Así pasará la Navidad la Familia Real británica: nuevos invitados, tradiciones alemanas y regalos de amigo invisible
La Navidad de la Familia Real británica es una de las más evocadoras y tradicionales del panorama royal. Será la primera vez que Carlos III ejerza como anfitrión y monarca después de que el año pasado la Corte británica aún estuviera de luto por la muerte de Isabel II. Desde hace casi cuatro décadas, los Windsor celebran los últimos días del año en Sandringham House, en el condado de Norfolk, una de las residencias privadas del monarca. El rey Carlos va a mantener la tradición, pero en esta ocasión va imponer su impronta y va a abrir la finca a los familiares de su esposa la reina Camilla, mientras sigue la incógnita de si los duques de Sussex se sentarán a la mesa el día 25 de diciembre. Las navidades de los Windsor de 2023 serán unas fiestas con muchos invitados, con tradiciones alemanas, con abetos perfectamente decorados, con regalos de amigo invisible y con un menú en el que no falta el pavo asado o la ensalada de camarones. Te contamos todos los detalles y curiosidades de la Navidad de los reyes Carlos y Camilla.
El árbol de Navidad, herencia de la reina Carlota
No hay Navidad en Palacio sin su árbol y en la Familia Real británica se lleva poniendo desde el siglo XVIII, cuando la reina Carlota, de origen alemán y esposa de Jorge III, lo introdujo. En 1800 organizó una fiesta de Navidad para niños en Windsor y como no encontró tejo puso un pequeño árbol en una maceta de cuyas ramas colgaban dulces, almendras, frutas y juguetes, todo ello iluminado por pequeñas velas. Sin emabrgo, la soberana que realmente lo puso de moda, como tantas otras cosas, fue su nieta, la reina Victoria, tatarabuela de Isabel II. La costumbre rápidamente se extendió por el país y se popularizó decorar árboles a raíz de que Illustrated London News imprimió un grabado de la reina Victoria, su marido el príncipe Alberto y su famlia reunidos alrededor de un abeto adornado en Windsor en 1848.
En la actualidad, es el Rey y los miembros de su familia los que suelen dar los últimos toques al abeto navideño, incluidos adornos de corgis, los perros de la recordada Isabel II. Estos árboles se colocan en diversas residencias reales, incluido uno artificial en el comedor de Sandringham. En el Palacio de Buckingham se colocan tres árboles
Una finca del siglo XIX muy ligada a la Navidad
Desde 1862, Sandringham es el refugio rural de los monarcas del Reino Unido y desde 1988 la Familia Real británica celebra los días más entrañables del año. Sin embargo, no siempre fue así. Durante los años setenta del siglo XX, cuando Carlos, Ana, Andrés y Eduardo, los cuatro hijos de Isabel II y Felipe de Edimburgo. eran pequeños disfrutaban de esta época en el Castillo de Windsor, pero desde finales de los años ochenta coincidiendo con las obras de acondicionamiento de la fortaleza, la Navidad real regresó a Sandringham.
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A Isabel II le gustaba estar en Sandringham, a donde llegaba en tren, desde diciembre hasta primeros de febrero, coincidiendo con el aniversario de la muerte de su padre Jorge VI, quien precisamente murió en este lugar mientras dormía el 6 de febrero de 1952 cuando tenía 56 años. Además de la espectacular casa de campo de 32 kilómetros cuadrados de terreno, cerca del pueblo del mismo nombre, en los terrenos de Sandringham hay una granja orgánica, un aserradero, propiedades residenciales y comerciales, parroquias y pequeñas comunidades locales situadas en este área de excepcional belleza natural de la costa de Norfolk. Esta espectacular casa fue construida por Eduardo VII y su esposa la princesa Alejandra de Dinamarca en un estilo jacobino y desde entonces ha sido una propiedad muy querida por todos los monarcas.
Además de la casa principal, se encuentran otras viviendas como Anmer Hall, la casa de campo de los príncipes de Gales; Appleton House, que fue demolida en 1984, Park House, Wood Farm, donde pernoctan en Navidad los duques de York y que fue el retiro de Felipe de Edimburgo tras jubilarse; York Cottage, que desde el año 2000 se usa como oficina inmobiliaria.
La familia de Camilla se une a la Familia Real
Los hijos, nietos y hermana de la reina Camilla también tendrán su sitio en la Navidad de la Familia real británica. La esposa de Carlos III está muy unida a sus hijos Laura Lopes y Tom Parker-Bowles. Tom es padre de Lola, de 16 años, y Freddy, de 13. Laura es madre de Eiza, de 15 años, y de los gemelos Gus y Louis, de 13. Los chicos fueron pajes en la coronación. Es habitual que Camilla reciba a los suyos en su casa privada de Wiltshire, que tiene desde antes de casarse con Carlos y a la que le gusta escaparse para recargar las pilas y descansar. Su hermana Annabel Elliot forma parte del grupo llamado compañeras de la Reina, que ejercen las funciones que hacían las damas de honor de Isabel II.
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Los regalos, una herencia germánica
La monarquía británica ahonda sus raíces en Alemania, un pasado que se quiso borrar el 17 de julio de 1917, en el transcurso de la Primera Guerra Mundial, cuando Jorge V, bisabuelo de Carlos III, decidió renombrar a la dinastía germana Sajonia-Coburgo- Gotha por la británica Casa Windsor para evitar cualquier lazo de la monarquía con Alemania. En aquel entonces Reino Unido y el país germano estaban en pleno conflicto y había un fuerte sentimiento germanófobo en el país. Aún así, parte de esa herencia bávara ha llegado hasta nuestros días como la entrega de regalos en Nochebuena, en lugar de en Navidad. Todos los invitados colocan sus regalos en mesas con caballetes dispuestos en el Salón Rojo y debidamente etiquetados para que cada miembro coja el suyo.
Este ritual se lleva a cabo sobre las 16.00 horas, coincidiendo con la hora del té que va acompañado de un bizccocho grande de jengibre o de miel y nata, pastelitos y bollos que se acompañan de sándwiches sin corteza y son servidos en cuadraditos rellenos de jamón y mostaza inglesa, queso Sage Derby y pollo Branston Pickle.
En su libro de memorias, el príncipe Harry cuenta cómo es la entrega de regalos en Sandringham. “En una gran sala con una larga mesa cubierta por un mantel blanco con tarjetas que contenían nuestros nombres. Por costumbre, al empezar la noche, cada uno buscábamos nuestro sitio y nos plantábamos delante del montón de regalos. Luego todos empezábamos a abrirlos a la vez. Un todos contra todos en que los miembros de la familia se apuntaban sus tantos hablando al mismo tiempo, tirando de los lazos y rasgando el papel de regalo”, recuerda el duque de Sussex en En la sombra.
Son regalos de poco valor y divertidos, una especie de amigo invisible a lo británico. En una ocasión Isabel II recibió un gorro de ducha y la princesa Ana regaló a su hermano Carlos una tapa de inodoro que le pareció tan cómoda que desde entonces se la lleva a sus giras por el exranjero.
Entrega de aguinaldos y púdines
La madre del rey Carlos tenía otra tradición de lo más navideña que era la entrega de aguinaldos a su personal como reconocimiento a sus servicios prestados durante el año. Solían ser marcos de fotos de plata,copas, salseros, pimenteros… Todos grabados con el emblema real y generalmente iban acompañados de un pudin de Navidad. Los que no quisieran regalos podían pedir una tarjeta canjeable en tiendas como John Lewis, unos grandes almacenes de alta gama. Estos obsequios eran sufragados por la monarca de su bolsillo y tenían lugar en el salón de baile del Palacio de Buckingham y en el St George’s Hall del Castillo de Windsor. Era la única oportunidad que tenían algunos de los empleados de hablar personalmente con la soberana de una manera informal y cercana.
Un partido de fútbol americano
Durante una década, los príncipe Guillermo y Harry jugaban un partido de fútbol americano con personal de Sandringham antes de la cena de Nochebuena. En 2015 rompieron con la tradición de jugar en el mismo equipo y a partir de 2016, Guillermo usaba calcetines del Aston Villa y Harry del Arsenal. Ahora que la relación es inexistente entre los hermanos, quizá el príncipe de Gales se anime a que sus hijos sigan con esta práctica.
Una cena de gala en Nochebuena
Tras el intercambio de regalos, llega la gran cena de Nochebuena cuyo dress code en época de Isabel II era formal e incluía vestidos largos, tiaras y joyas para las damas y smocking para los caballeros. Una tradición que promovió la Reina Madre, abuela de Carlos III. Una vez que Isabel II había elegido su vestido para la cena, se fijaba un aviso escrito a mano en el pasillo de los vestidores detallando lo que usará para que las doncellas pudieran seleccionar un vestido adecuado para el resto de las mujeres Windsor, según contó en su libro la modista de la Reina, Angela Kelly. En esta cena se servía el cóctel favorito de la reina Isabel, el Zaza, que consiste en medio vaso de vino tinto Dubonnet, medio de ginebra seca y todo ello adornado con ralladura de naranja. Además, el protocolo dicta que ninguna pareja debe sentarse junta en la mesa. Quizá en la era de Carlos se flexibilice el evento y la etiqueta sea más casual. En cualquier caso, la cena es servida a la luz de las velas, tendrá seis platos y el menú suele estar escrito en francés.
El privilegio de desayunar en la cama antes de ir a la iglesia
Según el antiguo chef de Palacio, Darren McGrady, quien estuvo entre 1982 y 1998 siriviendo las cenas y comidas de Navidad, las damas de la Familia Real tienen el privilegio de desayunar en la cama y suelen optar por un desayuno ligero con fruta cortada en rodajas, medio pomelo, tostadas y café en su habitación. La bandeja de la Reina se entregaba a las 9:00 horas de la mañana. Mientras, los miembros masculinos de la familia toman un abundante desayuno a las 8:30 horas con huevos, tocino, champiñones, arenques ahumados y riñones asados. Aunque esta opción existe, cuesta trabajo imaginar a Kate Middleton, quien se despierta al alba para hacer deporte y cuida personalmente a sus hijos, opte por tomar la primera comida del día en la cama, aunque podría hacerlo si quisiera.
Después, todos acuden a la iglesia de Santa María Magdalena de Sandringham para el servicio religioso del día de Navidad, otra costumbre que se remonta a los tiempos de la reina Victoria. La entrada y salida se convierte en un auténtico desfile de royals británicos donde saludan a los vecinos de la localidad. Además de los reyes Carlos y Camilla, los príncipes de Gales y sus hijos acuden a esta misa el príncipe Andrés, sus hijas las princesas Beatriz y Eugenia de York con sus maridos, la princesa Ana con su marido Tim Lawrence y sus hijos Zara Tindall con su esposo y Peter Phillips, los duques de Edimburgo y sus hijos James, conde de Wessex, y Lady Louise Windsor.
Una gran comida de 50 minutos de duración
La comida del día de Navidad dura exactamente 50 minutos. Según contó el excocinero, cuando regresan de la iglesia toman algo antes de sentarse a la mesa. No faltan los brindis con el champán Veuve Clicquot y nueces. A las 13.00 horas ya pueden pasar a la mesa con un servicio de mantelería con servilletas blancas almidonadas y perfectamente dobladas, candelabros de plata, jarras de vino y galletas saladas rojas y doradas. Una vez sentados toman un gran almuerzo que incluye una ensalada de camarones o langosta, pavo asado y todas sus guarniciones tradicionales como chirivías, zanahorias, coles de Bruselas y pudin navideño de mantequilla al brandy como postre. Año a año, cada vez hay más comensales a la mesa y ya superan el medio centenar. Los niños comen en otra estancia un poco antes.
Después de esta comida, todos juntos se sientan a las 15:00 horas delante del televisor para ver el discurso del monarca, grabado días antes y que será el segundo que dirige Carlos III a la nación como Rey. Tras ello hay un pequeño tiempo de descanso antes de que los Windsor se reúnan para tomar juntos de nuevo el té con el tradicional pastel de frutas navideño, tronco de chcolate, carne picada con mantequilla de brandy, bollos y más sándwiches.
Cena buffet el 25 de diciembre y un juego muy divertido
Si no fuera poco con la comida de Navidad, ese día por la noche, la Familia Real británica se sienta para disfrutar de una cena buffet con entre quince y veinte platos con una variedad de carnes asadas cortadas directamente en la mesa, cabeza de jabalí rellena, lengua de buey, jamones, marisco, verduras, galletas de jengibre pudín y bebidas como brandy o sidra. Justo antes de esta cena, el chef principal va al comedor y corta la costilla del pavo o jamón que se sirve. Después, ofrece un vaso de whisky al monarca y brindan, siendo la única vez en que el cocinero de Sandringham entra en el comedor. Tras la cena juegan a adivinanzas y acertijos, algo parecido al Pictionary hasta que el monarca decida que quiere irse a dormir ya que nadie puede retirarse antes que él.
El paso por la báscula
A principios del siglo XX, Eduardo VII se las ingenió para idear un método que certificara de alguna manera que sus invitados habían disfrutado y comido durante las vacaciones. Así, ordenaba que uno a uno se pesaran cuando llegaban a Sandringham y al irse. El monarca consideraba que si habían cogido al menos un kilo y medio más eso significaba que la Navidad había sido todo un éxito. Isabel II continuó con esta tradición que supuestamente horrorizaba a la princesa Diana, como se muestra en Spencer, la película protagonizada en 2021 por Kristen Stewart.
La caza en el día de San Esteban
El 26 de diciembre comienza con un desayuno de kedgeree, un plato tradicional de pescado y arroz elaborado con curry en polvo, tostadas, bacon, huevos y cereales para ir a cazar faisanes. Ese día se promueve la donación de regalos y donaciones.
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