No, Rosalía no 'reventó' del todo el Zócalo de la Ciudad de México

La cantante española Rosalía durante su concierto gratuito en el Zócalo de CDMX (Foto: Claudio Cruz/AFP vía Getty Images).
La cantante española Rosalía durante su concierto gratuito en el Zócalo de CDMX (Foto: Claudio Cruz/AFP vía Getty Images).

"El diablo está en los detalles" y visto así, no se puede hablar de un rotundo éxito o que las mexicanas se entregaron por completo a Rosalía en su concierto gratuito en Ciudad de México.

Ya muchos han publicado imágenes y videos de los 160 mil asistentes en el espacio donde otros tantos y más también han cantado, bailado o protestado. Desde esa panorámica general, con esas miles de luces del celular o los sonoros gritos vistos o escuchados a la distancia, coincido con cualquier medio nacional o extranjero que asegura que la Motomami la rompió.

Pero no fue así y si no me creen, pregúntenle a los otros cientos que estuvieron en las orillas, siempre las más olvidadas.

"¡¿Es que a quién se le ocurre llegar tan tarde, cuando el fandom acampó desde el día anterior?!". Acepto el regaño implícito del comentario y sé por muchas voces de quienes estuvieron hasta el frente la pasaron increíble, que lloraron y tuvieron un regreso a casa feliz al haber cumplido su anhelo y qué bueno, en verdad, pero no fue un éxito redondo.

Desde la esquina de Palacio Nacional, la Suprema Corte y el Ayuntamiento hubo más quejas que ambiente, aún cuando estaban muy cerca las bocinas que retumbaron con los primeros acordes de 'Saoko' y una pantalla que permitía seguirle los movimientos a la española que estaba a metros de distancia.

"Si querías ver mejor, llegas temprano o te ibas a las terrazas de los hoteles alrededor". También pude intentar llamarle a mis conocidos del gobierno local para que me consideraran en sus privilegiados grupos que siguieron el espectáculo desde las oficinas contiguas al de Claudia Sheinbaum, la mujer que "logró" traer de regreso a la ganadora del Grammy. Pero desde abajo y desde la orilla todo luce diferente.

Rosalía es talentosa. Lo dicen los expertos, los premios logrados, las colaboraciones con otros artistas globales, los sold outs de sus conciertos y sus miles de seguidores. Si no fuera así, ¿por qué hubo tanta molestia de la clase política y de otras esferas públicas que se desgarraron las vestiduras al saber que en la misma explanada donde también cantaron Café Tacvba, Manu Chao, Paul McCartney, Roger Waters, Grupo Firme también haría lo mismo?

"Cada quien habla como le va en la feria". Totalmente cierto y justamente por eso difiero de la generalidad. A mi alrededor nadie bailaba, nadie cantaba, y sin ello, tampoco puedes contagiarte de esa emoción. Y ni siquiera se puede culpar al continuo paso de gente que intentaba llegar hasta el escenario o a los gritos de los vendedores ambulantes con sus cigarros y chocolates o cervezas escondidas que arruinaron los video de muchos.

Apenas hubo algunas reacciones cuando Rosalía habló de lo hermoso que se veía la plaza, o de las varias veces que dijo que amaba México, o cuando cantó su versión de 'La llorona', o cuando se comprometió a perfeccionar la receta del aguachile que tanto le ha encantado. Y aunque se le veía disfrutar y llorar por la emoción, Rosalía no terminó por conectar con la orilla. Ok, lo voy a decir más personal: no conectó conmigo o no conecté con ella.

Quizá también tuvo que ver el hecho de que varias y varios se quejaron de las niñas y niños que asistieron. Y contra las madres y los padres que los llevaron. "Mamá, dile que baje a su escuincle", "la gente considerada no sube a los niños a sus hombros para taparle la vista a los de atrás", Oigan, ese sector también merece su momento de disfrute y quizá esta fue su (única) oportunidad de hacerlo. "Es que no veo", "voy a llorar, ya me taparon".

Y después de una hora (y no la hora y media que prometieron) todo se acabó. Y sé que esto solo es un punto de vista muy personal, pero hoy que leo y veo que todos, o mejor dicho varios se la pasaron bomba, les envidio.

Creo que Rosalía puede convocar nuevamente a miles y hasta reventar el zócalo, y que esa vez todas, todos, todes, no paren de bailar y desgañitarse las gargantas con sus sentidos versos, pero al menos para mí me quedó a deber.

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