Saturday Night Live cumplió 50 años y celebró a lo grande junto con muchos invitados famosos
Las ocasiones especiales están para terminar ―por un día, al menos― con la rutina, y por eso la gala conmemorativa del 50° aniversario de Saturday Night Live (SNL) , el programa humorístico más longevo y famoso de la historia de la televisión estadounidense, se emitió este domingo, y no, como su propio nombre indica, el sábado. Sucedió de noche, eso sí. En directo y desde el mismo lugar de siempre: el legendario estudio de la NBC en la planta 17 del edificio del 30 Rockefeller Plaza de Nueva York.
El espectáculo también fue más largo que de costumbre: tres horas y media llenas de estrellas del cine, la televisión y la música y de miembros actuales y pasados de un reparto en el que han brillado más estrellas de las que caben en el firmamento de la comedia estadounidense. El resultado fue un tributo nostálgico, divertido e inteligente al hondo impacto en la cultura popular de un formato que sigue más o menos igual que el primer día, con su mezcla de sketchs humorísticos sobre la política y los cambios en las costumbres, y dos invitados: el musical y el “anfitrión” famoso ―normalmente un actor, pero no solo― que se encarga del monólogo de apertura y que luego participa con los cómicos de plantilla en los gags escritos por el equipo de guionistas.
Sabrina Carpenter and Paul Simon just opened SNL's 50th special by singing "Homeward Bound"
Paul: "I sang this song with George Harrison on SNL in 1976."
Sabrina: "I was not born then...and neither were my parents." pic.twitter.com/5qCRU8ZQZU— Spencer Althouse (@SpencerAlthouse) February 17, 2025
Tal vez para dejar claro que esa influencia atraviesa generaciones, la gala del domingo la abrió la extraña pareja formada por los músicos Paul Simon, de 83 años, y Sabrina Carpenter, de 25. Juntos interpretaron “Homeward Bound”, canción que, recordó Simon, tocó con George Harrison en 1976 en el capítulo octavo de la segunda temporada de SNL. “Ya, yo no había nacido”, dijo Carpenter. “Bueno, en realidad, mis padres tampoco”, añadió.
El actor Steve Martin, que nunca fue parte de SNL, pero ha participado en el programa 36 veces con la de este domingo, salió entonces al escenario para ocuparse del clásico parlamento inicial. Bromeó sobre el empecinamiento de Donald Trump en renombrar el Golfo de México, que ahora exige que lo llamen de América, y con la potencial deportación de su compañero de reparto en Only Murders in the building, Martin Short, que hizo un cameo y resulta que es canadiense.
Con esas dos bromas laterales, acabaron las referencias al nuevo inquilino de la Casa Blanca de un guion concebido no como un comentario a las últimas noticias (de las que tantas cosas había que comentar), sino como un homenaje a la supervivencia de un programa único en la televisión mundial y a su productor ejecutivo, Lorne Michaels, un hombre con una misión: obrar entre el miércoles y el sábado antes de las 23:30 el milagro del directo de SNL. Michaels estaba allí al principio, en 1975, y sigue ahí ahora, cuando el tipo acaba de cumplir 80 años.
Hubo referencias a famosos sketchs del pasado, como el de las hermanas Maharelle, con Scalett Johansson, Kim Kardashian, Ana Gasteyer y una siempre genial Kristen Wiig; el de la versión negra del famoso concurso de respuestas en busca de preguntas Jeopardy, con Eddie Murphy, Chris Rock y un Tom Hanks fuera de lugar, tocado con una gorra MAGA; o aquel que imaginaba una reunión en el Pentágono de supervivientes abducidos por extraterrestres. En la de este domingo, los actores Pedro Pascal y Woody Harrelson no podían contener la risa con la pareja formada por una madre y una hija siempre dispuestas a abrir las piernas, interpretadas por Meryl Streep y Kate McKinnon.
Un turno de preguntas con el público, conducido por Tina Fey y Amy Poehler, sirvió para demostrar el enorme poder de convocatoria de SNL: la audiencia, repleta de famosos, parecía la imposible suma de una gala de los Oscar y otra de los Grammy. El puertorriqueño Bad Bunny quiso saber, en español, si la gente lo veía como alguien gracioso. Cher dijo que no tenía preguntas, pero sí “todas las respuestas”. Y Keith Richards tomó la palabra para averiguar si alguien había encontrado una bandana que perdió a finales de los ochenta durante una de las salvajes actuaciones de su banda, los Rolling Stones, en el programa.
😶🌫️LAS CARAS DEL PÚBLICO FAMOSO😶🌫️
Ryan Reynolds y Blake Lively salen a la calle por primera vez en medio de sus demandas y contrademandas y todo el drama con Justin Baldoni... Y en el aniversario de 'Saturday Night Live' Amy Poehler y Tina Fey han preparado un chistecito con él:… pic.twitter.com/ZmmoCB4JEE— CUORE (@cuore) February 17, 2025
La gala ganó cuando aparecieron Michael Che y Colin Jost para dar las noticias, como cada sábado a eso de la medianoche, en el famoso segmento “Weekend Update”. Hubo chistes moderadamente irreverentes sobre Puff Daddy y sobre el racismo congénito del país. Bill Murray repasó los méritos de los locutores que, como él mismo, precedieron a Che y Jost al frente del telediario alternativo. Hasta resucitaron dos añorados personajes de otra época: Tu tío el borracho (Bobby Moynihan) y La chica con la que desearías no haber iniciado una conservación en aquella fiesta (Cecily Strong). Resulta que ahora están juntos y que van a ser padres.
Como en toda ceremonia de este tipo alfombra roja, en la que nadie, por suerte, habló de moda, así como el clásico video en el que se llora a los que ya no están. Aunque esta vez los obituarios no honraron la memoria de los muertos, sino de todos los personajes y chistes racistas, sexistas o sencillamente fuera de lugar que ya no se pueden hacer, pero de los que, como recordó el presentador de esa parte de la emisión, Tom Hanks, “todo el mundo se rio entonces”.
Belushi y Nueva York
El tono elegíaco regresó con un corto en blanco y negro en el que John Belushi, el primer rostro en aparecer en un programa que ha contado con 167 cómicos de plantilla, visitaba en una broma macabra de la tercera temporada a sus compañeros de reparto en un cementerio, sin saber que él sería el primero en irse; murió de una sobredosis a los 33 años en 1982. Un número musical lamentó después otra pérdida: la de la identidad de Nueva York, otro de los personajes recurrentes del programa. Que sí, vivió tiempos mejores, aunque parecieran peores: de los años de la heroína y la bancarrota, a los del triunfo carcomido por la cocaína de los yuppies; y de la limpieza de las calles de Manhattan de Rudy Giulianni, el “alcalde de América”, a un presente con la ciudad en venta, en el que todo es absurdamente caro y ya no pasan tantas cosas artísticas y culturales como solían, pero sigue siendo Nueva York.
Por lo demás, no faltaron algunos de los clásicos del programa , como los cómicos que no pueden evitar reírse los unos con los otros, las actuaciones musicales memorables (Lil’ Wayne y Miley Cyrus y Brittany Howard), y los actores que además son cantantes, como Adam Sandler, que repasó la historia de SNL con una letra que celebraba “50 años llenos con los mejores momentos de nuestras vidas”. La fiesta la despidió Paul McCartney con un medley de composiciones para los Beatles, con “The End”, para cerrar, incluida.
Después de esto, todos subieron al escenario para honrar a los miembros vivos del primer reparto y a Lorne Michaels, hombre con fama de duro que casi, solo casi, se emocionó. Los 150 minutos de gala eran otra forma de darle razón medio siglo después, y de reconocer que no ha habido mejor cantera para la comedia estadounidense que SNL. Una institución que, como toda institución, vivió tiempos que fueron (o parece que fueron) mejores, y que suelen coincidir con los maravillosos años (normalmente, de la preadolescencia a la universidad) del televidente en cuestión.
El programa del domingo puso el broche a los últimos meses, en los que han visto la luz películas de ficción (Saturday Night), documentales y decenas de artículos sobre la influencia del programa en la música pop o sobre el mejor sketch de su historia (¡el del cencerro!), así como libros de 600 páginas sobre la vida y milagros de Michaels (Lorne: The Man Who Invented Saturday Night). También cerró un fin de semana de jubileo para uno de esos productos culturales que ya nadie ve, pero que, curiosamente, nadie se pierde.
La fiesta había comenzado el viernes con un concierto en la NBC y continuó el sábado con la retransmisión de su primer episodio, que vio la luz el 11 de octubre de 1975 (y si las cuentas del aniversario no le salen es porque los productores de SNL decidieron dedicar a la conmemoración esta temporada, que además arrancaba en mitad de una campaña electoral, y no la siguiente). Fue raro ver esa cápsula televisiva del tiempo tal cual, 50 años después, pero al menos sirvió para darle la vuelta a aquella máxima sobre la memoria de los escritores del poeta W. H. Auden: hay muchos cómicos injustamente olvidados, pero ninguno ―ni Belushi, ni Chevy Chase, que asistió a la gala del domingo, pero ya no está para hablar en público, ni Charlie Kaufman― es injustamente recordado.
Cuando las velas del cumpleaños se apaguen, continuarán los debates, tan viejos casi como el propio programa, sobre su estado de salud. Puede que se haya volcado en los últimos tiempos demasiado en las imitaciones y en la política estadounidense (¿o no será que esta se ha convertido en uno de sus gags?). Puede también que haya perdido en irreverencia, influencia contracultural e impacto, pero ¿no los ha perdido la televisión tradicional como medio en un tiempo en que el mercado de la atención se ha convertido en un terreno salvaje sin ley?
A SNL lo salva, al menos, que siempre que uno cree que la salida de un cómico será el final de todo (adiós, Kate Mckinnon, en 2022), siempre acaban llegando al rescate otros iguales de graciosos (hola, Bowen Yang y Ewo Nwodim). También, que su material hace buen caldo en las redes sociales, donde su audiencia se multiplica gracias a una legión de espectadores que lo consumen por partes. A esos espectadores les alegrará saber que hay mucho que compartir de la gala conmemorativa emitida este domingo. Un día tan bueno como otro cualquiera para celebrar el milagro del sábado noche, de la adrenalina del directo y del poder de una risa que ya dura medio siglo.
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