Los pasos que debes dar para salir de tu zona de confort
El ser humano es un animal de costumbres y a todos nos gusta vivir en un entorno que controlemos, en el que nos sintamos seguros y que nos aporte bienestar. Se trata de nuestra zona de confort que se puede definir como un estado psicológico en el que las cosas que tenemos alrededor nos resultan tan familiares que hay poco espacio para la improvisación. Encontrarnos en nuestra zona de confort permite que los niveles de estrés no suban y esto nos aporta un mayor equilibrio emocional. En cambio, si salimos de este estado, experimentaremos más ansiedad. Entonces, ¿por qué los expertos nos recomiendan salir de esa zona de confort? ¿No sería contraproducente para nuestra salud física y mental?
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Ventajas de la zona de confort
Permanecer en aquello que nos resulta familiar también tiene efectos positivos para nuestra salud mental. Por ejemplo:
Tienes más confianza: ya sea en el trabajo o en tu vida personal, conocer el terreno en el que te mueves te aporta mayor seguridad y te inspira confianza. Esto te puede ayudar a que, en un futuro, te puedas plantear nuevas metas.
Minimizas el riesgo: cuando abordas un problema, eres consciente de los riesgos que te vas a encontrar y sabes cómo evitarlos o gestionarlos.
Aprovechas el tiempo: la experiencia te permite abordar mejor las tareas y ser eficaz en su resolución, lo que te permite optimizar mejor el tiempo. La facilidad con la que abordas tareas conocidas te da más tiempo y energía para desarrollar otras.
Considerando todas estas ventajas, ¿a quién se le ocurriría salir de la zona de confort? Pues bien, la recomendación de los psicólogos es que lo intentemos, ya que nos ayudará a combatir el aburrimiento, también generador de estrés o a salir de relaciones tóxicas.
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El riesgo de la insatisfacción
Solemos asociar el estrés en el trabajo con las prisas, las entregas, la presión. Pero ignoramos que el aburrimiento también provoca estrés. Es más, una situación prolongada de insatisfacción puede acabar afectándonos tanto como un pico trabajo intenso en la oficina. La falta de motivación, de estímulos, la constante frustración de no sentirse valorado puede provocar síntomas como irritabilidad, insomnio y cansancio. A la larga, y en algunas personas, puede desembocar en un cuadro de ansiedad o depresión.
Por otro lado, en ocasiones nos aposentamos en la zona de confort por miedo a lo desconocido. Y así permanecemos en relaciones de pareja, trabajo o mantenemos amistades que ya no nos hacen ningún bien. De ahí que los psicólogos sostengan que dar un paso fuera puede ser beneficioso para nosotros.
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Consejos para salir de tu zona de confort
Compromiso de cambiar: el primer paso para salir de tu zona de confort tiene que ser desear este cambio. Para ello, da un paso atrás para reconocer cuál es tu zona de confort y pregúntate si permanecer en ella te ayudará a lograr tus objetivos personales y laborales de futuro. Si la respuesta es 'no' intenta abrirte al cambio.
Ojo con el autoboicot: deja de decir las típicas frases de 'esto no es para mí', 'ya no tengo edad', etc, que tanto daño hacen. Pregúntate cuál es el motivo por el que tienes este discurso interno. ¿Es miedo al fracaso, quizá? En ese caso, debes desmontar toda idea que te impida intentar aquellas cosas que te pueden interesar o ser buenas para ti.
Busca desafíos: salir de tu zona de confort no tiene por qué implicar grandes decisiones o cambios drásticos al principio. Puedes establecer pequeños retos que te estimulen y que supongan un esfuerzo. Poco a poco, serás capaz de dar el paso que necesitas.
Sigue adelante: cuando se intenta salir de la zona de confort se puede tener la tentación de rendirse. Hay que tener presente que, según tu desafío, el camino no siempre será fácil, pero sí te ayudará a crecer.