Paradise lleva en su ADN el nombre de Dan Fogelman, su creador y un nombre muy querido para aquellos televidentes que no le pierden pista a sus showrunners favoritos. Fogelman escribió varias películas en Disney y Pixar, como Cars, Bolt y Enredada, pero por sobre todas las cosas, él es el responsable de This Is Us, uno de los dramas televisivos más exitosos de los últimos años. Y muy lejos de esos melodramas familiares que atraviesan múltiples generaciones, ahora Fogelman presenta un impactante thriller político que comienza con un asesinato.

Un tiro en la noche

La historia de Paradise comienza con Xavier Collins (Sterling K. Brown), principal guardaespaldas del presidente. Collins es un hombre metódico, preparado para su trabajo y siempre un paso por delante de cualquier tipo de eventualidad que pudiera llegar a surgir. Cada movimiento que da el presidente Cal Bradford (James Marsden), es rigurosamente vigilado y previamente calculado por quien vela por su seguridad, aunque desde luego, ambos no se encuentran juntos las 24 horas del día. Por su parte, Bradford se muestra levemente descontracturado, y su conexión con sus votantes le otorga una falsa sensación de seguridad que terminará por salirle mucho más cara de lo que creía.

Entre Collins y Bradford hay un vínculo de enorme confianza, y por ese motivo es que el guardaespaldas se convierte en el principal sospechoso cuando el presidente aparece muerto en su despacho. El primero en encontrarlo, desde luego, es quien es responsable de su seguridad, y a partir de ahí, Collins deberá limpiar su nombre, pero más importante aún, descubrir quién mató a la figura más relevante de su país, y cuáles eran los secretos que lo llevaron a ser víctima de un complot.

“El aspecto más importante en Paradise no es su misterio, eso sirve para impulsar la acción; acá lo interesante es preguntarte qué harías vos frente a una situación terriblemente adversa “, le dice Sterling K. Brown a LA NACIÓN. “Creo que esa es la pregunta más relevante de esta serie, ya que lo más importante, como seres humanos, es reconocer que no podemos elegir las circunstancias que nos suceden, pero sí podemos elegir quién queremos ser frente a eso”.

Un presidente atípico

Marsden interpreta a un presidente levemente descontracturado, porque como bien reconoce entre risas, él fue convocado “porque este es un personaje que está roto”. “ Este fue un rol desarrollado para mí, tiene características muy ricas, y aspectos que no son las habituales para el personaje de un presidente. Yo no puedo expresar lo afortunado que me siento cuando me ofrecen un libreto tan bueno, que dispara tantas ideas”, suma el actor.

Según es retratado en la serie, el presidente Bradford podría tener un eco en algunas figuras políticas históricas de los Estados Unidos, y el propio Marsden confiesa sobre esas posibles similitudes: “Yo no me basé en nadie, y es un presidente muy diferente a todos. Aunque creo que hay una ligera asociación con Kennedy, porque la gente percibe que puede sentirse cercana a él . Kennedy era un hombre del pueblo, y vos sentís eso. Y me parece que con Cal se pueden ver algunas de esas características, aunque es alguien más estropeado. Pero no hubo ninguna asociación directa ni la intención de componer a mi personaje basándome en nadie”.

El trío de protagonistas lo completa Samantha Redmond (Julianne Nicholson), una mujer dueña de una inmensa fortuna que está al frente de la investigación oficial que busca descubrir qué pasó con el presidente. Para Nicholson, tener la posibilidad de integrar el elenco principal de Paradise fue un canto de sirena: “ Lo primero que me atrajo de este proyecto fue saber que Sterling y James iban a estar a bordo. Y cuando leí los guiones me encantaron. Estaba muy entusiasmada por conocer a todos los personajes e ir descubriéndolos. Y sobre Samantha Redmond, su evolución es inesperada y hermosa”.

De esa manera, entre dos investigadores que desean buscar la verdad, y uno que desde la tumba pareciera haber dejado un rastro de importantes pistas, se establece este adictivo thriller que promete brindar muchas vueltas de tuerca.

Aferrarse al sillón

“El aspecto más relevante de esta serie es que mantiene un gran nivel del misterio a lo largo de la trama” destaca Marsden, y luego agrega: “Pero también es vital que el público conecte con las relaciones humanas que se establecen”.

En esa reflexión, el actor condensa el verdadero valor de este relato, que va más allá de la resolución policial y que busca indagar en la naturaleza de los vínculos que establecen todos los involucrados en el caso. A medida que el complot evoluciona, los personajes deben aprender a confiar en desconocidos y a desconfiar en aquellos que parecían aliados. Por su parte, Brown asegura que “Paradise nos indica que en nuestra sociedad es importante alentarnos a ser más considerados con quienes nos rodean”.

Según los episodios avanzan, y la trama delictiva comienza a cerrarse más y más (o a abrirse, según la magnitud del secreto revelado), este relato gana en complejidad y en interés. Y su verdadero valor, según Brown, está justamente en que “el público ama estar aferrado al sillón, y le encanta saber…. O mejor dicho, le encanta no saber qué es lo que sucederá . Y cuando te das cuenta que no tenés ni idea de qué va a pasar a continuación, es un sentimiento que todos disfrutamos porque nos encanta que nos sorprendan. Y Paradise es un show lleno de sorpresas”.