La hazaña desconocida para conseguir que el final de 'El planeta de los simios' fuera inolvidable
El planeta de los simios puede presumir sin reparos de tener uno de los finales más míticos e impactantes del séptimo arte. La revelación de que el personaje de Charlton Heston nunca se movió de la Tierra, de que se encontraba en un futuro postapocalíptico donde los simios habían tomado el control del planeta, aún resuena en nuestras cabezas gracias a su tan mítico cierre frente a la Estatua de la Libertad hundida en la playa. Pero conseguir un final de estas características no es fácil, y, aunque esta película dirigida por Franklin J. Schaffner en 1968 partiera del libro del mismo título de Pierre Boulle, sufrió auténticos dolores de cabeza para alcanzar esta conclusión que quedó grabada en nuestras retinas. Y solo hay que ver que hubo hasta siete versiones previas del guion con diferentes finales.
En realidad, el material original de la novela les planteó más dolores de cabeza que ayuda. El texto de Pierre Boulle, más allá de la idea y relato, poco tenía que ver con lo que finalmente vimos en pantalla. La historia estaba narrada desde la perspectiva de dos astronautas que encuentran un mensaje en una botella en el espacio, la cual contiene la historia de un explorador perdido que relata su odisea en un planeta habitado por simios. Al final, se desvelaba que los astronautas que leen el texto eran en verdad dos simios que cuestionan que los humanos pudieran ser seres inteligentes en el pasado, siendo esta la forma de desvelar que el protagonista de la novela solo viajó en el tiempo.
Era una idea muy literaria y compleja de trasladar fielmente al cine, sobre todo porque apenas daba juego al apartado visual. Por esta razón, Rod Serling, guionista de la película y una eminencia de la ciencia-ficción gracias a su trabajo en la serie The Twilight Zone, decidió darle una vuelta de tuerca y plantear El planeta de los simios con una estructura similar al de su exitosa ficción televisiva. Es decir, apostando por el misterio y desconcierto que rodea al protagonista desde el momento en que irrumpe en ese futuro postapocalíptico que no es otro que su propio hogar. Sin embargo, el final, y la forma de desvelar el giro de cara a conseguir el impacto en el espectador, siguió siendo un reto al que le costó horrores encontrar una solución.
Solo hay que ver la infinidad de ideas que se plantearon para cerrar la película. Según detalla el memorial de Rod Serling en un extenso artículo analizando el trabajo del guionista en la película, hubo hasta siete versiones diferentes que planteaban un “regreso” a la Tierra, cintas de vídeo que explicaban el fin de la civilización humana o la revelación del giro a través de las constelaciones del cielo en lugar de la Estatua de la Libertad. De hecho, tales eran las dudas y dilemas sobre la mesa que el guion se comenzó en 1964 y no se dio con una versión definitiva hasta 1967. Además, Serling, para las versiones finales, necesitó de la ayuda de Michael Wilson, guionista que por aquellos años también despuntó con películas como El puente sobre el río Kwai.
La idea inicial era que el personaje de Charlton Heston escapara junto a la humana Nova a la Tierra y descubriera que simplemente había viajado en el tiempo, final en el que, de cara a crear más incertidumbre y misterio, se incluía el descubriendo de cintas de vídeo del planeta siendo asolado por ataques y explosiones antes del viaje “de vuelta”. En una segunda versión, el giro se adelantaba y se realizaba una explicación detallada de los sucesos antes de la huida, incluyéndose también una batalla en helicóptero, un robot y un rótulo sobre las cintas de vídeo que indicaba que pertenecían a las fuerzas aéreas estadounidenses.
Hay que decir que estos primeros borradores de El planeta de los Simios apostaban por una versión más futurista con un planeta dotado de alta tecnología, idea que se descartó por cuestiones presupuestarias. Esto aún se aprecia en la tercera versión del guion, la primera en la que se incluyó por primera vez la Estatua de la Libertad. Las cintas de vídeo se mantenían, solo que con referencias a enfermedades por radioactividad y con un ataque con explosiones y helicópteros que dejan al descubierto el brazo del conocido monumento. Tras ello, el personaje de Heston miraba al cielo y descubría que las constelaciones eran las mismas que las de la Tierra.
Desde este punto, quedó claro que cerrar con un símbolo estadounidense tan reconocido como la Estatua de la Libertad era el camino a seguir, por lo que las versiones que surgieron a continuación fueron ligeras variaciones sobre el mismo concepto. Eso sí, dejando cada vez más atrás el sentido futurista y las referencias a una catástrofe militar o radiactiva a favor de una revelación más directa que causara mayor impacto. De entre ellas, destaca la último que escribió Serling en solitario, donde planteaba la muerte del protagonista a manos de los simios durante su huida, final que ganaba impacto cuando justo a continuación la cámara se movía para mostrar las ruinas de la Estatua.
Finalmente, cuando Michael Wilson entró para echar un cable a Serling, se escribió el final que vimos en la película de 1968, con ese cierre más directo en el que simplemente se encontraban con el monumento destruido durante la huida, sin ningún tipo de artificio. Y es que a una revelación de tal calibre no le hace falta nada más para impactar, y añadir las explosiones, los vídeos o las secuencias de acción futuristas que se planteaban inicialmente podría haber llevado la atención hacia otros terrenos o incluso dejar más pistas de las necesarias.
Sin embargo, es curioso conocer todas las ideas que estuvieron sobre la mesa, sobre todo porque algunas de ellas se reutilizaron en posteriores entregas, como en el remake de Tim Burton de 2001 o incluso en la precuela de 2011 protagonizada por Andy Serkis y James Franco. La idea original de la novela de ver a un simio como astronauta estuvo en la versión del director de El joven manos de tijera, donde además se planteaba el regreso a la Tierra para ver cómo esta había sido tomada por estas criaturas. Y en lo que respecta a la precuela, solo hay que ver la secuencia de acción final, la que transcurre sobre el puente de San Francisco, para ver que la idea de un ataque con simios y helicópteros sobre un reconocido lugar de Estados Unidos finalmente vio la luz.
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