Existe otro Indiana Jones en el mundo del cine sin Harrison Ford y al que pocos hicieron caso

(I-D): Teddy (Ethann Isidore), Indiana Jones (Harrison Ford) y Helena (Phoebe Waller-Bridge) en INDIANA JONES Y EL DIAL DEL DESTINO de Lucasfilm. ©2023 Lucasfilm Ltd. & TM. Reservados todos los derechos.
(I-D): Teddy (Ethann Isidore), Indiana Jones (Harrison Ford) y Helena (Phoebe Waller-Bridge) en INDIANA JONES Y EL DIAL DEL DESTINO de Lucasfilm. ©2023 Lucasfilm Ltd. & TM. Reservados todos los derechos.

La saga Indiana Jones ha abandonado a Steven Spielberg. Después de su trabajo en El reino de la calavera de cristal, el creador de la franquicia se apartó de las aventuras del personaje de Harrison Ford y dejó la saga en manos de James Mangold, el director de Logan que ha tomado el testigo para El dial del destino, la quinta entrega estrenada este 2023 de la mano de Disney.

Desde luego, por bueno que pueda ser el trabajo de Mangold, la esencia del director de Jurassic Park o La lista de Schindler es irremplazable, lo que puede hacer que lo más nostálgicos extrañen su mano en esta nueva cinta. Sin embargo, aunque Spielberg ya no nos llevó por junglas, ruinas o desiertos remotos con su famoso arqueólogo, nos dio la oportunidad de disfrutar una vez más de su mismo espíritu. Y lo hizo en una película que pocos se acercaron a descubrir.

Me refiero a Las aventuras de Tintín, el proyecto de animación que desarrolló junto a Peter Jackson y que estaba destinado a convertirse en otra gran franquicia. Se trata de la adaptación de la exitosa saga de cómics belga escrita por Hergé a principios del siglo pasado, historietas que seguían a un joven periodista y a su adorable perro en peripecias a través de los lugares más remotos del mundo. Básicamente, estábamos ante un pequeño Indiana Jones juvenil plasmado en viñetas y surgido antes de que viéramos a Harrison Ford enfundarse el sombrero.

Spielberg y Jackson decidieron adaptar el cómic que da subtítulo al film, El secreto del Unicornio, la undécima aventura del personaje en la que se embarca en busca del tesoro de un pirata llamado Rackham el Rojo. Para ello, el periodista debía encontrar diferentes réplicas de su navío, un barco llamado el Unicornio; y enfrentarse a una malvada banda criminal que también pretendía hacerse con las reliquias. Estrenada en 2011, en pleno boom del 3D tras el éxito de Avatar, la película apostó por la última tecnología en captura de movimiento para entregarnos un título de animación realista protagonizado por Jamie Bell, Andy Serkis, Daniel Craig o Simon Pegg, pero sus resultados económicos no estuvieron a la altura del esfuerzo invertido.

En Europa fue uno de los mayores éxitos de 2011, especialmente en mercados francoparlantes como Francia, donde obtuvo 53,9 millones de dólares, o Bélgica, lugar de origen del personaje donde batió récords con 9,9 millones. Y esto sin contar otros grandes territorios del continente como Reino Unido, en donde alcanzó los 25,9 millones, Alemania, con 16,5 millones; o España, con 13,5. Sin embargo, al hablar de un gran blockbuster de Hollywood con un presupuesto estimado en 135 millones de dólares, la película necesitaba de un buen funcionamiento tanto Estados Unidos como en otros continentes fuertes como Latinoamérica. Y eso no ocurrió.

En Estados Unidos solo recaudó 77,5 millones, datos que la sitúan a la altura de otros fracasos de Spielberg en el universo de los blockbusters, como The BFG, que obtuvo 55,4 en 2016. Si miramos a Latinoamérica, solo destacan sus datos en Brasil, en donde consiguió llegar a los 10 millones. Sin embargo, en México solo alcanzó los 4,4 y en Argentina apenas superó el millón. Y aunque su recaudación global finalmente ascendió hasta los 373,9 millones y pudo recuperar costes de producción y promoción, son cifras insuficientes para alcanzar buenos beneficios y justificar una continuación.

Recorte del póster de 'Las aventuras de Tintín' (Foto: Sony Pictures)
Recorte del póster de 'Las aventuras de Tintín' (Foto: Sony Pictures)

Para explicar este descalabro, podíamos partir de que hay quien todavía considera la animación como un género para niños, lo que pudo ser un impedimento para que el público adulto se acercara a disfrutar de esta aventura de Spielberg. Pero, valorando su éxito en Europa, la razón que mejor explicaría el fracaso de Las aventuras de Tintín tendría más que ver con en el débil impacto del personaje fuera de su continente de origen. Y es una pena, porque por mucho que el público internacional desconociese a Tintín, la película era un cóctel de aventuras sobresalientes que, como bien empezaba diciendo, remitía a lo mejor de Indiana Jones.

Y es que Las aventuras de Tintín tenía todo lo que hizo grande al arqueólogo de Harrison Ford. Una búsqueda del tesoro trepidante, expediciones por mar, tierra y aire repletas de peligros, secuencias de acción ejecutadas con una maestría de infarto y, por supuesto, la talentosa habilidad de Spielberg para la emoción y imaginería visual, que es todo un deleite para los sentidos. De hecho, hay muchas set-pieces que recuerdan a las mejores aventuras de Indi.

Por ejemplo, en una de las secuencias donde Tintín roba una de las réplicas del Unicornio, una huida en coche en medio del reventón de un embalse replica la misma sensación de adrenalina que la apabullante persecución del final de Los cazadores del arca perdida, donde el personaje de Ford saltaba entre camiones, caballos y coches en el desierto para recuperar el Arca de la Alianza. Además, gracias al poder de la animación 3D y al realismo de la técnica de captura de movimiento, los resultados y sobre todo el juego con lo visual era incluso más vistoso que lo visto en Indiana Jones.

Cuando la vi en su estreno, incluso sentí que estaba viendo una nueva entrega de Indiana Jones y no tanto el inicio de una nueva saga de aventuras. De hecho, incluso me pareció que replicaba mejor las virtudes de las películas de Spielberg y George Lucas de los 80 que lo que El reino de la calavera de cristal nos ofreció en 2008. Y hasta me atrevería a calificarla mejor que entregas de Indiana Jones como El templo de la perdición. Por ello, creo que es una pena que un proyecto de estas dimensiones, que nos trajo la vuelta al Steven Spielberg más aventurero sin necesidad de recurrir a su arqueólogo de confianza, se quedara en tierra de nadie.

La idea original era que, tras El secreto del unicornio, Peter Jackson se iba a encargar de dirigir una secuela basada en los cómics Tintín: Las siete bolas de cristal y Tintín: El templo del sol, y aunque a lo largo del tiempo los dos directores han intentado ser positivos sobre la prosperidad de esta continuación, lo cierto es que los números y el entusiasmo no han motivado a Hollywood a lanzarse a su producción. Solo nos queda reivindicar su calidad, darle amor en streaming y esperar a que algún día el cariño hacia Tintín crezca fuera de Europa y la idea de rescatar al personaje vuelva a estar a la orden del día.

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