Cómo Rebecca Jones encontró la armonía con Alejandro Camacho tras 10 años de divorcio
Han pasado 10 años desde que el divorcio —por amigable que fuera — entre los actores Rebecca Jones y Alejandro Camacho sacudiera a los fans de la pareja y causara una oleada de encabezados y de especulaciones, principalmente porque llevaban 25 años casados y se les había considerado por mucho tiempo, junto con Christian Bach y Humberto Zurita, como una de las parejas más sólidas del medio artístico mexicano.
Fue esta romantización de lo que era la relación entre dos seres humanos, propensa al desgaste y la rutina, como es la de cualquiera, lo que provocó este efecto: ¿cómo era posible que rompiera la pareja ideal? Pero algo que ambos fueron dejando claro a lo largo de su vida conyugal y su trabajo profesional, era que se trataba de una pareja igual que todas, y verlos en toda su humanidad fue impactante para el público.
Esto viene a colación, porque si bien ni Rebecca ni Alejandro realmente han hablado acerca de su relación post-divorcio, ambos han dejado manifiesto el que se apoyan mutuamente, especialmente se notó en el caso del cáncer que padeció la actriz entre 2017 y 2018, y que siguen siendo amigos y tienen relaciones joviales, con un hijo adulto —Max, que ya tiene 32 años—, si bien cada uno hace su vida por su lado, como lo dijo Rebecca a Talina Fernández en una entrevista reciente por televisión: "Nos llevamos muy bien, obviamente no nos vemos todos los días porque para eso se divorcia uno, no tenemos mala relación. Aunque lo que tengo que decir de él, además de que es un gran actor y gran artista, es que es un gran papá".
Rebecca y Alejandro se conocieron cuando comenzaron sus carreras en televisión, a principios de la década de 1980, apareciendo en tres producciones juntos, que se filmaron casi consecutivamente: 'La Traición' y 'Angélica', en las que interpretaron a villanos juveniles, elegidos por Ernesto Alonso, "El señor telenovela", que se grabaron entre 1984 y 1985, y ese mismo año, protagonizaron 'El ángel caído', que fue el primer lanzamiento protagónico de Rebecca, como la psicópata María de los Ángeles Bustamante, una mujer que bajo la apariencia de ser una joven dulce y sensible, de la mejor sociedad, es en realidad una asesina completamente amoral, capaz de acabar con quien se atraviese en su camino, para lograr sus siniestros fines.
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En esta producción, estrenada el 30 de septiembre de 1985 —apenas diez días después del sismo que había sacudido a la Ciudad de México—, Camacho realizaba una excepción en su catálogo de personajes: en lugar de ser un hombre frío y calculador, era Roberto Florescano, un hombre gentil y comprensivo, que se casaba por amor con este monstruo sin imaginar que ella es la responsable de muchas tragedias que los rodean.
La química entre ambos había sido notable desde sus primeras apariciones, pero en los foros de esta telenovela, finalmente la camaradería que habían sostenido por largo tiempo, floreció en una apasionada relación amorosa —los besos que se daban eran tan ardorosos, que los directores de escena estaban patidifusos por el realismo— que duró más de dos décadas, después que se casaran en la primavera de 1986, con solo dos semanas para su luna de miel, antes de empezar grabaciones de 'Cuna de lobos', donde fueron Alejandro y Vilma Larios, y se convirtieron en estrellas a nivel internacional.
La simpatía y accesibilidad de Jones y Camacho con el público hizo que se convirtieran en figuras de las que se enamoraron los televidentes. Ambos habían tenido relaciones de alto perfil antes —ella con Humberto Zurita, mientras grababan 'El Maleficio' y él con Alma Muriel, con quien convivió por más de tres años: al encontrarse ambos solteros y sin compromiso, decidieron explorar la atracción mutua que sentían y el resultado fue fantástico.
Esto no quiere decir que no hayan pasado por circunstancias difíciles como otras parejas fuera del medio, entre esto la pérdida de un embarazo antes del nacimiento de su hijo Max, o algunas etapas en las que ellos mismos tuvieron que crear fuentes de trabajo en periodos de crisis. Tanto Rebecca como Alejandro son muy creativos y establecieron su propio equipo de producción de televisión y teatro, creando las telenovelas 'Imperio de cristal' (que ambos protagonizaron) y 'Huracán', así como las películas 'Guerrero negro' y 'El tesoro de Clotilde' y obras de teatro como 'Drácula' y 'Rosa de dos aromas'.
En la década desde su divorcio, ambos han crecido como personas, aunque Rebecca le señaló a Talina Fernández durante la entrevista, que no tenía pareja —ni interés en una— por el momento, teniendo en su hijo, su familia (y en cierta forma, la amistad de su exesposo, que sigue siendo su amigo), todo el apoyo que necesita, siendo una sobreviviente de cáncer y, sobre todo, un ejemplo de vida.
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