Megan Fox expone el espejismo detrás de la fama y su belleza: "nunca amé mi cuerpo"
Hubo una época en que Megan Fox desataba pasiones como el personaje más buscado de Internet. Y no por sus películas, sino por la atracción que generaba con su belleza a través del interés masivo asociado a su personaje en Transformers (2007), sus fotos, posados y últimas apariciones en eventos de Hollywood. Nadie hablaba de su talento como actriz, sino que su fama estaba directamente asociada a titulares que la definían como “la mujer más bella”, “más sexy” o “hottest” del mundo. Sin embargo, mientras su cuerpo se convertía en la plataforma de su éxito desde los 21 años, la actriz y modelo vivía una realidad completamente diferente frente al espejo.
Porque Megan Fox lleva toda su vida sufriendo dismorfia corporal, una enfermedad mental que conduce a la preocupación excesiva o pensamientos obsesivos en torno a la apariencia o los defectos percibidos. Así lo recordó en una reciente entrevista para Sports Illustrated, exponiendo su realidad paralela mientras su físico ilustra portadas de revistas. “Tengo dismorfia corporal. Nunca me veo a mí misma como me ven otras personas”, declaró en la edición especial de bikinis de la publicación.
“Nunca hubo un punto en mi vida en el que amé mi cuerpo, jamás”, señaló. La actriz y madre de tres hijos explica que se trata de una “obsesión” que la hace cuestionar su cuerpo y apariencia desde que era “pequeña”. Sin embargo, desconoce cómo desarrolló el problema dado que su crianza estuvo marcada por un entorno “muy religioso donde ni siquiera se reconocían los cuerpos”. Y es que Megan Fox contó en el pasado haber crecido en un hogar "muy estricto" junto a su madre y padrastro, asistiendo a una escuela católica durante 12 años.
“El viaje de amarme a mí misma creo que será interminable”, concluyó para dejar claro que a sus 36 años todavía sigue transitando por la misma lucha personal con su mente que acarrea desde pequeña. Y, sobre todo, cuando su profesión la convirtió en el centro de las miradas del mundo durante una larga temporada. Sin embargo, la actriz ya sugirió en el pasado cómo la hipersexualización de su imagen podría haber chocado con su problema.
Porque la pura verdad es que Megan Fox nunca tuvo pelos en la lengua a la hora de sincerarse o decir lo que piensa. Ni cuando comparó a Michael Bay con Adolf Hitler por su metodología de trabajo (perdiendo su lugar en la saga de los robots extraterrestres), ni al confesar su pasión por las teorías sobre extraterrestres, hablar de la hipersexualización de su imagen o lo que pasa por su mente.
Y justamente habló de su problema mental en 2021 contando a la revista GQ Style que padece de “inseguridades profundas” a raíz de la dismorfia corporal que, asociada con la sexualización de su imagen, la llevaron a alejarse de las cámaras hasta 2019 con la intención de poner en orden sus pensamientos.
Si nos remontamos en el tiempo podemos encontrar que contó en 2019 cómo la sexualización la afectó de forma personal, sufriendo un “colapso psicológico genuino” a raíz de la campaña de marketing de Diabólica tentación, que exageró la imposición superficial, erótica y sexualizada de su figura. Lo contó en un encuentro con Diablo Cody para Entertainment Tonight, revelando que no quería que nadie la viera. “No quería tener que sacarme una foto, posar para una revista, caminar sobre una alfombra roja. No quería ser vista en público en absoluto”, dijo.
"La creencia absoluta de que iba a ser burlada, escupida, que alguien me gritaría o me destrozaría por no verme perfecta, estar muy gorda, muy delgada, estúpida, ofensiva, por ser un desperdicio de espacio o una mala actriz, etc. me hacía anticipar que iba a experimentarlo porque había vivido que el mundo no iba a aceptarme", dijo con total sinceridad y evidentemente dolida sobre el colapso que sufrió durante la etapa de Diabólica tentación. Y que, además, sucedió al mismo tiempo que su nombre rellenaba titulares por haber sido descartada para la tercera parte de Transformers a raíz de sus comentarios sobre Michael Bay.
De todos modos, si bien explicó en 2021 que se había enfrentado a sus inseguridades, trabajando en el sentimiento “de víctima” hasta lograr ser “libre”, sus nuevas declaraciones nos permiten entrever que su lucha personal es más difícil y continuada. Por un lado, resulta inevitable analizar el espejismo superficial que crea la fama en torno a la imagen, así como la difícil situación personal que habrá padecido durante todos estos años.
Porque aquí tenemos a una de las mujeres más celebradas por su belleza en las últimas décadas, hipersexualizada a través del cine, imponiendo su rol como sex-symbol como sinónimo de éxito por encima de sus trabajos artísticos. Sin embargo, mientras su belleza tomó el mando de su carrera, Megan Fox ha estado batallando su lucha más personal y con su propia mente. Sin amar su cuerpo, viendo una imagen diferente en el espejo, obsesionándose con pensamientos o supuestos defectos. Y cuando el mundo veneraba su imagen. Cuando su éxito y fama se había anclado tanto en su belleza superficial. No puedo imaginar la difícil dicotomía personal que lleva viviendo ante una línea tan borrosa entre su imagen, profesión y lucha interna. En resumen, su historia nos recuerda que la fama no es más que un espejismo superficial que, con frecuencia, puede ser tan delgado que ni siquiera vemos la grietas.
Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine54.
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