En el mundo posapocalíptico de Mad Max, Furiosa es arte en movimiento
Furiosa: de la saga Mad Max (Furiosa: A Mad Max Saga, Estados Unidos-Australia/2024). Dirección: George Miller. Guion: George Miller y Nick Lathouris. Fotografía: Simon Duggan. Música: Tom Holkenborg. Edición: Eliot Knapman y Margaret Sixel. Elenco: Anya Taylor-Joy, Chris Hemsworth, Tom Burke, Alyla Brown, Lachy Hulme, Distribuidora: Warner. Duración: 148 minutos. Calificación: apta para mayores de 16 años. Nuestra opinión: muy buena.
Hace una semana, cuando Furiosa se presentó en el Festival de Cannes, George Miller dijo que la saga de Mad Max no terminaría acá y prometió sumar nuevos episodios a una historia iniciada en 1979, hace 45 años. Si quiere ir más allá, lo único que tiene que hacer es sostener el movimiento. Quedarse quieto sería para él el más grave de los problemas.
Furiosa se apoya en un concepto visual y narrativo que tiene al movimiento constante, frenético, incansable y perpetuo como único motor. En ese sentido no hizo más que seguir las líneas configuradas con bastante precisión hace casi una década por Furia en el camino (2015). Algunas imágenes de Furiosa llevan esa idea casi al paroxismo: la imagen se acelera hasta alcanzar una velocidad parecida a la de aquellas típicas persecuciones de las comedias del cine mudo.
Mientras los personajes se mueven cada vez más rápido ante nuestros ojos, reaparece la veta satírica que Mad Max ya mostraba en sus orígenes. Miller nos devuelve a ese mundo de la mano del villano estrella del relato, que Chris Hemsworth convierte muy apropiadamente en una especie de reverso de su personaje más popular. El macizo actor australiano interpreta a Dementus como si el mismísimo Thor se mirara en un espejo deformado y encontrara frente a sí una imagen patética y caricaturesca.
Todo comienza cuando Dementus se apodera de Furiosa, todavía una niña, imaginando que al esclavizarla encontrará alguna vez la fórmula para llegar hasta el Edén posapocalíptico del que la pequeña forma parte. En ese entorno fértil y armónico, lo que queda de la humanidad trata de recuperar la convivencia pacífica y el espíritu civilizatorio después de la catástrofe.
Lejos de allí están las áridas e infinitas planicies desérticas de Wasteland (o “El Yermo”), por donde Dementus y sus alienados seguidores se mueven para rapiñar el sustento diario. Su adversario en la lucha por el dominio de ese espacio inabarcable es Immortan Joe (Lachy Hulme), personaje que conocemos desde Furia en el camino. Todo el tiempo hay escaramuzas entre estos líderes y sus informales ejércitos, pero detrás de una aparente lógica de guerra que los enfrenta lo único que vemos es la conducta alienada, delirante y grotesca de la mayoría de estos combatientes.
Le tocará a Furiosa plantarse frente a esa lógica y planificar con la mayor lucidez y temeridad un plan de venganza contra Dementus, que despojó a la niña de su propia infancia y sus afectos más cercanos. Es quien se toma las cosas más en serio mientras hace una afirmación contundente de empoderamiento femenino en un universo dominado por el metal, los motores y otras herramientas similares.
La Furiosa más adulta, personificada con fiereza, intensidad y convicción por Anya-Taylor Joy, entra en escena casi una hora después de iniciada la acción. Toda la etapa infantil descansa sobre la excelente Alyla Brown, en cuya interpretación aparecen todos los rasgos fundamentales del personaje. A la impetuosa Anya le tocará perfeccionarlos, sobre todo por el lado de una temeridad extrema. Como en El hombre del norte, la ascendente actriz que se reconoce a sí misma como argentina parece resuelta a ponerse a prueba, seguramente convencida de que este tipo de personaje requiere un compromiso físico, mental y actoral expuesto al máximo. Y aquí vuelve a cumplirlo.
Todas estas tensiones y estrategias (de las más lúcidas a las más delirantes) se ponen en juego a lo largo de magistrales escenas de acción concebidas por Miller a puro movimiento. Alcanza solamente con ver a los personajes mientras se desplazan por caminos infinitos rodeados de arena y tierra rojiza para entender sus anhelos, motivaciones y propósitos. Con tomas panorámicas o cercanas, a bordo de vehículos pequeños o de extraordinario porte, entre batallas campales o luchas mano a mano, Miller nos regala un puñado de extensas y colosales secuencias llenas de tensión, complejísimas de hacer y al mismo tiempo muy fáciles de entender y disfrutar. El movimiento constante se expresa desde la mirada del realizador australiano con una claridad admirable, casi como un arte en sí mismo.
Cuando la acción se detiene y llega el momento de las explicaciones, los resultados no están a la altura. Los diálogos se tornan solemnes, hay una narración en off bastante confusa y sobran explicaciones porque todo ya está dicho y entendido de antemano, en el camino. Si el personaje de Furiosa no tuviese todo el tiempo una expresión tan dura, alrededor suyo las próximas aventuras de Mad Max podrían imaginarse cada vez más cerca de lo que en su momento representaron el Correcaminos y el Coyote, atrapados en una espiral de persecución infinita. Miller ya se lució en el cine animado con las dos películas de Happy Feet. ¿Por qué no pensar en esa dirección para el futuro de esta saga extraordinaria?