Maximiliano de Habsburgo, el archiduque que lucha contra las drogas, nos habla de su nuevo proyecto y nos anuncia su regreso a España

Maximiliano de Habsburgo en la Fundación Recal
(Fernando Junco)

Hace más de veinte años, Maximiliano de Habsburgo puso en marcha el que, quizá, es su proyecto más especial: la Fundación Recal. Un centro que nacía con un claro objetivo: ayudar a todas esas personas que sufren adicción a cualquier tipo de sustancia. Hoy, tras más de dos décadas de andadura, Recal se ha convertido en un referente en la lucha contra las drogas, y el archiduque nos confiesa que, aunque "es un trabajo difícil -porque no todo el mundo se recupera-", vale la pena sólo por ver esas "sonrisas que vuelven" a dibujarse en el rostro de los pacientes. Conoce bien lo duro que es ese proceso. Su hermana mayor, Elisabeth, falleció cuando tan sólo tenía los 26 años, y él vivió los 'locos' años ochenta en la capital -como nos contó en una entrevista junto a su amigo Cayetano Martínez de Irujo-.

Pero ahora Maximiliano se ha embarcado en una nueva 'misión'. Quiere tender la mano a las personas que padecen algún Trastorno de Conducta Alimentaria (TCA) y a sus familias. Tras percatarse de que, en los últimos años, los casos han aumentado considerablemente -la Sociedad Española de Urgencias en Pediatría calcula que crecieron en torno a un 40% durante la pandemia-, el pasado noviembre, abría un nuevo centro (Recal TA), especializado en trastornos alimentarios, en el centro de Madrid. En esta entrevista nos desvela qué le llevó a crear este espacio y nos avanza una noticia: después de un tiempo viviendo en Inglaterra, regresará, junto a su familia -la escritora Maya Askari y sus tres hijos-, a Madrid.

Maximiliano de Habsburgo en el patio de la Fundación Recal
(Fernando Junco)

- Han abierto un nuevo centro donde se trata a pacientes con TCA (Trastornos de Conducta Alimentaria). ¿Por qué?

Primero porque es una de las enfermedades que se pueden poner bajo el paraguas de las de las adicciones y es la que más ha aumentado en los últimos años. Hemos visto que había que hacer algo y que muchos de los pacientes y, sobre todo, sus familias, están muy perdidos a la hora de buscar ayuda. Cabe recalcar que hay muchos trastornos alimentarios. Por eso se ha fundado este centro por separado, en otro sitio diferente al de esta Fundación Recal para tener un tratamiento específico sólo para esta enfermedad. Nuestra manera de abordarlo es detectar la enfermedad muy pronto y hacer un tratamiento familiar. El paciente se queda en casa y nosotros hacemos terapia con los padres, con la persona que tiene el trastorno… Lo que intentamos es evitar un ingreso, porque ingresar en un hospital, sobre todo, en edades muy jóvenes, es muy duro. Eso es lo que intentamos evitar.

- Entonces en este centro no hay opción de que los pacientes se queden, ¿verdad? Es sólo para el tratamiento

Es ambulatorio para tratarlo en su fase inicial. Eso sí, si los índices de altura y de peso son peligrosos, entonces podemos derivar a un hospital, pero eso es lo que intentamos, que no pase.

- ¿Cuáles son las señales que pueden hacernos sospechar que una persona puede tener un TCA?

Normalmente se nota una pérdida de peso y una relación no sana con la comida. Hay un control de la comida, de lo que se come. Normalmente, en la primera fase de la enfermedad, lo que hacen es excluir ciertos alimentos, como, por ejemplo, el azúcar, el pan… Cosas que ellos piensan que engordan. Y cuando alguien empieza a hacer eso, ya es una alarma, ¿no? Y, lógicamente, después llega muy rápido la pérdida de peso. En personas muy jóvenes la pérdida de peso es muy rápida, en sólo unas semanas, pueden perder hasta cuatro o cinco kilos. Y si esa persona es pequeña y pesa poco, perder esos kilos es perjudicial.

- Claro, están en fase de crecimiento, todavía desarrollándose… Aunque también puede afectar a adultos. ¿Hay algún límite de edad? ¿Puede entrar a su centro desde una persona de 14-16 hasta una persona más mayor?

Sí. Hemos visto que esta enfermedad afecta a gente cada vez más joven. Antes era a los 14, 16… Ahora empiezan con 11, 12...

Maximiliano de Habsburgo en el patio de la Fundación Recal
(Fernando Junco)

- Me estaba comentando que han notado que los TCA han aumentado mucho en los últimos años. ¿A qué cree que es debido este aumento?

Para detectar por qué ocurre algo, en medicina, hay que ver qué ha cambiado en el mundo en este periodo de tiempo. Nuestro mundo ha cambiado desde el confinamiento. Con el confinamiento ha cambiado, también, el uso de las redes. Han ido ‘de la mano’. El confinamiento creó mucho estrés, mucho miedo… Se respiraba ese miedo, también, en las noticias que emitían los medios de comunicación, y esto ha creado ansiedad en los jóvenes. Estaban en casa, todo el día, consumiendo redes sociales, y estas redes venden, enseñan un ideal de cuerpo que, a veces, no es posible alcanzar. No es sano y no es real, ¿no?

- Hoy en día, hay muchos jóvenes que ya con once años (o menos) tienen un teléfono móvil y acceso a las redes sociales, donde ven a sus ídolos y referentes. ¿Cree que muestran un canon de belleza que puede suponer una presión para ellos?

Sí. Creo que es una gran presión, y de lo que no se dan cuenta es que muchas de las imágenes están retocadas. Lo que enseñan las estrellas o los ‘influencers’ no es un mundo real, muchas veces son poses estudiadas, que se hacen en un sitio concreto, pero ésa no es su vida real, ¿no? Se vende algo que no es real e imposible de alcanzar y esto genera ansiedad.

"Nosotros en casa tenemos una caja donde dejamos los móviles. Los usamos durante ciertas horas, pero, después, los ponemos ahí y no se tocan. Cuando está lejos de ti el móvil, resulta mucho más fácil no usarlo, ¿no? Si lo tienes siempre a tu lado, en la mesa, es complicado"

- Usted también es padre, de tres hijos. ¿Qué opina de las redes sociales? ¿Cómo plantea este tema con sus hijos?

Bueno, yo creo que son muy dañinas para los jóvenes. Primero, porque les roba mucho tiempo. Ese tiempo que roban las redes es tiempo que no usan para estudiar, para hacer deporte y otras cosas. Y, después, yo creo que afecta muchísimo a la concentración y a la atención de una persona. Si uno está en Instagram viendo imágenes durante media hora, sentarse luego a leer un artículo es muy difícil, porque el cerebro quiere este flick, ¿no? Quiere esa ‘animación’ rápida e instantánea. Nosotros en casa tenemos una caja donde dejamos los móviles. Los usamos durante ciertas horas, pero, después, los ponemos ahí y no se tocan. Cuando está lejos de ti el móvil, resulta mucho más fácil no usarlo, ¿no? Si lo tienes siempre a tu lado, en la mesa, es complicado.

- Es una buena técnica, desde luego. Ha comentado todo este tema de las redes sociales, pero también ha habido casos a lo largo de la Historia, en tiempos donde no había redes sociales. Por ejemplo, siempre se comentó que Sissí sufrió anorexia y también otros miembros de la realeza, como Victoria de Suecia. ¿Cree que es un problema que siempre ha existido y nos cuesta ver?

Yo creo que ha estado siempre, seguro, pero igual se ha exagerado y acelerado por nuestro modo de vivir, ¿no? Porque igual si se coge el ejemplo de una emperatriz, igual la presión de su vida... Yo no sé si es verdad… Posiblemente eran personas con una vida muy expuesta, ¿no? Y exponerse tanto es un poco lo que ocurre en las redes, puede llevar a este trastorno.

- Al final, en los dos centros, me comentaban que hay gente muy joven, con TCA y con otros problemas de adicción. ¿Le resulta difícil ver a gente tan joven con estos problemas?

No, yo creo que hay que separar los dos, pero tratar un TCA yo creo que es mucho más fácil cuando son jóvenes, porque una persona joven, digamos de 12 años, es más obediente y hace más caso a lo que se le dice que una de 16. Entonces se puede hacer un mejor tratamiento. Creo además que el trastorno de alimentación tiene mucho que ver el tiempo. Si una persona lo ha estado haciendo seis meses, es totalmente distinto tratarla a si lo lleva haciendo cuatro años. Es mucho más difícil en la que lo lleva haciendo cuatro años, porque ya está todo asimilado por el cerebro y por el cuerpo. Y ésa es una de las razones por las que hemos abierto este centro: para detectarlo muy, muy pronto y que no sea un problema tan grande, que sea más fácil curarse.

"La reina Letizia hace una labor excepcional, muy profesional, muy bonita y muy positiva"

- Dice que la familia juega un papel muy importante, ¿por qué cree que es fundamental?

Yo creo que comer y cenar es una cosa familiar, así que primero hay que ‘educar las familias’, porque si han perdido mucho peso hay que hacer un menú. Tienen que saber qué hay que dar a este paciente para que se recupere. Cuando una niña está muy por debajo de su peso, es muy difícil hacerle terapia. Lo primero es recuperar el peso, y, una vez recuperado, ya se puede hacer terapia. Es un poco lo que sucede con los adictos. Mientras uno consume cocaína, no te puedes sentar a hacer terapia. Tienes que dejarlo primero, por eso tenemos este centro cerrado. Para que pueden dejar de consumir y luego hacer la terapia. Y con la comida ocurre lo mismo, por eso la familia es tan importante. Al final, a una niña de 12 años, la comida se la hace la madre o el padre. Luego también es importante entender cómo tratar a la persona que padece la enfermedad. Y, por eso, ayudamos a las familias.

- ¿Cree que el ser padre de niños de más o menos de esta edad le ha hecho tomar conciencia sobre ello? A lo mejor ha visto algún caso cercano…

Sí, yo he visto muchos casos. Y la mayor razón porque hemos abierto esto es porque lo que he visto es que el primer problema al que se enfrentan los padres es: ¿Dónde llamo? ¿Dónde me van a ayudar? ¿Dónde hablo con alguien que entienda esta enfermedad que yo no puedo comprender? Porque es muy difícil de entender que una persona ya no quiera comer. ¿Cómo lo explicas? Puede resultar incomprensible para alguien que nunca ha trabajado en esto. Por eso hemos abierto este centro, para que cualquier persona pueda venir, tener una primera charla, hacer una evaluación y estar tranquilos porque están en manos profesionales que están ahí para ayudarles.

- ¿Cree que todavía existe mucho estigma en torno a este trastorno? ¿Qué cuesta dar el paso de admitir que uno tiene este problema? Porque, al final, sí que es cierto que, aunque se está avanzando, todavía se normalizan cuerpos muy irreales…

Yo creo que sí. Yo creo que para la persona que sufre un trastorno de alimentación es muy, muy difícil, porque parte de esta enfermedad es esconderlo. Es algo que se lleva mucho más escondido incluso que las drogas. Es una enfermedad muy secreta y muy personal, no se comparte, porque las drogas tienen un punto un poco social. Al final, se consumen en grupo y hay una parte de ‘alegría’ momentánea, de juerga… después está el sufrimiento. Pero el trastorno de alimentación es más solitario y el sufrimiento se lleva en secreto. Abrirse, entonces, es muy difícil. Hace falta un programa profesional para hacerlo.

Maximiliano de Habsburgo con su mujer, Maya, y sus hijos
Sobre estas líneas, una imagen de archivo del archiduque junto a su mujer, Maya, y sus hijos Nikolaus, Constantin y Katharina. Tras un tiempo viviendo en Inglaterra, ahora, regresarán a España (PEPE BOTELLA/ARCHIVO ¡HOLA!)

- El entorno de este este centro está muy cuidado, ¿las otras instalaciones son similares?

Tiene un ambiente muy muy bueno. Es más pequeño, hay salas de terapia, pero es un sitio muy alegre, bonito y estético. Creemos que el entorno estético, a una persona que ha sufrido mucho, le ayuda a ver el mundo cómo podría ser. Muchos de nuestros pacientes, sobre todo, los que sufren adicción a las drogas, han estado en la calle, en casas muy deterioradas y en condiciones horribles. Por eso, aquí ven algo estético y la meta para ellos es conseguir eso fuera. También les transmite el mensaje de que les queremos dar lo mejor, que no porque son drogadictos o hayan vivido en la calle, vamos a ponerles, por ejemplo, una silla mala.

- Usted vive en Inglaterra. ¿Estar viviendo en otro país le permite ver otras realidades y empaparse de otras ideas?

Inglaterra, el mundo anglosajón en cosas de adicciones, está muy avanzado porque empezaron con eso mucho antes que el resto de Europa. Entonces en lo que es Majadahonda tenemos el programa de los 12 pasos, que en Inglaterra está implantado desde hace tiempo, y en lo que respecta a trastornos de alimentación, hemos cogido un sistema, un programa, que se llama Mosley, que yo lo descubrí en Inglaterra, y hemos aprendido cómo se y lo hemos traído aquí.

- Pero le sigue gustando España, ¿no? Usted ha dicho en otras ocasiones que le gusta mucho nuestro país

Vuelvo a España. Ahora estaba viviendo entre los dos sitios, Madrid y Yorkshire, en el norte de Inglaterra, pero a partir del año que viene volvemos a Madrid full time (a tiempo completo).

- ¿Y está emocionado por regresar aquí? ¿Cree que se van a adaptar bien? Aunque ya vivieron aquí con anterioridad…

Sí, claro que sí. Estamos encantados de volver, es un poco cambio porque ahí vivíamos muy aislados, en el campo, lejos de todo. Y volvemos a Madrid, al centro, para hacer proyectos y buenas cosas.

"Mis hijos llegan a una edad… La pequeña tiene 13, pero los otros tienen 17 y 18, que ya no quieren estar en el campo, quieren estar en la ciudad"

- Pero tuvo que ser una muy buena experiencia vivir allí, ¿no?

Pero ahora mis hijos llegan a una edad… La pequeña tiene 13, pero los otros tienen 17 y 18, que ya no quieren estar en el campo, quieren estar en la ciudad (se ríe)

- Quieren otro tipo de vida, imagino… ¿Tiene nuevos proyectos en mente?

Yo creo que los próximos años nos vamos a enfocar mucho en trastornos de la alimentación. Es un proyecto que acaba de empezar y me gustaría que creciese, abriendo varios centros en España. Eso es en lo que más me voy a enfocar para que vaya creciendo, porque lo de Majadahonda está siempre lleno y funciona muy bien.

- Los esfuerzos van a estar en los niños

Sí, en los míos por lo menos (se ríe)

- Le gusta ayudar a los demás y conoce bien esta realidad. ¿Lo de la solidaridad ha sido así desde siempre? ¿Le han inculcado este tipo de valores en casa?

Yo creo que sí, me han inculcado valores de una vida cristiana, así que en parte de eso se trata, ¿no? Aquí tenemos el programa de los 12 pasos. Sí, y lo trabajo yo también. El paso 12 es ayudar a otros adictos, entonces yo practico aquí ese paso 12 de del programa Minnesota.

Maximiliano de Habsburgo, a las puertas de la Fundación Recal
(Fernando Junco)

- ¿Y está contento? ¿Cree que compartiendo su experiencia también ayuda al resto?

Es un trabajo difícil, lógicamente, porque no todo el mundo se recupera y a veces hay dificultades. Pero es un proyecto muy bonito porque se ve, se puede observar, a una persona que entra por las puertas de Recal destrozada, pero yo creo que mayor destrozo no hay que un drogadicto que ha consumido muchos años… y aquí, a las pocas semanas, se les ve recuperando físicamente, mentalmente. Las sonrisas vuelven y es muy bonito verlo claro.

- Supongo que son esas sonrisas las que animan a seguir y a continuar. Y ya por último, la reina Isabel II, ayudó a poner este centro en pie. En España, nuestra reina está muy comprometida con la adolescencia. ¿Cómo valora su trabajo?

Hace una labor excepcional, muy profesional, muy bonita y muy positiva.

- ¿Cree que es importante que la realeza, con el papel que juega en la sociedad, apoye estas causas? Porque puede dar voz a aquellos que no la tienen…

Sí, creo que es parte de la función de los monarcas hacer eso (sonríe)

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