'Un puchero de verdades': los olores y sabores de infancia de Pepa Muñoz
Es una de las cocineras españolas de referencia, querida, respetada y admirada tanto por sus colegas como por gentes de otros sectores. Nacida en Madrid, pero de alma andaluza, acaba de publicar un nuevo libro en el que hace un recorrido por su vida personal y laboral. En Un puchero de verdades, editado por Espasa, Pepa Muñoz rememora "la historia de mi vida que es un puchero de dedicación, sencillez y sensibilidad".
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El cocinero José Andrés firma el prólogo, en el que recuerda la labor de la madrileña durante la pandemia, al lado de la ONG World Central Kitchen (WCK), y en otras catástrofes y de ella dice "desborda todo lo bueno que puedes esperar de una persona: generosidad, felicidad, energía, pero, sobre todo, Pepa desborda amor. Pepa es corazón y tesón".
Del popular chef internacional, la creadora del restaurante El Qüenco de Pepa afirma "Hay un antes y un después en mi vida desde que conozco a José. Es una persona muy importante, una persona que quieres tener toda la vida a tu lado y un gran maestro, pero sobre todo una gran persona y muy humano. A mi la experiencia de llevar la comida a la gente que lo necesita me ha marcado mucho y para mi WCK es una familia que quiere ser refugio de todas aquellas personas que necesitan un plato de comida, pero que, sobre todo, necesitan sentirse arropadas y queridas".
La cocina siempre ha formado parte de esta enamorada de los fogones y le viene de familia "soy tercera generación dedicada a esto. Mis abuelas nos criaron a mi y a mis 5 hermanos los primeros años y recuerdo muchos de sus platos. Después, cuando vinimos a Madrid, era mi padre era el que cocinaba en casa y quien enseñó a mi madre. Recuerdo platos maravillosos de él: las croquetas, el rabo de toro, el rape alangostado, el salmorejo -que yo digo que fue el potito de mi infancia...".
En el libro, Pepa tira de recuerdos constantemente y todos están impregnados de aromas y sabores: desde el arroz con leche de su abuela hasta el perol de conejo con patatas que comía en los veranos de su niñez, la ensalada que también hacía su padre -"la persona más importante de mi vida", afirma- con verdolaga, granada, ajito picado y vinagre, la tortilla de cáscara de pepino que hacía su otra abuela o el primer plato que recuerda haber preparado con unos diez u once años: la trucha con almendras.
En sus páginas, la también presidenta de FACYRE (Federación de Cocineros y Reposteros de España) refleja que "dedicación, sencillez y sensibilidad son tres valores que han marcado mi historia y siguen siendo el faro de mi vida, día a día. En la cocina y fuera de ella. Creo que tienen mucho que ver con la tradición y también conmigo. Con la entrega que he vivido en mi casa".
Sus padres le inculcaron el amor y la entrega en el trabajo "yo empecé muy joven con ellos y con 16 años, ya me daba yo a esa edad algún catering entero e hice una paella para más de 40 personas. Regentaron el bar-restaurante de la Casa de Córdoba en Madrid y después se ocuparon de Casa Pepe, el pequeño bar de la calle Zurbano. Mi padre también se compró un camión para dar caterings, durante una época, para muchas películas de Elías Querejeta, Carlos Saura o Pilar Miró y luego abrió Qüencoen la calle Alberto Alcocer".
El arte ha estado muy presente en la vida de esta fabulosa mujer. "En mi casa siempre ha estado presente, se ha vivido bastante y siempre hemos estado rodeados de toreros, cantantes, guitarristas, pintores... Tengo muchos amigos artistas, siento una profunda admiración por ellos... Y a mi me gusta mucho cantar, hago mis pinitos, no soy Rocío Jurado pero me arranco y animo mucho la fiesta. Soy muy tímida pero lo de cantar me ha gustado desde que tengo uso de razón", nos cuenta y también habla en su libro de políticos, escritores, actores, deportistas...Y es que su restaurante está entre los favoritos de gente muy conocida.
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Después abriría El Qüenco de Pepa, hace 21 años, ella sola con Mila Nieto, su socia "sobre todo en la vida" -y con quien tiene 2 hijas-. Está en la calle Henri Dunant, 21 y allí rinde homenaje a la huerta -el tomate es uno de sus buques insignia y lo cultivan con otros productos-, y a la cocina de siempre. La máxima preocupación de Pepa es controlar el origen del producto cuidando siempre la sostenibilidad, respetando las temporadas y teniendo contacto directo con el agricultor, setero, pescador y ganadero. Siempre ha tenido muy en cuenta los platos de aprovechamiento "que ahora es tendencia, pero para mi ha sido el legado de mis abuelas y el de los antepasados hortelanos".
Un puchero de verdades se completa con algunas de las recetas más emblemáticas de Pepa Muñoz como la crepe rellena de tomate asado, la tortilla de patatas, la menestra de verduras, el cocido o el salmorejo cordobés.