor Matthew Perry asiste al Festival de Cine de Tribeca 2017 -
NUEVA YORK, NY - 26 DE ABRIL: El actor Matthew Perry asiste al Festival de Cine de Tribeca 2017 - "The Circle" en BMCC Tribeca PAC el 26 de abril de 2017 en la ciudad de Nueva York. (Foto de Paul Zimmerman/WireImage)

Matthew Perry quiere que conozcamos su historia, la espiral de autodestrucción que le consumió a través del alcohol y los opioides, además de lo cerca que estuvo de la muerte. Pero también que sepamos que, mientras estemos con vida, todo tiene una salida. Para él fue en forma de claridad de conciencia el día que el destino lo puso de frente con el privilegio de estar vivo.

Friends es un denominador común que nos une a muchos seres humanos de este planeta. Ya sea porque la vimos durante su emisión (1994-2004) o porque la descubrimos años más tarde, lo cierto es que esta serie es una de las compañeras infalibles de nuestros días. Sin embargo, de las diez temporadas que hemos visto repetidas veces y hasta nos conocemos de memoria, Matthew Perry solo estuvo completamente sobrio -de principio a fin- en la novena. Durante todas las demás estuvo lidiando con problemas de adicción, entrando y saliendo de rehabilitación (hasta unas 15 veces a lo largo de su vida) y descendiendo por un pozo destructivo donde ni el éxito ni el trabajo eran prioritarios. Así lo cuenta en una entrevista exclusiva para la revista People a raíz del lanzamiento de su biografía el 1 de noviembre, Friends, Lovers and the Big Terrible Thing.

Cuando lo ficharon para la serie tenía 24 años y ya había comenzado su problema con el alcohol. “Podía manejarlo, casi. Para cuando llegué a los 34, estaba realmente metido en un montón de problemas” cuenta mientras recuerda que llegó un punto en que tomaba 55 pastillas de hidrocodona (opioide) y había bajado hasta los 58 kilos. “No sabía cómo parar porque la enfermedad y la adicción es progresiva. Se pone peor y peor a medida que vas creciendo” confiesa.

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Hace cuatro años acaparó las noticias tras conocerse que había sufrido una perforación gastrointestinal por culpa del abuso de los opioides, que le llevó a pasar tres meses recuperándose en un hospital. Sin embargo, ahora confiesa que aquella situación fue mucho peor y marcó uno de los momentos claves de su sobriedad actual. En realidad, pasó semanas luchando por su vida.

El mundo no lo sabía pero estuvo dos semanas en coma, cinco meses en el hospital y unos nueve meses utilizando una bolsa de ostomía. Su situación era tan grave que los doctores advirtieron a su familia que tenía un “2% de probabilidad de sobrevivir”.

“Me pusieron en una cosa llamada máquina ECMO, que hace todo el trabajo de respiración para tu corazón y pulmones. La llaman el Ave María. Nadie la sobrevive”. Sin embargo, de las cinco personas que fueron enchufadas a una de esas máquinas la misma noche, cuatro fallecieron, despertando una pregunta existencial en el actor. “La gran pregunta es ¿por qué? ¿Por qué yo? Tiene que haber algún motivo”. Esa claridad de conciencia tan cerca de la muerte lo enfrentó al cambio definitivo y necesario para seguir viviendo.

Cuenta que su terapeuta también le ayudó en el proceso diciéndole que “la próxima vez que pienses en tomar oxicodona, solo piensa en llevar una bolsa de ostomía por el resto de tu vida”. Para el actor fue como “si una pequeña ventana se abriera y me metí a través de ella y ya no quiero oxicodona”. Además, como tuvo que someterse a un total de 14 cirugías, su estómago se ha convertido en la prueba viviente de los estragos que la adicción provocó en su cuerpo. Son tantas las cicatrices que lo define como “un montón de recordatorios para seguir sobrio. Solo tengo que mirar ahí abajo”.

A sus 53 años, pretende ayudar a otros que luchan contra la adicción con su libro e historia. “Digo en el libro que si muriera, impactaría a la gente, pero no sorprendería a nadie. Y vivir con eso da mucho miedo. Así que espero que la gente se identifique y sepa que esta enfermedad ataca a todos. No importa si tienes éxito o no, a la enfermedad no le importa".

A través de su propio proceso de sanación, y habiendo alcanzado la sobriedad, aprendió a ser más agradecido con la vida y reconocer su resiliencia, sabiendo que tiene la fortaleza para levantarse de nuevo a pesar de toda “la tortura y horror”. Está convencido que su historia es una de esperanza porque, después de todo, sigue con vida.

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