Cómo Steven Spielberg se convirtió en el “padrino” que Drew Barrymore necesitaba
Drew Barrymore no tuvo una infancia fácil. El éxito la acompañó desde los 7 años de la mano de E.T., el extraterrestre, regalándole aplausos y comparaciones con Shirley Temple. Pero, tras los focos de la fama, existía una vida convulsionada entre las influencias de un padre alcohólico y una madre que la llevaba a clubs nocturnos cinco noches a la semana. Probó el alcohol por primera vez a los 9. Marihuana a los 10. Cocaína a los 12. Al año siguiente, su mamá la internaba en una institución psiquiátrica durante 18 meses. Pasó de ser la niña tierna que jugaba con ET a la adolescente rebelde del cine, y le llevó varios años reconstruir su carrera y la relación con su madre. Pero ahora, con 48 primaveras, disfruta de una etapa dulce como madre de dos hijas y conductora de su propio talk-show. Sin embargo, no habría llegado tan lejos si no hubiera contado con un padrino como Steven Spielberg.
La influencia del director fue enorme durante esta etapa tan importante del crecimiento, y en donde Drew Barrymore no contaba con roles parentales que protegieran su niñez. Porque en medio del entorno tóxico que rodeaba a la pequeña Drew, Spielberg no se quedó de brazos cruzados sino que intentó intermediar en la medida de lo posible. “Se quedaba despierta mucho más tarde de su hora de acostarse, iba a lugares de los que solo debería haber oído hablar y vivía una vida a una edad muy tierna que creo que le robó su infancia”, contó Steven Spielberg recientemente a Vulture en un reportaje dedicado a la actriz. “Sin embargo, me sentí muy impotente porque no era su padre. Sólo podía ser una especie de consejero para ella”. Pero fue eso y más.
Por ejemplo, el director filmó E.T. de manera cronológica. Una táctica que, por lo general, requiere un esfuerzo añadido en cuanto a planificación y decorados, obligando al equipo técnico a moverse y ajustarse en torno a la historia, en lugar de aprovechar los recursos disponibles cada día para sacar adelante diferentes secuencias que se ajustan al mismo set. Y lo hizo para mantener la magia de la historia en la mente inocente de Drew Barrymore y el resto de niños, protegiendo el viaje emocional que vivían con el extraterrestre, desde la aventura hasta la despedida.
“No quería reventar la burbuja”, dijo Spielberg, citando que tenía que explicar a Drew por qué la marioneta del extraterrestre tenía varias personas moviéndola. “Simplemente dije: ‘Está bien, E.T. es tan especial que tiene ocho ayudantes. Yo soy el director, solo tengo uno'”. Una excusa plagada de ternura que refleja el intento del director por proteger la inocencia de Drew, mientras vivía una realidad completamente diferente en su casa.
Spielberg se convirtió en el padre de la familia de E.T., como explicó en un reportaje especial de Universal Pictures, cuidando y protegiendo la experiencia infantil de todos los actores menores de edad de la película. Pero con Drew tenía algo especial y su influencia como figura paterna derivó en que pasara los fines de semana en casa del director y su familia. Fue en ese momento de inocencia protegida cuando Drew le preguntó si podía ser su padre. Al verse obligado a rechazar sy petición infantil, acordaron que sería su padrino.
El rodaje de E.T. el extraterrestre terminó, pero la relación entre padrino y ahijada continuó más allá del éxito de la película. Como la vez que Drew Barrymore posó para la revista Playboy en 1995. Tenía 19 años y se encontraba propagando intensamente la imagen de ‘chica rebelde’, como hizo en una entrevista con David Letterman cuando se levantó la camiseta y expuso sus pechos de espaldas a la cámara. Pero ahí estaba Spielberg. Observando y prestando atención desde cerca. Porque cuando vio que había posado para la revista, le hizo saber su reacción con actitud de padre protector enviándole un colcha y una nota que decía “cúbrete”. No solo eso, hizo que un artista dibujara ropa que él mismo recortó y pegó encima de las fotos explícitas de Drew para luego enviárselas. La actriz le respondió con su habitual buen sentido del humor: tomándose fotos vestida de monja.
“Todavía me importas”, le reaseguraba Spielberg en 2021 como ese padrino protector que sigue cumpliendo su rol a pesar del paso del tiempo. “Siempre me importaste desde esa primera vez que un huracán rubio y diminuto entró a una audición en mi oficina”. En ese momento, Drew se convirtió en la primera y única opción de Spielberg para el papel de Gertie. Después de verla esa primera vez no quiso a nadie más.
“Una de las personas que significan más para mí, por ser responsable y buena persona, eres tú”, le dijo al director en su programa. “Me enseñaste que un padre se supone que tiene que hacerte sentir mal cuando no haces algo bien. Yo no lo entendía. Amo a mis padres, de verdad, no tendría la vida que tengo ahora si no fuera por ellos. No cambiaría nada, me dieron muchos atributos que otras personas no hubieran podido. Pero tú me enseñaste cómo ser padre y que si te daba vergüenza tu mal comportamiento delante de un padre está bien, porque quieren lo mejor para ti. Y tú me enseñaste a entender emociones que no conocía”.
Y es que gracias a la influencia de Spielberg como figura adulta que la envolvía en un entorno de cariño y disciplina, Drew Barrymore aprendió las diferencias entre su rebeldía y mal comportamiento con menos de 10 años. Y desde ese momento, Spielberg se convirtió en un punto de referencia en su vida. “Siempre que hacía algo bueno pensaba en cómo te haría sentir a ti”, le dijo al director emocionada. “Porque me encantaba hacerte sentir orgulloso. Vivo para hacerte sentir orgulloso”.
“Al no tener un padre, no tener ese tipo de relación con nadie, [Spielberg] era tan bueno, cariñoso y amable. Todavía tenemos una relación realmente maravillosa. Le agradezco porque, si él no me hubiera elegido, creo que mi vida sería muy diferente”, dijo Drew a The Wall Street Journal este mismo año. Y es que Steven Spielberg ocupó el lugar de modelo a seguir en una etapa en que Drew no tenía ninguno. Ella misma explicó en diferentes ocasiones la tumultuosa relación que tuvo en su casa, derivando en altibajos con su madre que la llevaron a distanciarse de ella durante varios años. Incluso reveló en su biografía que las fiestas y las adicciones se convirtieron en un “antídoto” para huir de las consecuencias de crecer con un padre alcohólico y violento.
Al salir del centro psiquiátrico -donde la encerraban en habitaciones acolchadas o la ataban con chalecos de fuerza a una camilla si se portaba mal- pidió la emancipación legal y comenzó a vivir sola desde los 14 años. El rencor la distanció de su madre pero con el tiempo consiguió perdonarla, aceptando las lecciones cosechadas a lo largo de todas sus experiencias como parte de su aprendizaje de vida. Incluso ahora defiende su pasado con uñas y dientes, como hizo recientemente a través de un vídeo de Instagram, criticando a los tabloides por transgiversar sus palabras asegurando que ella había deseado la muerte de su madre.
Pero en todo ese proceso estuvo Steven Spielberg, que fue mucho más que el director de su primer éxito cinematográfico. Fue un adulto que intentó proteger la inocencia de su infancia, guiarla y enseñarle la importancia del cariño y la disciplina, cuando la rodeaba un entorno completamente opuesto.
Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine54.
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