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Netflix y la historia real de un secuestro tan insólito como desgarrador

Recorte del póster promocional de 'Abducted in plain sight', disponible en Netflix
Recorte del póster promocional de 'Abducted in plain sight', disponible en Netflix

Netflix ha sabido posicionarse como uno de los referentes más populares de la crónica negra (o ‘true crime’) a través de series y documentales escalofriantes que detallan algunos de los crímenes más aterradores. En los últimos años fuimos testigos visuales de todo tipo de historias. Desde asesinos en serie a investigaciones de sentencias injustas y crímenes del pasado, mientras Misterios sin resolver intenta encontrar respuestas a casos abiertos –descifrando uno de ellos recientemente gracias a un hombre que reconoció a una niña secuestrada en 2017 tras ver un capítulo de la serie–. Sin embargo, pocos consiguen dejarnos tan boquiabiertos como Abducted in plain sight a través de una historia insólita y desgarradora.

Los amantes del género no solemos encontrar buenas producciones con frecuencia. Si somos sinceros, el true crime estará de moda, pero no siempre se consiguen retratar historias reales con el impacto y neutralidad necesario que evite la glorificación de la violencia. Por eso, después de la dramatización efectiva que vimos en La enfermera y a falta de una producción nueva que nos cautive con el retrato de una historia real, quise recordarles este documental. Porque se trata de uno de los ejemplos del ‘true crime’ olvidados entre el amplio catálogo de Netflix, pero de visionado obligado para aquellos que disfrutan del género.

Abducted in plain sight (que podríamos traducir como ‘Abducida a plena luz del día’) relata el doble secuestro de una niña de 12 años llamada Jan Broberg Felt. Y digo doble porque fue secuestrada en dos ocasiones por el mismo hombre, un vecino y padre de familia llamado Robert Berchtold cuando él ya pasaba los 40. La primera vez fue en 1974, y la segunda un par de años más tarde. Con esta simple introducción seguramente se estén preguntando cómo es posible que se repitiera el secuestro si el hombre debería haber estado en prisión por el primer crimen. Pero estaba libre porque los padres retiraron los cargos para protegerse a ellos mismos.

Robert Berchtold llegó a un pueblo de Idaho junto a su familia en los años 70s y enseguida encontró su lugar. Formó amistad con los Broberg, ganándose la confianza del matrimonio y sus tres hijas. Pero este vecino que se comportaba como un tío con las niñas desarrolló una relación demasiado cercana con Jan. Sin embargo, a pesar de su extraño comportamiento (que en la actualidad alertaría a cualquiera), los padres creían que se trataba de una fascinación inocente y nunca desconfiaron de él. Ni siquiera cuando se marchó con ella para no volver en octubre de 1974.

Dijo que iba a llevarla a montar a caballo y que volverían para cenar. Pero no lo hizo. La durmió con una pastilla y la llevó muy lejos mientras los padres esperaban en su casa tranquilamente y sin llamar a la policía. Fue recién al quinto día de la desaparición que llamaron al FBI. Y el investigador se encontró con un cuadro insólito: una familia extremadamente religiosa y muy inocente que desconocía por completo que tenían a un pedófilo entrando en su casa.

El FBI tuvo que convencer a los padres que estaban ante un secuestro en toda regla, descubriendo que Berchtold tenía un historial oculto de obsesión enfermiza con niñas pequeñas. Su propia iglesia había detectado el “problema”, obligándolo a hacer terapia cuando dos familias lo habían desterrado de su círculo al descubrir las intenciones ocultas que tenía con sus hijas.

Evidentemente, en una comunidad tan pequeña, era todo un secreto. Los Broberg vivían en su mundo de ilusión, y antes del secuestro habían permitido que este hombre construyera una pared divisoria en la habitación de Jan y su hermana, diciendo que así tendría cada una su espacio cuando, en realidad, tenía otra intención. Convenció a los padres de que había sido abusado sexualmente por una tía y que su psicólogo le había recomendado que pasara tiempo con las niñas para superar el trauma. Es más, les dijo que su mejor terapia era dormir al lado de Jan escuchando cintas terapéuticas. Los inocentes (¿o estúpidos?) padres le creyeron y este hombre adulto con familia propia, durmió al lado de la niña cuatro noches a la semana durante seis meses. Con los padres en otra habitación. Increíble pero cierto.

Lo impresionante de Abducted in plain sight -además de su increíble historia- es que cuenta con la participación de Jan, sus hermanas y progenitores, contando cómo vivieron aquel capítulo en la historia familiar. Los padres se sinceran contando la implicación vergonzosa que tuvo cada uno con el secuestrador, revelando affaires mutuos con el hombre a escondidas el uno del otro. "Hice lo más estúpido" dice el padre en el documental reconociendo que fueron manipulados de manera que el secuestrador tenía secretos escandalosos con los que podía amenazarlos.

Lo de pueblo chico, infierno grande, nunca tuvo más sentido que en este caso.

Tras crear este panorama de secretos y control sobre los padres, el hombre secuestró a Jan. La niña despertó en una caravana a oscuras, con una especie de caja que “le hablaba” con voces distorsionadas que le decían llamarse Zeta y Zethra. Le dijeron que era “mitad alien” y que tenía una misión esencial: debía procrear a un niño antes de cumplir los 16 para salvar a su planeta. Si no cumplía, secuestrarían a su hermana. Y para ello debía tener relaciones sexuales con su compañero masculino. ¿Y quién era el compañero masculino asignado? Ya lo sospecharán: el vecino pederasta.

Los encontraron en México, donde el hombre había contraído matrimonio con ella. Pero en prisión, cuando aguardaban el traslado, Robert logró hablar con Jan antes de que llegaran sus padres, convenciéndola de que no podía contar nada de la misión extraterrestre. Que Zeta y Zethra lo habían visitado y le habían dicho que no podía tener contacto con ningún hombre, que si alguno hablaba del tema, su hermana Karen quedaría ciega, al padre lo matarían y secuestrarían a su otra hermana. Que a ella la vaporizarían de forma que ni su alma existiría. Y ella, bajo el miedo y la presión, obedeció.

El secreto la llevó a distanciarse de su familia. A vivir el miedo y el trauma sola. A no contar a nadie que había tenido experiencias sexuales con ese hombre. A callar y a vivir con el terror de morir en cualquier momento si no terminaba la misión. Y así, mientras la pobre niña vivía traumada con la amenaza de vida o muerte extraterrestre, ¿qué hicieron los padres? Retiraron los cargos cuando la esposa de Berchtold los amenazó con contar la experiencia homosexual que había tenido el padre de la niña con su marido. Y por miedo al qué dirán, el secuestrador quedó libre.

Pero la cosa no terminó ahí. La manipulación siguió creciendo y la niña se autoconvenció de que estaba enamorada de su vecino de 40 años. Las violaciones continuaron y la secuestró de nuevo durante 3 meses, abandonándola más tarde en un convento. Sin embargo, Jan siguió viviendo con el miedo en el cuerpo, convencida de que, si no tenía un bebé antes de los 16, moriría. No logró superar aquel secreto hasta que llegó su cumpleaños. Al despertar al día siguiente, se dio cuenta que Zeta y Zethra no eran reales y fue entonces cuando contó la historia que llevaba años atormentándola.

Abducted in plain sight detalla una historia estremecedora que, al menos a mí, me llama la atención que no haya tenido más repercusión. Incluso existe una serie que dramatizó los hechos en 2022 titulada A friend of the family, pero no está disponible en ninguna plataforma de Latinoamérica.

Jan siguió adelante con su vida trabajando como actriz –ha aparecido en series como Everwood o Criminal Minds y en películas como Iron Man 3 o At the devil’s door– y contó su historia en un libro escrito por su madre que inspiró la producción de este documental. ¿Qué fue de Berchtold? Pasó poco tiempo en prisión y unos meses en una institución mental. La siguió acosando de adulta, sobre todo durante la gira del libro, y terminó suicidándose poco después de que ella consiguiera una orden de alejamiento.

El documental está dirigido por Skye Borgman, la misma cineasta que en los últimos años nos trajo La chica de la foto, Acabo de matar a mi padre y Los pecados de nuestra madre, otras obras del true crime disponibles en Netflix que comparten el mismo ritmo trepidante a la hora de adaptar crímenes reales estremecedores. Y Abducted in plain sight fue un ejemplo inicial del buen ojo de esta directora.

Como se pueden imaginar, el documental aporta más detalles de los que comparto en este artículo y ser testigo del testimonio directo de los padres y las hermanas remueve emociones de todo tipo en el espectador. Nos muestra un panorama insólito y ridículo donde al final la víctima fue Jan y de todos los adultos que la rodeaban. Uno por depredador, y los otros por ingenuos.

Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine54.

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