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'The Idol': cuando la exageración nos lleva a morder el anzuelo

Fotograma de 'The Idol' (cortesía de HBO)
Fotograma de 'The Idol' (cortesía de HBO)

The Idol aterrizó en la plataforma de HBO Max con expectación máxima. Las reacciones escandalizadas que salieron del Festival de Cannes, las historias de supuestos problemas en el rodaje (13 fuentes anónimas definieron el ambiente como “un show de m*erda”) y el mero conocimiento de saber que se trataba de la nueva creación del responsable de una serie transgresora como Euphoria, activaron nuestra curiosidad en un camino sin retorno.

En general, nos hicieron pensar que la hija de Johnny Depp era la protagonista de una serie provocadoramente atrevida y políticamente incorrecta que iba a generar debate. Que iba a impactarnos hasta el escándalo y más. Y nosotros mordimos el anzuelo.

Porque, en realidad, no es para tanto. Y cualquiera que haya visto las dos (magníficas) temporadas de Euphoria seguramente estará de acuerdo con esta sentencia.

En el primer episodio (ya disponible en la plataforma) conocemos a Jocelyn (Lily-Rose Depp), una estrella de la música pop que está a punto de lanzar un nuevo sencillo tras la crisis personal (o brote psicótico, no queda claro) que vive después de la muerte de su madre por cáncer. La rodea un séquito de buitres que juegan los roles de ‘protectores’ de su carrera cuando, en realidad, viven de ella. Y en ese momento, justo cuando se siente observada y privada de la libertad de sentir el dolor a su manera, entra en escena un ser manipulador (interpretado por The Weeknd). Una figura que tomará las riendas de la vida y carrera de Jocelyn, convirtiéndola en su títere personal en el momento de mayor vulnerabilidad existencial.

Fotograma de 'The Idol' (cortesía de HBO)
Fotograma de 'The Idol' (cortesía de HBO)

A todo esto, se suman comparaciones con Britney Spears, críticas hacia la presión mediática, comentarios antifeministas y el aprovechamiento comercial de los avances socioculturales como parte del negocio de la música. A primera vista suena interesante, ¿verdad? A una historia que tranquilamente podía transcurrir por senderos oscuros, entre el drama y el thriller, provocando debate y generando todo tipo de conversaciones.

Sin embargo, si algo nos deja claro el primer episodio es que Sam Levinson optó por transitar un camino diferente donde la superficialidad es la herramienta para el ‘shock’ fácil. Porque por mucho que Lily-Rose Depp se entregue de lleno al dolor de Jocelyn, su esfuerzo queda en segundo plano bajo el torrente de exposición sexual constantemente innecesario.

Creo que en ninguna película o serie de Lily-Rose Depp se nos hizo testigos forzados de su exposición física tantas veces como en el primer episodio de The Idol. Desde los planos explícitos al juego erótico de los escotes pronunciados, la piel expuesta o la lencería diminuta. Al principio lo hace como parte de una sesión de fotos y, luego, como parte de una coreografía, lo que se puede llegar a entender como una crítica hacia la sexualización de la mujer en la industria de la música. Sobre todo, siendo muy jóvenes. Sin embargo, si ese es el caso, la serie termina cometiendo el mismo pecado, creando un personaje que vive exponiendo su cuerpo desde que se levanta hasta que se acuesta.

Podríamos pensar que se trata de una mujer tan cómoda en su piel, y tan acostumbrada a la exposición mediática, que no tiene problemas en enseñar su cuerpo. Y me parecería perfecto si se pretendiera normalizar el cuerpo femenino lejos de la sexualización sociocultural. Sin embargo, eso mismo hace la serie al colocar a Jocelyn bajo una mirada de masculinidad tóxica, usando su desnudez como normativa para luego erotizarla entre lencería y sadomasoquismo.

Y así, con su primer episodio, The Idol demuestra que no estamos ante la serie provocadora ni escandalizadora que nos hicieron creer. Sino que se trata de una hermana menor de Euphoria que ni siquiera le pisa los talones. Porque mientras la serie protagonizada por Zendaya apela al shock emocional a través de la carga eléctrica que contagian las historias de sus protagonistas, recurriendo al sexo como una herramienta urgente para emparchar los traumas de cada uno, The Idol se queda a medio camino. Es como si Sam Levinson quisiera impactar de nuevo, pero cae en un exceso de sexualización que le termina saliendo caro.

Que Lily-Rose Depp se pasee semi desnuda todo el capítulo no debería impactar a nadie. No a estas alturas. Que The Weeknd juegue a una especie de Cincuenta sombras de Gray carente de erotismo, tampoco. No hay nada shockeante ni impactante en todo esto, ni tampoco en la sexualización del rol protagonista femenino. Es un atrevimiento superficial que, en mi opinión, simplemente pretende escandalizar. Nada más. Pero si quitamos la curiosidad morbosa que genera la expectación negativa en torno al estreno, podemos llegar a la conclusión de que estamos ante una serie simplemente pretenciosa. Quizás repunte, quizás no. Pero, la verdad que no es para tanto.

Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine54.

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