Sí, debes hacer ejercicio si tienes cáncer (puedes practicar estos)
Siempre dentro de tus posibilidades y guiado por un profesional. Tres expertos nos dicen cuáles son los ejercicios que te ayudan a tener menos recaídas y más calidad de vida
Existen numerosas evidencias científicas que confirman que la inactividad física y el sedentarismo (menos de 30 minutos diarios de ejercicio regular y menos de 3 días a la semana) están relacionados con diferentes enfermedades coronarias, respiratorias, depresión y con cierto tipos de cáncer como el cáncer de mama, colon y de pulmón.
Con motivo del Día Mundial Contra el Cáncer, la Asociación Helping Cáncer recalca la importancia de realizar ejercicio físico como medida de prevención, durante y después del tratamiento.
De hecho, según Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), el 40 por ciento de los cánceres se evitaría con hábitos de vida saludables, entre los que destaca precisamente el ejercicio físico.
De todos los tipos de cáncer, el colorrectal es en España el más frecuente en hombres y mujeres y supone el 15 por ciento del total. Pues bien, según explica el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos (NCI por sus siglas en inglés), “un metanálisis de 52 estudios epidemiológicos que examinaron la asociación entre la actividad física y el riesgo de cáncer de colon encontró que los individuos más activos físicamente tenían un riesgo 24 por ciento menor que quienes eran menos activos”.
Pero el ejercicio no solo mejora el estado físico y psicológico, sino que ayuda a prevenir algunas de las secuelas e incrementa la esperanza de vida de los pacientes con cáncer. Por el contrario, la inactividad física y un mal estilo de vida favorece la posibilidad de padecer diferentes tipos de cáncer como el cáncer de mama, el de colon y el de próstata.
“Es importante y muy necesario que el paciente con cáncer realice ejercicio físico terapéutico durante el tratamiento oncológico y después de éste ya que un paciente con cáncer que realiza alguna actividad física mejora su fuerza muscular, mejora la capacidad inmunológica y evita recaídas”, nos afirma el Dr. Daniel López, fisioterapeuta del Hospital Universitario de Gran Canaria Dr. Negrín.
Además, realizar ejercicio es bueno para mitigar los efectos secundarios tanto de la quimioterapia como de la radioterapia, aunque, eso sí, recomiendan no hacerlo el día de la sesión y tampoco los dos días posteriores por posibles problemas de arritmias.
Cómo te beneficia
La evidencia científica sugiere que el ejercicio puede tener un impacto positivo sobre el peso corporal, estado físico general, la fuerza muscular, la flexibilidad y la calidad de vida, así como en los síntomas como el dolor y la fatiga.
Mejora la autoestima, el estado de ánimo y la motivación.
Reduce los síntomas de depresión.
Ayuda a tener una actitud más positiva frente al tratamiento.
Ayuda a mitigar el insomnio, la ansiedad y el miedo.
Hace que te sientas motivado y proactivo.
Ayuda a”disminuir la fatiga y los problemas de sueño“, tal y como explica la doctora Verónica Pereira, del Servicio de Oncología Médica del Centro Médico Teknon.
Ayuda a recuperar un peso saludable.
Potencia el funcionamiento cardíaco y pulmonar.
También tiene un efecto positivo en el sistema inmune.
En definitiva, el entrenamiento físico se convierte en un aliado para paliar los efectos secundarios de los tratamientos oncológicos (fatiga, pérdida de fuerza muscular).
López destaca que la actividad física que debe realizar un paciente debe ser controlada y guiada por un profesional; “el programa tiene que ser individualizado y personalizado, progresivo, específico y con periodos de recuperación, ya que dependerá de su estado inicial el nivel que pueda realizar”.
Por otro lado, según nos cuenta el doctor Isaac Núñez, especialista del Instituto Oncológico Teknon, de Barcelona, “para que una persona adulta obtenga beneficios importantes para la salud -incluida la prevención del cáncer-, debería dedicar 150 minutos a la semana (2 horas y 30 minutos) de actividad física aeróbica de intensidad moderada; 75 minutos (1 hora y 15 minutos) de actividad física de intensidad vigorosa aeróbica o una combinación equivalente de actividad de intensidad moderada y vigorosa”.
Como método de prevención, un informe que ha revisado todos los datos de los últimos 30 años sobre dieta, peso, actividad física y cáncer, ha confirmado el vínculo entre el cáncer y el estilo de vida y proporciona recomendaciones basadas en la evidencia sobre cómo reducir el riesgo de cáncer. Tal y como apunta el doctor Nuñez, “hay una relación inversamente proporcional entre ejercicio físico y desarrollo de cáncer de próstata”.
Marcha nórdica y tiro con arco
En principio, se recomienda practicar al menos 30 minutos de ejercicio moderado durante 5 días a la semana. Lo que incluiría caminatas (hay que caminar enérgicamente), quehaceres domésticos, ciclismo ligero (a una velocidad por debajo de los 16 km por hora) o tareas de jardinería.
El aeróbic acuático, el tenis (dobles), el baile de salón, la marcha nórdica y el tiro con arco son especialmente recomendables.
Se he demostrado que estas dos disciplinas son especialmente recomendables en la recuperación del cáncer de mama (puedes informarte más al detalle en esta guía). Según datos del Grupo GEICAM de Investigación en Cáncer de Mama, las mujeres que se mantienen activas tras el diagnóstico tienen un 67 por ciento menos riesgo de recaída que las que tienen un estilo de vida inactivo.
“Hay evidencia de que la práctica regular puede mejorar la recuperación de defensas,o sea, que se reducen los días en los que hay una bajada de defensas, por ejemplo como consecuencia de la quimio“, añade Pereira.
“Una publicación de científicos italianos describe que la marcha nórdica activa el tronco y las extremidades superiores al caminar, aumentando su rango de movimiento e incrementando la resistencia muscular total del cuerpo”, explica la doctora. “Esta técnica integral y suave ejercita el 90 por ciento de los músculos del cuerpo, y su práctica está al alcance de personas de todas las edades y condiciones físicas”, subraya.
El doctor Núñez considera la marcha nórdica una disciplina “especialmente efectiva contra el linfedema secundario tras los tratamientos tanto quirúrgicos como de radioterapia y quimioterapia”. Según algunos estudios, casi la mitad de las pacientes que sobreviven a un cáncer de mama presentan síntomas de linfedema.
Mas allá del subidón emocional, en el caso de la marcha nórdica, el apoyo que proporcionan los bastones permite alcanzar altas velocidades sin gastar mucha energía y además amortigua el impacto del esfuerzo sobre el cuerpo, minimizando la aparición de lesiones en rodillas y espalda, tan habituales en deportes como el running.
Antes de terminar te dejo este vídeo con información útil y las 12 recomendaciones más importantes para prevenir el cáncer, ¡cuidarte está en tus manos!
¿El deporte te ha ayudado a sobrellevar o superar las secuelas de una enfermedad?
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