La odisea para conseguir que Sean Connery diera la sorpresa en 'Robin Hood'

Aunque un cameo suponga una aparición pequeña sin apenas relevancia en la trama de una película, la preparación para que una estrella de cine luzca su presencia puede traer fuertes quebraderos de cabeza, tanto a nivel de logística como de presupuesto. Eso es justo lo que ocurrió con Sean Connery cuando fichó para interpretar al Rey Ricardo Corazón de León en Robin Hood: Príncipe de los ladrones, el clásico de los '90 protagonizado por Kevin Costner donde tuvo una aparición no acreditada y que fue toda una odisea de gestionar.

No tanto por Connery, más bien por las exigencias del estudio de cara a conseguir a una personalidad destacada del momento para dar más valor a la cinta. Y es que según contó el productor y guionista Pen Densham en una intervención con la Asociación Internacional de Guionistas en 2021 (a través de The Hollywood Reporter), hubo presión desde arriba para introducir a un conocido cómico a través de este pequeño cameo del Rey Ricardo, que en el epílogo se encontraba con los personajes de Robin y Marian tras regresar de las cruzadas.

Al tratarse de un pequeño instante de apenas unos minutos, podría parecer irrelevante quien interpretaba al Rey Ricardo, pero desde el equipo artístico de Robin Hood: Príncipe de los ladrones no lo veían así. Creían que mostrar a alguien del mundo de la comedia restaría seriedad a la película y dejaría con la sensación de estar ante una broma fuera de lugar, especialmente con la figura que el estudio, Warner Bros., quería imponerles.

En concreto, se trataba del actor y cómico John Cleese, conocido por ser uno de los miembros de los Monthy Python y firmar éxitos cinematográficos entre los '70 y los '80 como Monty Python y el santo grial, La vida de Brian, El sentido de la vida o Los enredos de Wanda. Debido al éxito que arrastraba por aquellos años y la comicidad que ha siempre llevado con él, verle aparecer al final del clásico de Kevin Costner iba a despertar la sorpresa de los espectadores y muy probablemente la risa.

"No podía soportar eso porque sentí que todo el cuidado, toda la inversión, todo el amor y todo el esfuerzo que había hacia los personajes, todo se reducía a una broma", dijo Pen Densham en la mencionada intervención, quien no dudó en lanzarse a buscar alternativas que pudieran convencer a Warner Bros. de sustituirle por otro actor de renombre. Aunque no lo tuvo fácil.

Sean Connery, que se erigía como uno de los iconos cinematográficos del momento arrastrando la fama de James Bond, el prestigio de cintas como Los intocables o El nombre de la rosa o el éxito en producciones de aventuras como Los inmortales o Indiana Jones y la última cruzada, fue la principal opción que el productor y guionista de Robin Hood: Príncipe de los ladrones barajó para este cameo. Además, Connery compartía conexión con el universo del personaje, puesto que protagonizó Robin y Marian de Richard Lester en 1976.

Casi como un acto reflejo a su rechazo al cómico de los Monthy Python, Pen Densham se puso inmediatamente en contacto con el agente del actor, informándole que sería un pequeño cameo sin acreditar para el que no podrían pagar mucho dinero. “La pasión te fortalece, mientras que la técnica no”, continuó Densham sobre esta medida. “Tenía tantas ganas de no tener al John Cleese que dije: '¿Me darías a Sean Connery? No podemos darle crédito porque no puedes tener al público esperando toda la película para verlo, pero solo tiene que trabajar un día”.

Sin embargo, aunque fuera una aparición minúscula y no se fuera a lucir su nombre, Connery no estuvo dispuesto a aparecer a un coste barato y aportar más valor a una producción como Robin Hood: Príncipe de los ladrones.

Por ello, para participar en la película exigió que se respetara su caché, por lo que pidió un salario de un millón de dólares. “Le dije: 'No. No. No lo entiendes, ya estamos por encima del presupuesto. No podemos permitirnos eso, pero les garantizo que será parte de la historia del cine'”, continuaba Densham.

Por suerte, el productor encontró el método para rebajar el precio y lograr la participación de Connery, aunque esto no evitó que siguiera siendo uno de los cameos más caros de toda la historia del cine. Según matizó el productor y guionista, se acordó que el actor trabajaría con un objetivo benéfico y donaría su salario, que finalmente se estableció en 250.000 dólares a un hospital de Escocia, su tierra natal. De esta forma, Connery no solo daría puntos extra al Robin Hood de Kevin Costner con su inesperado cameo al final, también ganaría prestigio como actor solidario.

Es decir, una estrategia con la que todos salieron ganando, aunque gastarse un cuarto de millón en una aparición de apenas un minuto siga siendo un capricho sorprendente. Por suerte, Robin Hood: Príncipe de los ladrones fue todo un éxito de taquilla, recaudando 390,4 millones de dólares en todo el mundo ante un presupuesto estimado en 48, no habiendo perdida alguna que lamentar.

Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine 54.

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