Sleep, el mal no duerme conjuga la destreza de un director con ideas y un elenco pequeño pero impecable

Sleep, el mal no duerme, estreno del jueves 1°
Sleep, el mal no duerme, estreno del jueves 1°

Sleep, el mal no duerme (Sleep, Corea del Sur/ 2024). Dirección: Jason Yu. Guion: Jason Yu. Fotografía: Tae-soo Kim. Música: Chang Hyuk-jin, Yong Jin Chang. Edición: Meeyeon Han. Elenco: Jung Yu-mi, Lee Sun-kyun, Kim Gook Hee, Yoon Kyung-ho. Duración: 95 minutos. Distribuidora: BF Paris. Calificación: apta para mayores de 13 años con reservas. Nuestra opinión: buena.

Entre sinopsis y trailer es fácil caer en el error de pensar que Sleep, el mal no duerme es una reinterpretación de las obsesiones de Wes Craven a la hora de llevar adelante la historia de Freddy Krueger y sus innumerables pesadillas en lo profundo de la noche. Sin embargo, la ópera prima del surcoreano Jason Yu toma al sueño (o la falta de él) y lo corre de lo onírico, convirtiéndolo en el núcleo de conflicto de una joven pareja, que lidiará con ello hasta el límite de la locura.

Soo-jin (Jung Yu-mi) y Hyun-su (Lee Sun-kyun, protagonista de la multipremiada Parasite que murió en diciembre último) son un matrimonio a punto de tener su primer hijo. Luego de que una vecina les pida explicaciones por los ruidos extraños que escucha por la noche (algo que, parece ser, también molestaba al inquilino anterior de la vivienda), Soo-jin advierte que su marido tiene comportamientos cada vez más extraños mientras ella duerme: dice frases sin sentido, se lastima a sí mismo, come carne cruda y hasta intenta saltar al vacío. Todo parece indicar que se trata de un caso grave de sonambulismo, del que no hay tratamiento cien por ciento efectivo. Por eso, cada noche, la angustia de la chica crece a la par de la del espectador. Porque cerrar un segundo los ojos no implica que un asesino fantasma de dedos afilados la ataque en los sueños, sino que la persona que ama lo haga en la vida real. A esta ecuación, ya de por sí, inquietante se suma el hecho de que la pareja vive en un dos ambientes, por lo que la sensación es aun más claustrofóbica.

Sabiendo que los picos de tensión de la historia serán cada vez que llegue la noche, el director acierta en no entretenerse demasiado en subtramas diurnas. Apenas unas charlas de pareja pensando una solución, alguna visita a un especialista que minimizará el problema y recetará unas pastillas, y la incertidumbre de ambos sobre qué pasará cuando se vayan a dormir.

En su segunda mitad, Sleep comienza a ofrecer algunas explicaciones sobre lo que vive la pareja, aunque exentas de una solución satisfactoria. Al mismo tiempo, inteligentemente, el film da un par de saltos temporales (el relato está dividido en tres capítulos temporalmente consecutivos), que aportan nuevos elementos de intriga y tensión, mientras potencian otros que inclusive rozan cuestiones sociales y de género.

La actriz Jung Yu-mi lleva todo el peso del conflicto, y conforme avanza la decadencia física y psíquica de su personaje -representada en sus gestos, en su mirada, y en un claro cambio de actitud- se convierten en los pilares fundamentales para que lo presentado no flaquee ni se vuelva repetitivo. Lee Sun-kyun (en la que fue su última película) compone a un hombre extraño, pero alejado del estereotipo: no hay maldad en él, y si la hay es porque no la puede controlar.

El sólido guion (aunque más en sus dos primeros tercios que en el último acto) se sostiene en base a un suspenso contenido y prescinde de golpes de efecto innecesarios, Sleep, el mal no duerme conjuga la destreza de un director con ideas, junto a un elenco pequeño pero impecable, y rubros técnicos a la altura del desafío. A sabiendas de que está todo inventado, esta propuesta de Corea del Sur elige contar lo mismo pero de la mejor manera posible. Y lo hace muy bien.